Pensar con los pies
Salta a la mesa el sintagma "intelectuales futboleros" y David Trueba niega la mayor. No por futbolero, sino por intelectual. "Intelectuales son Habermas y los acad¨¦micos. Yo me considero m¨¢s del entertainment, del mundo del espect¨¢culo. Por oficio estoy m¨¢s cerca de Sara Montiel. Tal vez Gonzalo, que es un pensador...". "?Yo?", responde ¨¦ste revolvi¨¦ndose en la silla: "Individuo en dificultades. Yo quer¨ªa ser explorador. Luego entend¨ª que explorar era cazar moscas. Nunca me he puesto la bata de escritor". El mismo d¨ªa en que el Manchester United le birl¨® la Champions al Chelsea en los penaltis y a tiro de piedra de la Eurocopa de Austria y Suiza, que se abre el pr¨®ximo s¨¢bado en Basilea, los dos escritores y cineastas se re¨²nen en un restaurante madrile?o.
Gonzalo Su¨¢rez realiz¨® informes para el Inter de Mil¨¢n, al que entrenaba Helenio Herrera, el marido de su madre
Uno de los protagonistas de la nueva novela de Trueba es un futbolista argentino que ficha por un equipo espa?ol
"El f¨²tbol es un drama en directo, y es muy dif¨ªcil llevar esa pasi¨®n al diferido o a una pel¨ªcula" (David Trueba)
"Chillida me dijo que hab¨ªa aplicado a su escultura nociones sobre el espacio aprendidas del f¨²tbol" (Gonzalo Su¨¢rez)
David Trueba (Madrid, 1970) advierte de que ¨¦l es un mero aficionado y Gonzalo Su¨¢rez (Oviedo, 1934) a?ade que nadie sabe de f¨²tbol. Ni de econom¨ªa: "Si entendieran, hubieran dicho a principios de a?o que el Zaragoza iba a bajar a Segunda y que la crisis estaba encima. Yo creo en el destino, pero a posteriori". "El partido del domingo se ve mejor el lunes", a?ade Trueba, cuya ¨²ltima novela, Saber perder (Anagrama), cuenta entre sus protagonistas con un futbolista argentino que ficha por un equipo espa?ol. Cuando naci¨® David Trueba, Gonzalo Su¨¢rez ya hab¨ªa publicado seis libros y dirigido tres pel¨ªculas. "Lo conozco desde ni?o", dice ¨¦ste de aqu¨¦l. Y a?ade: "?Dios m¨ªo, de todo hace ya veinte a?os! Cuando no cuarenta".
La relaci¨®n del director de El portero con el f¨²tbol dar¨ªa para una novela (adaptable al cine, claro). El segundo marido de su madre fue Helenio Herrera, considerado el primer entrenador moderno de f¨²tbol y al que se atribuyen ocurrencias ya hist¨®ricas como: "Se juega mejor con diez que con once" o "vamos a ganar sin bajarnos del autob¨²s". En los a?os en que H. H. entren¨® al Inter de Mil¨¢n, Gonzalo Su¨¢rez realiz¨® informes sobre los rivales del equipo italiano. "No era un ojeador. No miraba jugadores. Para eso ya ten¨ªa Helenio unas fichas muy completas, como las de las bibliotecas. Yo era un esp¨ªa", aclara. De aquella experiencia surgi¨® en 1964 Los once y uno, una novela montada a partir de an¨¦cdotas reales del Inter y el Bar?a componiendo un solo puzle. Sobre ella lleg¨® incluso a hacerse un gui¨®n para la Warner, con una duda respecto al actor protagonista: el propio Helenio Herrera u Orson Welles. Adem¨¢s, en la primera mitad de los sesenta, Gonzalo Su¨¢rez public¨® reportajes y entrevistas en diversos peri¨®dicos bajo el seud¨®nimo de Mart¨ªn Girard. Como apunta Javier Cercas, cuyo primer libro publicado no fue ninguna novela, sino un ensayo sobre la obra de Su¨¢rez, aquellas cr¨®nicas se adelantaron diez a?os al nuevo periodismo. En 2006 quedaron recogidas en un volumen imprescindible: La suela de mis zapatos (Seix Barral).
