El socialismo liberal / 4
Los textos son casi siempre generadores de ambig¨¹edad y con frecuencia de confusi¨®n. En especial los period¨ªsticos. Esto es lo que est¨¢ sucediendo con mi contribuci¨®n al tema al que vuelve este art¨ªculo. Conviene pues que diga que yo no defiendo, no he querido defender la corriente ideol¨®gica-pol¨ªtica que cubre la designaci¨®n socialismo liberal sino que habiendo vuelto a encontrar, 30 a?os despu¨¦s, los fecundos e ignorados textos de Carlo Rosselli, Guido Calogero, Jean Matouk, Rainer Eisfeld y Aldo Capitini he comprobado que la problem¨¢tica que les era com¨²n conservaba toda su centralidad. Pues la necesidad de instalar la libertad en el coraz¨®n mismo de la igualdad y de establecer entre ambas una indisociabilidad radical tiene hoy mayor vigencia, si cabe, que cuando Bobbio la postulaba en Quale Socialismo? -Einaudi 1976-.
Las exquisiteces hedonistas del pensamiento posmoderno han dejado intacta la estructura de la dominaci¨®n
Los escapismos individualistas y las exquisiteces hedonistas del pensamiento postmoderno han dejado intacta la estructura de la dominaci¨®n: los ricos cada vez m¨¢s poderosos y los poderosos cada vez m¨¢s ricos. Los promotores de la libertad perdidos en su burbuja personal, los defensores de la justicia social dispuestos a sacrificarlo todo en el altar de lo colectivo. Frente a esta doble renuncia, el sincretismo de las conciliaciones blandas de la Tercera V¨ªa a que nos invita Giddens es un m¨¢s de lo mismo, absolutamente condenable porque confirma, querido colega Antonio Gonz¨¢lez, el primado de lo h¨ªbrido, que acompa?a el vivir contempor¨¢neo y subraya lo incongruente de un antagonismo que funciona como desencadenante de m¨²ltiples reacciones casi in¨²tiles en la misma direcci¨®n.
Entre ellas, en estos d¨ªas, aqu¨ª en Francia, dos en forma de libros-entrevista. Uno de un joven cuarent¨®n franco-catal¨¢n, hijo de un gran pintor barcelon¨¦s, Xavier Valls, que proclama al mismo tiempo su moderaci¨®n y su impaciencia de poder, exigiendo una renovaci¨®n total pero sin romper nada, sin agravios ni sangre. Manuel Valls en las casi 200 p¨¢ginas de su di¨¢logo con Claude Askolovitch, proclama una y otra vez su pragmatismo, que con los resultados de su acci¨®n como alcalde de la ciudad de Evry, son su ¨²nica credencial pol¨ªtica. Un pragm¨¢tico que quiere cambiarlo todo, hasta el nombre de su partido que dejar¨ªa de llamarse socialista. Lo mejor de Manuel Valls, con sus prisas y su simp¨¢tica ingenuidad, es que no enga?a, comenzando por el t¨ªtulo de su libro Para acabar con el viejo socialismo... y ser por fin de izquierdas. El autor, de un extremo posibilismo, reivindica, con las debidas precauciones, los OGM y la energ¨ªa nuclear as¨ª como su convencimiento de que "no se puede ser progresista, si no se es liberal". No tiene sentido, porque no es su prop¨®sito, buscar en el libro de Valls una profundizaci¨®n de estos t¨¦rminos y de la posible fecundidad de su conjunci¨®n. A ¨¦l le basta con proclamarse renovador.
La otra reacci¨®n tambi¨¦n de un alcalde, pero esta vez de Par¨ªs, es la de Bertrand Delano?, al que el actual director del diario Lib¨¦ration, Laurent Joffrin, somete a una larga entrevista, que acaba de ser publicada en forma de libro con el t¨ªtulo de De l'audace! Despu¨¦s de siete a?os al frente de la alcald¨ªa parisina y de un balance que se considera, en t¨¦rminos generales, positivo, Delano? es un serio candidato a la jefatura del Partido Socialista franc¨¦s, y m¨¢s all¨¢ a la presidencia de la rep¨²blica de su pa¨ªs, ya en competencia abierta con S¨¦gol¨¨ne Royal y la larga lista de rivales potenciales: Fran?ois Hollande, Lionel Jospin, Strauss-Kahn, etc., raz¨®n que aconseja dejar su tratamiento en detalle para mejor ocasi¨®n.
Hoy y aqu¨ª s¨®lo insistir en su vocaci¨®n y capacidades de gesti¨®n desde la izquierda que profesa y ejerce. Delano? el antigauchista militante, totalmente al¨¦rgico al comunismo, para quien la econom¨ªa de mercado no es una opci¨®n ni un debate sino un hecho, s¨®lo se interesa por los proyectos que conducen a la acci¨®n como es propio de quien se considera parte de la izquierda de gobierno. Lo que quiere decir, seg¨²n ¨¦l, aceptar las exigencias de la gesti¨®n e introducir los m¨¦todos del management privado en la administraci¨®n p¨²blica, o sea, conocer y adoptar la cultura de la empresa. Todo esto lo dice y hace el alcalde de Par¨ªs con la serenidad y autoridad con la que se declar¨® p¨²blicamente homosexual. Delano? se manifiesta como liberal porque considera la libertad como algo irrenunciable en un dem¨®crata socialista. Pero sin ahondar tampoco en esta necesaria coexistencia.
Por lo dem¨¢s, la implacable redundancia medi¨¢tica vuelve al tema, una y otra vez. En Le Monde de ayer dos referencias: una de Thomas Ferenczi en su cr¨®nica Las socialdemocracias en busca de renovaci¨®n y otra de Christian Salmon en su columna de la ¨²ltima p¨¢gina.
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