Discriminado por ser hombre
La custodia compartida se abre paso como la mejor opci¨®n para los hijos de separados - Pero el 97% se concede a la madre - ?Quer¨ªamos igualdad?
Hace d¨¦cadas eran vistos como bichos raros, pero ahora son legi¨®n. M¨¢s de 110.000 menores ingresan cada a?o en el ya saturado club de hijos de divorciados. Ni?os que tendr¨¢n que habituarse, una de dos, a la ausencia de un progenitor, casi siempre el padre, o a vivir a caballo entre dos casas. Los expertos creen que suele ser mejor para ellos lo segundo, la custodia compartida, pero los jueces siguen decidiendo lo primero. El 97% de las separaciones acaban con los hijos bajo la custodia de la madre. Una inercia dif¨ªcil de romper. ?Est¨¢ discriminado el var¨®n en las separaciones? Muchos creen que s¨ª.
Lo importante no es, dicen los especialistas, que los hijos vayan de una casa a otra, sino que el padre desaparezca de sus vidas tras la ruptura, algo que favorece la ley espa?ola. El C¨®digo Civil considera "excepcional" la custodia compartida y para otorgarla es necesario el informe favorable del fiscal, algo que en pa¨ªses europeos como Francia es habitual y que en el caso de Suecia, por ejemplo, supera el 90% de los casos. De las 15.721 rupturas registradas en los juzgados de Espa?a en 2006 de las que tienen datos, en 15.296 casos es el padre quien paga la pensi¨®n de alimentos y s¨®lo en 425 ocasiones lo hace la madre. Es decir, en el 97,28% de los casos la custodia de los menores se concede a la mujer.
Un tribunal acuerda que dos ni?os pernocten cada d¨ªa en un piso distinto
Una madre fue 14 veces de Mallorca a C¨¢diz y nunca pudo ver a sus hijos
Las 145.745 parejas que rompieron en 2006 ten¨ªan 110.982 hijos menores
Muchas sentencias se incumplen por la falta de control en su ejecuci¨®n
La sentencia de divorcio al uso en Espa?a atribuye a la mujer la custodia de los hijos, el domicilio conyugal y una pensi¨®n de alimentos. Esas tres patas son las que analiza por separado un proyecto de ley catal¨¢n que en pocas semanas entrar¨¢ en el Parlamento de esa comunidad. Es un texto pionero en Espa?a en el que se establece que la custodia compartida ser¨¢ la norma habitual que aplicar¨¢n los jueces y obliga a los padres a presentar en el juzgado un plan de parentalidad sobre c¨®mo piensan ejercer esa responsabilidad tras la ruptura. El proyecto, adem¨¢s, separa las cuestiones patrimoniales, como la casa y la pensi¨®n, de las afectivas, relacionadas con los hijos.
Diversas asociaciones de padres separados entienden que ¨¦se es el camino y ya han empezado a exigir al Gobierno de Rodr¨ªguez Zapatero que cambie la ley actual. Uno de los que est¨¢ m¨¢s implicado en esa batalla es Joan Carles Casta?¨¦, que salt¨® a los medios de comunicaci¨®n hace unos meses, cuando una juez le neg¨® la custodia compartida de sus dos hijos porque era cojo, entre otras razones. Recurri¨® y la Secci¨®n 18 de la Audiencia de Barcelona no s¨®lo no le dio la raz¨®n, sino que modific¨® el pacto que ten¨ªa con su ex mujer sobre el r¨¦gimen de visitas a los hijos, que ahora tienen ocho y cuatro a?os. En aplicaci¨®n de esa sentencia, los ni?os pernoctan los lunes con la madre; el martes, en casa del padre; el mi¨¦rcoles vuelven con la madre; el jueves est¨¢n con el padre desde que salen del colegio hasta las 20.00. Despu¨¦s con la madre y, el viernes empieza el fin de semana con el progenitor que corresponda, alternativamente.
Las cifras del Instituto Nacional de Estad¨ªstica (INE) se?alan que en 2006 se produjeron en Espa?a 145.745 rupturas matrimoniales -126.952 divorcios y 18.793 separaciones-, que afectaron a 110.982 hijos menores de edad. Una cifra notable comparada con las 211.818 bodas que se celebraron el mismo a?o. Durante 2005, se rompieron otras 136.876 parejas y los menores afectados fueron 86.465.