Justo antes de empezar a hablar de f¨²tbol, David Trueba y Gonzalo Su¨¢rez -que a partir de la semana que viene analizar¨¢n la Eurocopa para la secci¨®n de Deportes de este peri¨®dico- reparan en que ambos, de j¨®venes (o de m¨¢s j¨®venes), hab¨ªan jugado... al balonmano.
Gonzalo Su¨¢rez. Pero yo al balonmano de once contra once en campo de f¨²tbol. Era precioso.
David Trueba. Una especie de rugby.
G. S. S¨ª, de hecho, yo viv¨ª los primeros tiempos del rugby en Espa?a, en la facultad. Nos entrenaba Andr¨¦ Courr¨¨ges.
D. T. ?El dise?ador de moda? A m¨ª el balonmano me parece el deporte perfecto, como un ajedrez con personas. Espa?a es una potencia mundial y los medios no le dan relevancia.
G. S. A m¨ª dej¨® de interesarme cuando pas¨® a ser de siete y en cancha de cemento. Soy herb¨ªvoro, no me gusta el cemento.
D. T. Yo perd¨ª el gen competitivo a los quince a?os.
G. S. Pues a m¨ª me lo insufl¨® Helenio Herrera. Yo hab¨ªa sido un ni?o de pasillo. Toda mi infancia, toda la posguerra. No de barrio, como otros ni?os.
D. T. Ser¨ªa curioso analizar ese gen. Maradona lo sigue teniendo. Y los que conoc¨ªan a Cruyff dicen que no toleraba no ganar. Terminaba los entrenamientos y se quedaba a jugarse dinero viendo qui¨¦n le daba m¨¢s veces al larguero en lanzamientos de falta. Es gente con la competici¨®n en la sangre.
G. S. Helenio hasta en los aviones ten¨ªa que salir el primero. Era una continua carrera. Pero eso lo da el hambre, al menos en su caso. Hab¨ªa superado una miseria tan extrema que a partir de ah¨ª se puso a correr y no par¨®.
D. T. Es gente que asocia el juego a ganar. Otros, a disfrutar.
G. S. O a imaginar. Porque para ser competitivo necesitas anteojeras y limitar tu visi¨®n.
D. T. Es lo que comentaban Mastroianni y Vittorio Gassman de los actores. Cuanto m¨¢s tonto fuera, mejor. En el sentido de cuanto m¨¢s vac¨ªo, para poderse llenar con el personaje. Luego se ha entendido mal lo de tonto, aunque un tonto es peligros¨ªsimo, sea en un rodaje o en un campo de f¨²tbol, es peor que un malo. Se refer¨ªan a alguien que llega de nuevas, que est¨¢ dispuesto a ser formado.
G. S. Eso ser¨ªa inocencia. En ese sentido yo no he dejado de ser tonto. De hecho, El idiota, de Dostoievski, fue durante mucho tiempo mi libro de cabecera.
PREGUNTA. ?El gen competitivo tambi¨¦n es decisivo para el espectador? ?Se puede disfrutar un partido sin querer que gane un equipo concreto?
D. T. Es distinto. Eso es elegir, no ser fan¨¢tico. En cuanto veo un partido ya tengo uno que quiero que gane. Y si gana me hago del otro, porque la celebraci¨®n del triunfo me parece tan hortera... Es uno tan idiota en cuanto empieza a hacer as¨ª [levanta los dos brazos].
P. ?Y por qu¨¦ engancha el deporte a la gente?
D. T. Es que es de los pocos aspectos de la vida que concede la posibilidad de que el d¨¦bil venza al poderoso. Por eso se engancha la gente. En la vida real es imposible: en la pol¨ªtica, en la banca... El deporte concede esa peque?a ventanita de placer donde todos los d¨¦biles del mundo se al¨ªan o donde los d¨¦biles se hacen del poderoso porque les concede un domingo de poder. Luego termina el partido, cogen el metro y se vuelven al suburbio.
