El falso mito de la estabilidad
La sociedad actual se articula sobre familias que han adoptado formas muy diversas. Del modelo de familia en donde un padre y una madre educaban a los hijos hemos pasado, entre otras, a las familias monoparentales, reconstituidas o familias sin v¨ªnculos legales. A¨²n lo anterior, todas comparten una caracter¨ªstica com¨²n, como es el hecho de que el reparto de papeles del trabajo en el hogar y del que sale de ¨¦l, para buscar los recursos con los que sustentarlo, se ha diluido. Los padres y las madres son, con desigual distribuci¨®n, encargados del hogar y trabajadores que pasan largas jornadas de trabajo fuera de casa. De este modo, los hijos de ¨¦stos se han acostumbrado a pasar de las manos de sus progenitores a las manos de los docentes, para luego transcurrir por las manos de los encargados del comedor escolar, la ludoteca, el transporte escolar, las clases extraescolares, los abuelos, los trabajadores dom¨¦sticos hasta que, a altas horas de la noche, vuelven a los brazos de sus padres que, en el mejor de los casos, juegan un poco con ellos, los ba?an, dan de cenar y acuestan.
A poco que nos fijemos los ni?os van de un universo a otro sin mostrar mayores esfuerzos y, m¨¢s importante a¨²n, secuelas. En las familias donde los padres est¨¢n divorciados los ni?os a?aden a lo anterior la alternancia de habitaciones, fines de semana y vacaciones con sus respectivos padres, sin referir tampoco trauma alguno a los profesionales. Los psic¨®logos tenemos claro que los ni?os necesitan crear v¨ªnculos fuertes y que cuantos m¨¢s creen mucho m¨¢s seguros se desarrollar¨¢n. Los v¨ªnculos que establecen les enlazan con las figuras significativas de su entorno -padres, abuelos, amigos- y con los mundos privados que rodean a cada uno, que les ofrecen alternativas, afectos y modelos distintos. El mayor dolor que puede sufrir un ni?o en un divorcio es ver c¨®mo sus padres se enfrentan y sentir que pierde la posibilidad de estar en contacto con uno de ellos. Si, adem¨¢s, esto es impuesto por uno de los padres, que le obliga a profesar un amor fiel, a la par que un rechazo encarnizado al otro, el dolor se convertir¨¢ en maltrato.
Nuestra sociedad debe entender que las parejas se rompen, pero que eso nunca ocurrir¨¢ con la familia del ni?o. All¨ª donde est¨¦ ese hombre y esa mujer ser¨¢n su padre y su madre. A fin de cuentas, y como todos sabemos, para educar a un ni?o hace falta toda la tribu. ?De qu¨¦ nos extra?amos entonces?
Jos¨¦ Manuel Aguilar es psic¨®logo cl¨ªnico. Autor del libro Tenemos que hablar. C¨®mo prevenir los da?os del divorcio.
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