Del comportamiento de esos padres y de la decisi¨®n del juez depende la vida cotidiana de centenares de miles de ni?os en Espa?a. Y es que las mujeres siguen siendo, en su gran mayor¨ªa, las encargadas de la crianza y educaci¨®n de los hijos, pero cada vez surgen m¨¢s padres que, tras el divorcio, se implican en ello. Y, sin embargo, la justicia no les reconoce como tales en la mayor¨ªa de las ocasiones. A veces, mal aconsejados por sus abogados, renuncian de entrada a pedir la custodia compartida. ?No habl¨¢bamos de sociedad igualitaria?
"No comprendo que los jueces invoquen siempre el inter¨¦s del menor y que los ni?os han de tener una estabilidad emocional y despu¨¦s dicten sentencias como la m¨ªa", se lamenta Casta?¨¦. Pese al trasiego diario, sus hijos siguen integrados en su medio social y familiar. Su comportamiento es el de miles de hombres y mujeres, que en muchos casos, y si su econom¨ªa lo permite, se quedan a vivir en el barrio de su antiguo domicilio para mitigar en los menores los efectos de la ruptura.
Como Antoni Duran, que tiene 46 a?os y se separ¨® en 2003. Su ex mujer tiene reconocida la custodia, pero el hijo, de 14 a?os, pasa la mitad de la semana con su padre y la otra mitad con la madre. Fue ¨¦l quien se qued¨® el domicilio conyugal, tras comprarle a ella la mitad, y la mujer se march¨® a vivir a otro piso en el mismo barrio del Eixample barcelon¨¦s. "Lo importante es tener claro que se separa la pareja, no los hijos, y que se es padre toda la vida", dice.
El profesor de instituto y coordinador pedag¨®gico Alejandro Gonz¨¢lez, con m¨¢s de 20 a?os de experiencia, tambi¨¦n quita hierro a los efectos de la doble residencia en las notas. "Depende de cada estudiante, pero la movilidad de domicilios incluso puede llegar a ser positiva. Superado el impacto de la ruptura, los chavales aceptan como normal que tienen dos casas y eso no tiene porqu¨¦ influirles en los estudios".
"Lo importante es repartir de manera equitativa el cuidado y la cr¨ªa de los hijos, aunque sea en dos viviendas distintas". Pero la legislaci¨®n espa?ola no va por ah¨ª, explica Francisco Serrano, juez de familia de Sevilla desde hace 10 a?os. "No es razonable que se creen m¨¢s juzgados de violencia sobre la mujer que juzgados de familia. En lugar de favorecer la mediaci¨®n se est¨¢ estimulando el conflicto". Julio Bronchal, psic¨®logo especializado desde hace m¨¢s de 10 a?os en conflictos familiares y maltrato infantil tambi¨¦n lo tiene claro. "Siempre es preferible el tr¨¢nsito entre domicilios de padres que la ausencia de uno de ellos", que es la situaci¨®n que viven la mayor¨ªa de hijos de padres separados.
En las relaciones de pareja, como en las de padres e hijos, la distancia puede ser el olvido. O no. Elisa G., de 39 a?os, vive en Santander y se separ¨® en 2005. Tiene la custodia de los dos hijos, mellizos de 11 a?os, que est¨¢n con su padre dos d¨ªas por semana y fines de semana alternos. ?l se qued¨® a vivir en el mismo barrio, "y eso ha sido muy bueno para los ni?os, pero no para m¨ª". Reclama que no se revele su identidad y explica que se ha sentido acosada durante a?os "por un hombre que es muy celoso y que me lo ha hecho pasar muy mal, hasta el punto de ponerme un detective para seguir control¨¢ndome".
Otro caso bien distinto. El magistrado Jos¨¦ Luis Carratal¨¢ viv¨ªa en Valencia. En 2001 se acab¨® su matrimonio y se fue a ejercer a Barcelona. El hijo se qued¨® con la madre y desde entonces Carratal¨¢ recorre 700 kil¨®metros cada dos semanas, entre ir y volver, para estar con ¨¦l. "Vale la pena. Es mi obligaci¨®n como padre y el chaval lo agradece", dice.
