Peligroso y escaso
Ahora s¨ª. Ya puede Contador respirar tranquilo. Respirar, dormir, volver con tranquilidad a la playa de la que sali¨® (y de la que nunca debi¨® salir, seg¨²n Ricc¨°) y cargar de nuevo las pilas para objetivos futuros. ?Los Juegos, la Vuelta, el Mundial? All¨¢ ¨¦l, se ha merecido todo el tiempo que necesite para pensarlo. Y la libertad para decidir. ?O repetir en el Tour? Ya podr¨ªa ser, pero resulta que aqu¨ª estoy hablando de deporte, no de pol¨ªtica. Ya de paso, que surta de nuevo de balas al cargador de su rev¨®lver, que con tanto disparo que lleva en este a?o debe de andar ya cerca de estar agotado.
Contador es un tipo peligroso, y no lo digo porque va por ah¨ª armado y dispara de vez en cuando a diestro y siniestro. El peligro no viaja en su bolsillo, sino en sus piernas. Pocos soportan esa aceleraci¨®n brutal que tiene en subida. Ese cambio de ritmo letal en el que su cuerpo se retuerce sobre los pedales como si fuese de goma. Esa arrancada con copyright que curiosamente no hemos visto en este Giro porque las circunstancias mandan y este a?o no tocaba correr al ataque. Hemos visto a un Contador at¨ªpico, pero igualmente efectivo. Se le ha visto sufriendo, pero siempre entero y decidido. Y se ha podido apreciar tambi¨¦n que est¨¢ en plena maduraci¨®n; con una cartera que comienza a llenarse de recursos.
Tras la sorpresa inicial de la invitaci¨®n del Astana, vino al Giro -seg¨²n su compa?ero Toni Colom, el mismo que coron¨® el s¨¢bado el Mortirolo en primer lugar- a tomar capuchinos. Iba a escribir que le aprovechen, pero ya hemos visto qu¨¦ bien que le han aprovechado. Fue una forma de quitarse presi¨®n y de excusarse ante lo que pudo pasar y no pas¨®: un d¨ªa de crisis en la primera semana de carrera. No hay que olvidar que Alberto llevaba un a?o en el que hab¨ªa hecho de la victoria un h¨¢bito. Hab¨ªa dejado su marca all¨ª por donde hab¨ªa pasado. Un hecho tan habitual en su vida como ponerse un dorsal hab¨ªa pasado a convertirse en una necesidad de revindicarse. Y eso agota.
Pero a partir de la contrarreloj de Urbino se meti¨® en la carrera y ah¨ª empezaron a fruncir el ce?o todos los que se sorprendieron con su participaci¨®n. Cuidado, que est¨¢ aqu¨ª para ganar, me dijeron a m¨ª unos cuantos. Y acertaron. Vino a ganar -aunque quiz¨¢ ni siquiera ¨¦l cre¨ªa en s¨ª mismo- y ha ganado. Enhorabuena, Alberto; me alegro por ti. M¨¢s incluso que en el pasado julio, por todo lo que acompa?¨® a aquel triste Tour de 2007. Disfruta de todo esto, que es algo muy grande, y miedo me das, que te est¨¢s empezando a convertir en ese tipo de personas tan escasas: las que realmente consiguen todo lo que se proponen.
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