El pueblo donde gobern¨® la muerte
Varios concejales de Andoain recuerdan los a?os de terror bajo el mandato de Barandarain y Ozaeta
Es viernes. Doce de la ma?ana. Un enjambre de hombres aguarda en la puerta del bar Elizondo, frente al Ayuntamiento de Andoain. No es que el local est¨¦ lleno. Al contrario, hay dos hombres fuera por cada uno dentro: dos escoltas por cada concejal. Es la huella del terror. Presente en cada rinc¨®n de este pueblo, en cada rinc¨®n de la memoria de los amenazados. Como el socialista Jos¨¦ Luis Vela. ?l lo recuerda.
- Agur, ten cuidado.
- No. Cu¨ªdate t¨², que van a ir a por ti antes que a por m¨ª.
Fueron las ¨²ltimas palabras que Vela escuch¨® de su amigo Jos¨¦ Luis L¨®pez de Lacalle, fundador del Foro Ermua. Era el 5 de mayo de 2000 y se desped¨ªan despu¨¦s de tomar unos vinos. Dos d¨ªas despu¨¦s, un pistolero de ETA le mataba de cuatro tiros por la espalda frente a su casa.
"D¨¢bamos miedo. Cambiaban de acera al vernos. Luego nos ped¨ªa perd¨®n"
Pod¨ªan entrar y matar cuando quisieran. Hac¨ªan copias de sus llaves
Hace ya ocho a?os de aquello, pero Vela no puede olvidar la rabia que sinti¨® cuando aquella misma tarde el entonces alcalde, Jos¨¦ Antonio Barandiaran (Euskal Herritarrok), y Ainhoa Ozaeta, su mano derecha, se negaron a condenar el asesinato. Ambos fueron detenidos esta semana: Barandiaran, en su casa de Andoain; Ozaeta, en Burdeos, compartiendo piso con la c¨²pula de ETA.
Con Barandiaran y Ozaeta en el poder llegaron los escoltas para todos, excepto para ellos y los del PNV, que no los necesitaban. "D¨¢bamos miedo", recuerda Vela, ahora segundo teniente de alcalde. "La gente se cambiaba de acera cuando nos ve¨ªa. Luego, te llamaban para pedirte perd¨®n", a?ade. "A m¨ª me dec¨ªan que parec¨ªa que iba detenido", recuerda Estanis Amutxastegi, actual primer teniente de alcalde (PSE).
Ambos daban miedo porque los etarras y sus simpatizantes los quer¨ªan muertos y porque durante los a?os en que Barandiaran gobern¨® el municipio se emplearon a fondo en que todo el mundo lo supiera, colocando dianas en las fachadas de sus casas, empapelando el pueblo con carteles que les llamaban "asesinos", "fascistas" y "enemigos del pueblo vasco", sentenci¨¢ndoles de muerte en cada pared de Andoain (15.000 habitantes).
"El d¨ªa que me pusieron escolta, cuando Barandiaran empezaba la campa?a, en 1999, se me cay¨® el mundo encima", recuerda Vela. "En ese preciso momento te das cuenta de que has perdido tu libertad, y que el ¨²nico espacio libre que te queda son las cuatro paredes de tu casa".
Y ni siquiera eso. A todos los concejales socialistas de Andoain les han quemado la casa alguna vez. Amutxastegi lo recuerda con pavor: "Casi queman a mi hija. Yo estaba en Asturias y me llamaron para decirme que hab¨ªan incendiado la casa y no sab¨ªan si ella hab¨ªa conseguido salir". Incendiaron sus viviendas y la de algunos vecinos, porque la primera vez sol¨ªan equivocarse -"enseguida te enviaban otro mensajito de 'la pr¨®xima no vamos a fallar", explica Amutxastegi-. Tambi¨¦n les gustaba dejar una copia de las llaves de las casas de sus v¨ªctimas en el felpudo, con amenazas de muerte para que los concejales supieran que ellos pod¨ªan entrar, matar y salir, en cualquier momento.