"Lo importante es evitar el conflicto. A un ni?o no le deber¨ªan preocupar las consecuencias del divorcio, sino estudiar y pas¨¢rselo bien". Quien habla as¨ª es Amor Martos, de 30 a?os y administrativa de profesi¨®n. Acaba de fundar la Asociaci¨®n de Hijos de Padres Separados. Los suyos rompieron en 1991. "Me robaron la juventud", dice al evocar su experiencia. Durante cinco a?os frecuent¨® las comisar¨ªas de polic¨ªa, porque cuando estaba con su madre se escapaba con su hermano peque?o a casa del padre, al que no se le permit¨ªa visitar.
El suyo es un caso extremo, pero no es excepcional, porque en ocasiones son las mujeres las que pierden el contacto con los hijos. Amaya Puente de Mu?ozgoren tiene 49 a?os, es telefonista y vive en Palma de Mallorca. Tiene cinco hijos de entre 28 y 12 a?os y viv¨ªa en una situaci¨®n econ¨®mica muy c¨®moda por los ingresos de su marido. En julio de 2005 ¨¦l se fue a vivir a la casa de veraneo de Sanl¨²car de Barrameda (C¨¢diz) con los peque?os y la madre nunca m¨¢s ha podido estar con ellos. El hombre tiene la custodia y ella explica que es porque ha manipulado a los menores y ellos "han preferido el dinero y la comodidad que les ofrece su padre a la presencia de su madre". Es lo que algunos psic¨®logos definen como s¨ªndrome de alienaci¨®n parental (SAP), el rechazo hacia un progenitor que el otro crea en el hijo.
Algunos colectivos niegan el SAP argumentando que no est¨¢ diagnosticado por la Organizaci¨®n Mundial de la Salud, pero se llame como se quiera, los psic¨®logos lo constatan desde hace tiempo cuando analizan a los hijos y entregan su informe al juez. Amaya explica que en estos casi tres a?os transcurridos desde la marcha, ha viajado de Palma de Mallorca a C¨¢diz en 14 ocasiones y que nunca pudo ver a sus hijos.
A pesar de que los divorcios y sus consecuencias afectan durante a?os a centenares de miles de personas, en Espa?a no existe una jurisdicci¨®n especializada en familia, como ocurre con los juzgados mercantiles o de menores, entre otros. En algunas grandes ciudades hay juzgados a los que se les atribuyen esas competencias exclusivas en familia y en el resto son juzgados de primera instancia e instrucci¨®n, en los que el mismo juez que decide sobre los efectos de una separaci¨®n, sentencia una ri?a de vecinos o encarcela a un ladr¨®n.
Posiblemente si hubiera jueces especializados ser¨ªan m¨¢s sensibles a casos como el de Joan Vil¨¤, empresario de 44 a?os que vive en Barcelona. Hace ocho meses que su ex mujer se fue a vivir a Sevilla, a 1.200 kil¨®metros, con sus hijas, de 11 y 8 a?os. ?l lo denunci¨® y la justicia la requiri¨® para que regresara, pero ahora otra resoluci¨®n judicial la autoriza a seguir all¨ª. Juan Martos tambi¨¦n vive en Barcelona y tiene una hija de ocho a?os a la que se llev¨® su madre a Miranda de Ebro (Burgos) en julio de 2006 y todav¨ªa no ha vuelto. La justicia le reconoci¨® la posibilidad de visitarla cada 15 d¨ªas. "Hace dos meses que dej¨¦ de ir, porque no puedo pagarlo", dice.
La cuesti¨®n de fondo es que, tal y como funciona nuestro sistema judicial, no existe un control efectivo en la ejecuci¨®n de las sentencias de familia, empezando por el incumplimiento del pago de las pensiones de alimentos, que es un delito, y acabando por los impedimentos para que los progenitores est¨¦n con sus hijos cuando les corresponda, sea en fin de semana o vacaciones. Son situaciones que requerir¨ªan una r¨¢pida respuesta judicial, porque de nada sirve que un juez reconozca esos derechos cuando ya es tarde.
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