Un p¨²blico variopinto
La afici¨®n que acude a Las Ventas, tradicionalmente dura y severa, se ha convertido en muy heterog¨¦nea
La historia del toreo nos ha ofrecido suficientes testimonios de que la plaza de toros de Madrid ha sido siempre dura, severa y clave para medir la importancia de un torero o de una ganader¨ªa. S¨®lo hay que evocar el trato "injusto" que dec¨ªa sufrir Rafael Guerra, Guerrita, para llegar a pronunciar la c¨¦lebre frase de que "en Madrid, que toree san Isidro". A?os despu¨¦s, fue el mismo Jos¨¦ G¨®mez, Gallito, quien harto de c¨®mo le increpaban en el Foro decidi¨® quitarse de una corrida en Madrid para preferir torear el 16 de mayo en Talavera de la Reina, donde un toro de infausto nombre, Bailaor, le esperaba con pitones afilados para darle una mort¨ªfera cornada.
En los a?os treinta, los tendidos se dividieron por la pol¨¦mica creada por Marcial Lalanda y Victoriano de la Serna con los toreros mexicanos, en lo que fue un encubierto enfrentamiento ideol¨®gico previo a la Guerra Civil. Los m¨¢s j¨®venes deben saber que en los a?os cuarenta hab¨ªa aficionados que ven¨ªan a Las Ventas con pitos para silbar a Manolete y que cuando Luis Miguel se autoproclam¨® en plena faena como el n¨²mero uno muchos quer¨ªan matarle y que a¨²n hay herederos de esa inquina. No puede olvidar el historiador la frialdad con la que la afici¨®n de Madrid despidi¨® a Julio Aparicio o a Gregorio S¨¢nchez o recibi¨® a Paco Camino o a Emilio Mu?oz por no haberse presentado de novillero. Es en los a?os previos a la muerte de Franco y los inmediatos posteriores cuando por influencia de la nueva cr¨ªtica taurina (Ili¨¢n, Vidal, Naval¨®n y Zabala, entre otros) y por el nuevo clima de reivindicaci¨®n general, algunos tendidos de la plaza asumieron un destacado protagonismo. Yo he visto a espectadores de un tendido leer los peri¨®dicos vespertinos Informaciones o Pueblo como protesta por lo que ocurr¨ªa en el ruedo, a otros gritar en pie con las manos en alto y a coro "?v¨¢monos, esto es un atraco!", y a otros muchos ir armados de rollos de papel higi¨¦nico para arroj¨¢rselos a Rafael de Paula y a Curro Romero. Ese Madrid ya no existe. Los a?os de la contestaci¨®n duraron hasta los ochenta, pero siempre hubo en la plaza un sector que se identificaba con la protesta m¨¢s evidente o la m¨¢s y mejor acci¨®n conjunta. Recuerdo las andanadas del ocho y el nueve y ¨²ltimamente el tendido siete como portavoces de distintos clamores populares.
Los espectadores arrojaban rollos de papel higi¨¦nico a Paula y Curro
Pero, en verdad, ?es a¨²n hoy la gente tan dura o ya ha perdido esa se?a de identidad? Yo sostendr¨ªa que el p¨²blico de Madrid es un heterog¨¦neo conjunto de muchas actitudes, de muy distintos estados de ¨¢nimo y de muy contrarias visiones del juego de un toro y de la actitud del torero. Entre otras cosas, porque adem¨¢s de su gran ingrediente social en San Isidro, Madrid no vive en fiestas como otras ciudades ni la actividad laboral se paraliza. Es decir, la gente va a la plaza despu¨¦s de sortear las adversidades de un d¨ªa de trabajo y sin haber disfrutado de "est¨ªmulos" festivos.
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