"Lo f¨¢cil habr¨ªa sido marcharse, pero hab¨ªa que mantener el tipo, porque hab¨ªa gente que nos apoyaba y porque esa gente ten¨ªa miedo", asegura el actual alcalde, el socialista Jos¨¦ Antonio P¨¦rez Gabarain. Ahora los socialistas de Andoain se re¨²nen como supervivientes en la Casa del Pueblo, un edificio reci¨¦n reformado que ense?an con orgullo y en el que tuvieron que construir una trampilla para poder salir vivos del s¨®tano si les incendiaban la sede con un c¨®ctel molotov. Son supervivientes porque saben lo que es enterrar a un compa?ero -lo ¨²nico que cuelga de las paredes son dos enormes retratos de Pagazaurtundua y De Lacalle- y sobre todo porque han sabido sobrevivir a la certeza de que les quieren muertos y al miedo permanente a que lo consigan.
El 8 de febrero de 2003, ETA volvi¨® a matar. Su v¨ªctima llevaba tiempo esper¨¢ndoles. "Joseba sab¨ªa que estaba rodeado de gente que apuntaba sobre sus pasos y que sus d¨ªas estaban contados", recuerda Maite Pagazaurtundua, hermana del jefe de la polic¨ªa local de Andoain asesinado a sangre fr¨ªa mientras le¨ªa la prensa en el bar de siempre.
"Cuando mataron a De Lacalle, Joseba empez¨® a escribir poemas. En uno, que le dedica a mi madre, dec¨ªa que sab¨ªa que le iban a matar y ped¨ªa que su grito de libertad no se apagara, porque si todos se arrugaban, los terroristas se saldr¨ªan con la suya. Andoain era el epicentro del infierno. El lugar donde la presi¨®n era m¨¢s fuerte, el proyecto piloto de los terroristas para intentar ahuyentar a los no nacionalistas hasta hacerles desistir", a?ade. Aquella ma?ana de s¨¢bado, Amutxastegi lo describ¨ªa as¨ª: "Nos han condenado a la pena capital y en cuanto pueden ejecutan a uno de nosotros. Vivimos como si estuvi¨¦ramos en el corredor de la muerte".
En el pleno que se celebr¨® mientras Pagazaurtundua agonizaba con dos balazos en la cabeza y uno en el hombro, Barandiaran se neg¨® a firmar una declaraci¨®n de condena del atentado. "Nunca me he sentido tan frustrado. No s¨®lo fueron incapaces de condenarlo, sino que nos metieron un discurso dur¨ªsimo en defensa de la lucha armada y la liberaci¨®n del pueblo vasco", recuerda Juan Carlos Cano, concejal del PP.
La moci¨®n de censura de Barandiaran, que hab¨ªa accedido a la alcald¨ªa en 1999 con solo 63 votos de ventaja sobre el PSOE, fracas¨® porque PNV y EA se negaron a apoyarla. El portavoz peneuvista de entonces, I?aki Egibar, no ha querido hacer declaraciones a este peri¨®dico. As¨ª que la pesadilla continu¨® un poco m¨¢s, con plenos en los que jam¨¢s se habl¨® de tr¨¢fico o de urbanismo, y a los que socialistas y populares dejaron de acudir, entre otras cosas, porque Ozaeta se negaba a dejar entrar a sus escoltas. "No hab¨ªa gesti¨®n. Se dedicaban exclusivamente a hablar de la liberaci¨®n del pueblo vasco y en torno a eso, todo estaba permitido. Lo ¨²nico que hicieron", recuerda Amutxastegi, fue crear una comisi¨®n de derechos humanos que sirvi¨® para comprarle un ordenador a un preso etarra (Asier Oyarzabal, Baltza, ex responsable de log¨ªstica). Barandiaran fue condenado e inhabilitado por ello.
Por todo esto, las detenciones de Ozaeta y Barandiaran no han sorprendido a los concejales, especialmente la de Ozaeta, que antes de terminar la legislatura abandon¨® su acta de concejal supuestamente para aprender ingl¨¦s en Irlanda. "Tengo dudas razonables de que Barandiaran estuviera metido en esta historia en aquella ¨¦poca, pero de Azoeta, no. Lo m¨¢s jodido de esto es que nosotros sabemos siempre, de una forma u otra, qui¨¦nes est¨¢n en el ajo. Y lo hemos dicho mil veces. No puedo entender que no se den cuenta de que aqu¨ª hay algo importante", asegur¨® Fernando Narciso, concejal socialista. Fuentes municipales aseguran que el pueblo es hoy la principal cantera de ETA.
El s¨¢bado, unas 200 personas se manifestaron en Andoain pidiendo la liberaci¨®n del hombre "que solucionaba los problemas de los chicos" (Barandiaran) y "una luchadora" (Ozaeta). La concentraci¨®n termin¨® con vivas a ETA.
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