G. S. A m¨ª hay dos cosas que me repugnan. Una, la din¨¢mica de grupo. No me gusta la mentalidad del grupo. La otra es el p¨²blico masivo de los estadios. Adem¨¢s, nunca he conocido a nadie que sea "el p¨²blico". Nadie es "el p¨²blico". Creo que hay que preservar a la persona. Escribo y hago cine persona a persona. Donde no est¨¢ la persona se impone lo m¨¢s irracional. Da miedo. Me dio miedo en su d¨ªa, cuando hac¨ªa los informes para Italia, que era una tarea muy sencilla porque te dec¨ªan muy concretamente lo que quer¨ªa Helenio. Fue el primer pa¨ªs que puso rejas entre el campo y el p¨²blico. Te ve¨ªan escribir y se empezaban a meter contigo, eras sospechoso. No me f¨ªo de la masa que ve blanco donde es negro en funci¨®n de la camiseta. Por eso creo que la fidelidad a un equipo es bastante tonta. Si te gusta el f¨²tbol, es contradictorio con el hecho de que tengas que seguir una bandera. Eso siempre me da miedo. Banderas, sotanas, todo eso que se mueve al viento me produce escalofr¨ªos porque lo que viene detr¨¢s no me gusta.
D. T. Eso ya es entrar en para qu¨¦ se utiliza el f¨²tbol.
G. S. Como contrapartida habr¨ªa que hablar de la descarga de adrenalina que se canaliza en los estadios. Algo que en otros escenarios ya sabemos qu¨¦ resultado da. Pero me molesta saber que bastan unas circunstancias, una banderita, una camiseta, para que nos convirtamos en eso.
D. T. Hay una necesidad social de pertenecer a un grupo. Como el espa?ol no es de partido pol¨ªtico -tiene una fidelidad pero no la puede ejercer en p¨²blico porque est¨¢ mal visto-, el f¨²tbol canaliza esa necesidad. Por otro lado, pr¨¢cticamente todos los mundiales han estado al servicio de la corrupci¨®n pol¨ªtica. Incluido el de Espa?a 82, que era un mundial que hab¨ªa pedido Franco en vista del gran ¨¦xito que les report¨® a las dictaduras brasile?a y argentina. Ahora pasa lo mismo con los Juegos Ol¨ªmpicos de Pek¨ªn.
P. El f¨²tbol ha dado grandes cronistas, pero no gran literatura ni gran cine. ?Cu¨¢l ser¨ªa la gran pel¨ªcula sobre f¨²tbol?
G. S. Yo no he visto ninguna buena, porque Evasi¨®n o victoria, de John Huston, era simplona y falsa, en lo que al f¨²tbol respecta.
D. T. La saeta rubia tiene la curiosidad de ver a los futbolistas reales, pero no tiene mayor inter¨¦s. Ya empieza a haber un g¨¦nero tangencial, desde Fiebre en las gradas [basada en el libro de Nick Hornby sobre el Arsenal] hasta Quiero ser como Beckham. El f¨²tbol es el tel¨®n de fondo.
G. S. Mientras el bal¨®n sea redondo y el resultado imprevisible, el f¨²tbol ser¨¢ imposible de trasladar a la pantalla.
P. ?El hecho de que se trate de un deporte colectivo a?ade dificultad?
G. S. Varias dificultades: ?que sean futbolistas o que sean actores? Si son futbolistas, ?tienen que actuar? ?Qu¨¦ colores pones, qu¨¦ club? ?Te lo inventas y reconstruyes todo el contexto? Resultar¨ªa muy problem¨¢tico.
D. T. Tienes que invent¨¢rtelo. Yo la har¨ªa encantado. Siempre que la pel¨ªcula no transcurriera en el campo. S¨®lo si no pones a los jugadores en el c¨¦sped puedes salvar la pel¨ªcula.
P. Con otros deportes s¨ª se han hecho grandes pel¨ªculas, empezando por el boxeo.
G. S. En las pel¨ªculas de boxeo se habla de la mafia, de corrupci¨®n, de gente pagada por perder. ?Qu¨¦ equipo de f¨²tbol asume eso? Te lo tienes que inventar todo.
