Espect¨¢culo encuadernado
Ahora resulta que "al libro le sienta bien la crisis". La verdad es que no recuerdo un clima semejante de euforia libresca desde la ¨¦poca en que, durante los primeros gobiernos socialistas, la gente parec¨ªa infectada por el virus de la alta cultura (¨®pera, conciertos, teatro) y, tras a?os a dieta de ensayo de actualidad pol¨ªtica, se lanz¨® a comprar las novelas "diferentes" de los (entonces) j¨®venes autores de la llamada "nueva narrativa".
Mientras casi todos los dem¨¢s sectores crujen, el del libro parece inmune a la contracci¨®n del mercado. Incluso los libreros, proverbiales malcontentos, como ya constataba Torres Villarroel ("mal haya quien me aconsej¨® que buscase la vida en la far¨¢ndula de los libros despu¨¦s de que los hombres se descartaron de racionales", pone en boca de uno de ellos), se muestran menos quejosos de lo habitual. Un optimismo, por cierto, retroalimentado por una serie de declaraciones sorprendentes, cuando no francamente peregrinas: que si el libro es rentable en ¨¦poca de crisis "porque es barato y ocupa mucho tiempo", que si es un bien-refugio porque se usa como regalo econ¨®mico (en vez de corbatas o "fragancias"), que todo es estupendo porque, seg¨²n los datos de Nielsen (glosados ahora como enc¨ªclicas papales), en el primer trimestre de este a?o se vendieron un 20% m¨¢s de ejemplares (insisto: de ejemplares) que en igual periodo de 2007, etc¨¦tera. Y, por supuesto, nadie dice nada acerca del porcentaje devoluci¨®n / t¨ªtulo.
Mientras casi todos los sectores crujen, el del libro parece inmune a la contracci¨®n del mercado
Es verdad: ahora lee m¨¢s gente que nunca. Y se compran m¨¢s libros: sobre todo cuando en el mismo trimestre coinciden cuatro o cinco "fen¨®menos sociol¨®gicos" que se llevan al agua el gato de la exigua partida familiar destinada a la cultura escrita. En cuanto a que los editores son ahora "m¨¢s agresivos para divulgar", eso ya es otra cosa. En general, s¨®lo se "divulga" bien lo obvio. A pesar de las (pintorescas) declaraciones en el sentido de que "hay que tratar el libro como un espect¨¢culo", el presupuesto para publicidad de los grandes grupos est¨¢ todav¨ªa demasiado concentrado en lo evidente (lo de cuantioso anticipo). El resto de ese presunto marketing agresivo se invierte en convencer a los libreros y presionar a los medios para que publiciten gratis et amore productos pretendidamente "medi¨¢ticos" que rellenen sin mayores problemas las p¨¢ginas (o espacios) de cultura. A eso van dirigidas las nuevas "estrategias": desde el bombardeo de "pruebas sin corregir" acompa?adas de ced¨¦s promocionales que nadie mira, hasta regalos de cocteleras para que los comunicadores ayuden a "divulgar" una nueva colecci¨®n-c¨®ctel de narrativa. Lo mejor que le puede ocurrir a un editor es que el responsable de las p¨¢ginas de cultura se enganche con uno de esos "fen¨®menos soci¨®logicos". Poco gasto en anuncios (de los que tambi¨¦n, por cierto, viven los medios) y promoci¨®n gratuita. Un chollo.
Pero Casandra sabe, como Lipovetsky, que vivimos en una sociedad de "inflaci¨®n decepcionante": cuidado con las altas expectativas porque nuestro umbral de frustraci¨®n es cada vez m¨¢s bajo. Y no todos los trimestres, ni siquiera todos los a?os, coinciden tantos astros librescos en ¨®rbitas conc¨¦ntricas. Nuestra cadena del libro es madura, pero sigue adoleciendo de serios problemas: ¨ªndice de lectura todav¨ªa insuficiente, bibliotecas p¨²blicas ina-propiadas (faltan edificios, personal, horarios decentes en fines de semana), bibliotecas escolares inexistentes (?d¨®nde ha ido a parar el dinero a ellas destinado?), Ley de Propiedad Intelectual inadecuada, por s¨®lo citar algunos. Y todo ello en un sector excesivamente territorializado y cuyo ministerio padece una end¨¦mica carencia de medios para elaborar datos y encuestas fiables o anticipar, liderar y coordinar iniciativas. Mientras tanto, disfrutemos (con optimismo) de la Feria del Libro de Madrid. Y a ver si sus organizadores consiguen convertirla en un gran "espect¨¢culo" al que no s¨®lo acudan (como indican ciertos informes) los que habitan en los distritos m¨¢s pr¨®ximos al Retiro.
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