M¨¢s que el hombre de Demi Moore
Alto, seguro de s¨ª mismo, vestido impecablemente, actor, productor, empresario y famoso por su matrimonio con Demi Moore. ?ste es el retrato a primera vista de Ashton Kutcher, protagonista, junto a Cameron D¨ªaz, de Algo pasa en Las Vegas. Kutcher es el nuevo chico de oro de Hollywood. A sus 30 a?os reci¨¦n cumplidos ha amasado ya tanto dinero que no necesitar¨ªa volver a trabajar. Posee su propia compa?¨ªa, Katalyst, y prepara un nuevo asalto a la televisi¨®n, donde ha demostrado tener el toque rey Midas. "Me siento muy afortunado; tengo toda la ayuda, el cari?o, los amigos que necesito, y no veo raz¨®n alguna para no ser feliz. Es cuesti¨®n de tener una visi¨®n positiva de la vida", asegura.
Kutcher recuerda como si fuera ayer el d¨ªa en que conoci¨® a la actriz Demi Moore. Coincidieron en una cena en 2003 (ella ten¨ªa 40 a?os, y ¨¦l, 25), y contrajeron matrimonio dos a?os despu¨¦s tras un cuestionado romance por diferencia de edad entre ambos. ?l acepta que existe en su vida un antes y un despu¨¦s de Demi. "Cuando conoc¨ª a mi esposa viv¨ªa en un piso de soltero; el centro de la casa era el bar, y la ¨²nica decoraci¨®n, las camisetas de f¨²tbol colgadas por la pared", recuerda. Demi Moore acababa de mudarse a Los ?ngeles, y Kutcher, muy caballeroso, le ofreci¨® su casa. "No quer¨ªa separarme de ella ni un minuto".
Hijo de una familia humilde de Iowa, Kutcher pas¨® una etapa complicada cuando ten¨ªa 13 a?os. Sus padres se divorciaron, y su hermano gemelo, afectado por una par¨¢lisis cerebral, se debat¨ªa entre la vida y l a muerte a la espera de un trasplante de coraz¨®n. "La madurez de uno viene definida por las responsabilidades que est¨¢ dispuesto a asumir en su vida, y para m¨ª comenz¨® en ese momento", se sincera el actor. Sin embargo, la imagen p¨²blica de Kutcher poco tiene que ver con el t¨¦rmino madurez, y mucho m¨¢s con el de bromista. Descubierto en un concurso de belleza, su carrera hacia la fama comenz¨® como modelo, hasta que lleg¨® a ser actor. Kutcher se hizo su hueco en la serie de televisi¨®n That '70s show, a la que siguieron unas cuantas "comedias tontorronas" como Reci¨¦n casados o Doce en casa.
Pero todo eso fue antes de que Moore entrara en su vida. Hoy, Kutcher derrocha energ¨ªa -"le doy las gracias al s¨ªndrome de d¨¦ficit de atenci¨®n que padezco, y que me ayuda a ser m¨¢s productivo", comenta-, y en lugar del brillo ostentoso de diamantes que luc¨ªa en su ¨¦poca de rat-pack, el ¨²nico abalorio que adorna ahora su mu?eca es una pulsera de hilo rojo que evidencia su inter¨¦s en la c¨¢bala (filosof¨ªa espiritual conectada con el juda¨ªsmo y que el actor se niega a llamar religi¨®n). "Para m¨ª, una religi¨®n tiene un punto de fe ciega, y yo soy demasiado racional para eso", comenta. Educado en el catolicismo, Demi Moore le introdujo en este nuevo mundo espiritual. Se casaron por este rito hace ya tres a?os, para desesperaci¨®n de la prensa del coraz¨®n, que siempre vio el romance entre Ashton Kutcher y Demi Moore como una treta publicitaria o un capricho de mujer mayor.
Pero si alguien brome¨® con su relaci¨®n, ¨¦se fue Kutcher, quien se despach¨® a gusto, con la ayuda de Moore, en Saturday night live presentando a su esposa como esa abuela "come yogurines" en que la prensa rosa ha querido convertirla. "Durante los ¨²ltimos cinco o seis a?os he visto c¨®mo la prensa del coraz¨®n ha convertido nuestras vidas en culebrones. Y no puedes hacer nada porque se escudan en la libertad de prensa. Pero nadie impedir¨¢ que yo tambi¨¦n me r¨ªa", se defiende, pero sin perder por un momento su sonrisa.
No le importa hablar de Bruce Willis: "Ser¨ªa un insulto para mi esposa no respetar al hombre con el que tuvo tres hijas y pas¨® varios a?os. Es alguien con un coraz¨®n abierto que comparte conmigo las tres cosas m¨¢s preciosas de su vida, sus hijas. No puedo decir m¨¢s".
A menudo, en la conversaci¨®n le sale el bromista que hay en ¨¦l. Kutcher es el hombre que a?adi¨® al diccionario popular americano la expresi¨®n punk'd con su reality-show para la MTV, un programa donde tom¨® el pelo a muchos de sus conocidos m¨¢s famosos, entre ellos Justin Timberlake. "No me hab¨ªa dado cuenta del enorme peso de Kutcher en la cultura joven", comenta el realizador Andrew Davis, asombrado por su tir¨®n en esa generaci¨®n que el cine siempre est¨¢ buscando. Sin embargo, ni su fama ni su humor le han servido para abrirse paso como actor serio. El golpe m¨¢s duro se lo dio Cameron Crowe cuando le sustituy¨® por Orlando Bloom en Elizabethtown. Las excusas fueron muchas, y los rumores, m¨¢s. Que el rodaje era incompatible con los compromisos del actor o que el director buscaba alguien con m¨¢s conocimiento teatral. "S¨¦ que no soy, ni por asomo, el mejor actor que existe. Pero la perseverancia gana", asegura.
Esa misma confianza la utiliza al hablar de "los cuatro restaurantes, una bolera y un bar" que ha abierto en estos ¨²ltimos a?os en Los ?ngeles. "Luego en casa no paso de calentar el pollo al microondas". Y su tozudez art¨ªstica la refleja en su productora, con la que est¨¢ desarrollando sus tres pr¨®ximas pel¨ªculas (Personal effects, junto a Michelle Pfeiffer; Spread, con Anne Heche y Laura Linney, y Lake view terrace, bajo las ¨®rdenes de Neil La Bute), adem¨¢s de seis nuevas series de televisi¨®n. "Creo que voy mejorando como productor, aunque todav¨ªa me queda mucho por aprender".
No hay ansia en sus palabras; las dice como alguien que se comi¨® el mundo para desayunar y goza ahora con su digesti¨®n. "Lo mejor que he hecho es encontrar a una pareja con la que compartir mi vida. Con ella y con sus tres hijas. Alguien que no me dice lo que quiero o¨ªr, sino lo que necesito o¨ªr, y que est¨¢ siempre a mi lado. Y eso no tiene nada que ver con la moda, con la carrera profesional o con la edad. ?C¨®mo no voy a sentirme un ser afortunado!".
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