D. T. Una gran pel¨ªcula ser¨ªa sobre la selecci¨®n Argentina de 1978, pero qui¨¦n hace de Kempes. Se han hecho pel¨ªculas a mayor gloria de Zidane, de Di St¨¦fano, de Maradona como se han hecho a mayor gloria de la Pantoja.
P. Maradona ya lleva varias. En Cannes se estren¨® la de Kusturica. Y aprovech¨® para criticar a Pel¨¦, que sal¨ªa, por cierto, en la pel¨ªcula de Huston.
D. T. Pel¨¦ ha decidido hacer dinero arrim¨¢ndose a los poderosos y Maradona ha decidido hacer dinero haciendo la revoluci¨®n. Son dos polos del mismo sistema. Pero que una persona le diera prodigiosamente bien a un bal¨®n no significa que su opini¨®n sobre la pol¨ªtica mundial tenga ninguna importancia. Por cierto, es posible que la mejor pel¨ªcula sobre f¨²tbol sea el v¨ªdeo del gol de Maradona a Inglaterra en el mundial de M¨¦xico.
G. S. Y eso que el f¨²tbol no se ve bien por televisi¨®n. Muchas veces lo importante no es ver la jugada sino d¨®nde no est¨¢ el bal¨®n. Lo importante es ver el espacio. Eduardo Chillida, que hab¨ªa sido portero de la Real Sociedad, me dijo que ¨¦l hab¨ªa aplicado a su escultura nociones sobre el espacio que hab¨ªa aprendido en el f¨²tbol.
P. Ir¨ªbar dec¨ªa que la televisi¨®n hab¨ªa matado la imaginaci¨®n. Y que hab¨ªa hecho mucho da?o, sobre todo, a los porteros.
D. T. La televisi¨®n corrompe todo lo que toca. En la retransmisi¨®n no tiene ninguna importancia ni la colocaci¨®n ni el espacio, que es, eso dicen los que entienden, lo m¨¢s importante. Nunca apreciar¨¢s a un jugador que abra huecos, que sea oportuno. Porque su trabajo no sale en la tele. Por eso algunos presidentes s¨®lo quieren fichar delanteros.
G. S. Los jugadores de clase (Luis Su¨¢rez, Guardiola) siempre han sido jugadores en gran angular, ve¨ªan el espacio. Pero el jugador que m¨¢s suele gustar es el de teleobjetivo: el que regatea y hace lo imposible. Pero esa jugada es excepcional e irrepetible.
D. T. El f¨²tbol es un drama en directo, y es muy dif¨ªcil llevar esa pasi¨®n al diferido o al grabado que es una pel¨ªcula. Los deportes han sido cinematogr¨¢ficos o literarios cuando han sufrido la manipulaci¨®n de quien los miraba. Las grandes pel¨ªculas de boxeo no hablan sobre los combates. Lo interesante es lo que rodea a los personajes. Si consigues hacer una obra rica en el desarrollo de los personajes, el f¨²tbol resulta tan interesante como el curso del r¨ªo Misisipi. Depende de la calidad de la mirada.
P. ?Y no se podr¨ªa aplicar al f¨²tbol la misma mirada manipuladora que al boxeo? El f¨²tbol ha generado mejores cr¨®nicas que ficciones.
G. S. El boxeo como met¨¢fora es m¨¢s estricta: es uno contra otro. Y el hecho de que se d¨¦ en un cuadril¨¢tero es m¨¢s inteligible como representaci¨®n. Adem¨¢s, lo mitificaron los surrealistas, la novela negra... Lo importante es amueblar la realidad. Por eso la gente quiere que le cuentes al d¨ªa siguiente lo que ha visto el d¨ªa anterior. Y sabiendo, adem¨¢s, el resultado.
D. T. La cr¨®nica es fundamental.
G. S. S¨ª, para no perderse en el agujero negro del instante.
D. T. Ha habido escritores que han hablado bien de f¨²tbol. Aparte de Gonzalo, que lo ha hecho muy bien, est¨¢n los argentinos. Siendo justos, porque luego ha ca¨ªdo todo en la parodia, lo que hizo Valdano cuando se puso a escribir de f¨²tbol tiene mucho valor. Que lo hiciera bien V¨¢zquez Montalb¨¢n tiene un relativo m¨¦rito porque ya ten¨ªa atribuido el factor intelectual, pero Valdano fue el primero que, salido de los campos, empez¨® a contar el f¨²tbol muy bien, con iron¨ªa, con sentido m¨ªtico. Luego, cuando conoces la sensibilidad argentina y uruguaya, descubres que ¨¦l era heredero de la tradici¨®n de Roberto Fontanarrosa, de Osvaldo Soriano, escritores que han bordeado los g¨¦neros. Fontanarrosa era vi?etista, y Soriano, periodista y novelista negro. Su relato sobre el maracanazo [Obdulio Varela. El reposo del centroj¨¢s] es maravilloso.
P. Ahora hay m¨¢s escritores futboleros, pero en la literatura espa?ola el caso m¨¢s socorrido era siempre el poema de Alberti a Platko, el portero h¨²ngaro.
D. T. Y Vinicius de Moraes tiene un poema muy bonito a Garrincha, El ¨¢ngel de las piernas torcidas. Si al atraso hist¨®rico espa?ol le a?ades la Guerra Civil, cuando llegamos a los cuarenta y cincuenta, que es cuando se da la explosi¨®n del f¨²tbol, tenemos un pa¨ªs de un catetismo abrumador. Para ser intelectual aqu¨ª hab¨ªa que fingir unas cosas que en Argentina, M¨¦xico o Francia no hab¨ªa que fingir. Gonzalo, t¨² conoces bien la tradici¨®n francesa.
G. S. Yo empiezo a no acordarme de nada.
P. Albert Camus jug¨® de portero.
D. T. El deporte siempre ha sido importante para muchos escritores. Orhan Pamuk es seguidor del Fenerbahce. Y Coetzee en Diario de un mal a?o hace varias reflexiones sobre el cr¨ªquet. Coetzee escribe muy bien sobre el deporte, y habla, precisamente, de la profunda antipat¨ªa que produce la celebraci¨®n de un triunfo deportivo. Esa est¨²pida man¨ªa de celebrarlo todo como si fuera el no va m¨¢s, por cualquier excusa te cierran la Cibeles o Canaletas, formando parte de esa hiperinflaci¨®n medi¨¢tica del f¨²tbol, donde cada peque?a cosa que sucede es hinchada artificialmente para sacar dinero.
G. S. Yo la verdad es que prefiero que me las juzguen antes (risas). De cualquier cosa se puede sacar buena literatura, depende, como dec¨ªamos, de la mirada.
D. T. S¨ª, y ahora que las batallas son teledirigidas, quiz¨¢s el f¨²tbol tenga algo de batalla que se puede contar.
P. ?El deporte es la ¨¦pica de nuestro tiempo?
D. T. No, la ¨¦pica hoy est¨¢ en las pateras, no en el Bernab¨¦u. Los medios han terminado con la ¨¦pica. Cuando yo era peque?o le¨ªa las cosas que se escrib¨ªan sobre cine para ser mejor espectador, para encontrar en las pel¨ªculas cosas que no hab¨ªa sabido encontrar. Como ahora vivimos en una ¨¦poca de dorar la p¨ªldora al consumidor, la escritura sobre las cosas tiene como objetivo crear peores espectadores. Te hacen tragar que lo que est¨¢s viendo es buen¨ªsimo, y luego... Se ha perdido el sentido cr¨ªtico y la idea de hacer mejor al que mira. Por otro lado, hasta los cient¨ªficos y los intelectuales tienen que acreditar hoy triunfos deportivos para ser reconocidos. Crear una vacuna que salve millones, arrasar en taquilla.
G. S. El problema es que hay inflaci¨®n. Hay un partido del siglo cada semana. Y la mejor novela de los diez ¨²ltimos a?os sale cada dos meses.
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