El siglo de oro de la pintura napolitana
Contando con la autoridad de Nicola Spinosa, uno de los mejores expertos en la materia, esta exposici¨®n sobre la pintura napolitana del siglo XVII, patrocinada por la Fundaci¨®n Banco de Santander y la Embajada de Italia, exhibe 51 cuadros de 30 artistas diferentes, procedentes de muchas colecciones p¨²blicas y privadas, la mayor parte de N¨¢poles. Hace ahora casi 23 a?os, durante el oto?o de 1985, el Museo del Prado present¨® con el t¨ªtulo Pintura napolitana de Caravaggio a Giordano una gran muestra con este tema, pero este precedente, que cont¨® adem¨¢s con el triple de obras, no desmerece en absoluto la actual, no s¨®lo por el tiempo transcurrido desde entonces, sino por la importancia crucial que tiene el asunto tratado y su trascendencia para nuestro pa¨ªs. En relaci¨®n con esto ¨²ltimo, no en balde la Escuela Espa?ola estuvo internacionalmente considerada como un ap¨¦ndice de la Escuela Napolitana, y, aunque esta apreciaci¨®n cr¨ªtica se basaba en el tard¨ªo reconocimiento de la gran pintura espa?ola del Siglo de Oro, que no empez¨® a ser conocida en su verdadera dimensi¨®n de puertas para afuera hasta el siglo XIX, no deja de ser cierta la profunda afinidad y orientaci¨®n de ambas. Por otra parte, la presente exposici¨®n es una perfecta s¨ªntesis de la compleja y rica historia de la pintura napolitana del siglo XVII y contiene muchas obras poco vistas en nuestro pa¨ªs y algunas que son presentadas por primera vez.
Seicento napoletano del naturalismo al barroco
Real Academia de Bellas Artes
de San Fernando
Alcal¨¢, 13. Madrid
Hasta el 13 de julio
El planteamiento de Spinosa divide el recorrido de la exposici¨®n en tres momentos hist¨®ricos sucesivos, que hacen menci¨®n al impacto producido por el paso de Caravaggio por N¨¢poles a comienzos del XVII, a la reacci¨®n posterior, durante el segundo tercio del siglo, del clasicismo bolo?¨¦s, del venecianismo y el rubensismo, que matizan ese primer naturalismo, y al exuberante barroquismo del ¨²ltimo tercio. Junto a estas l¨ªneas maestras, Spinosa ha reservado el espacio para tratar, a modo de cap¨ªtulo independiente, un apartado dedicado al g¨¦nero del bodeg¨®n, cuyos soberbios representantes napolitanos tanto influyeron en los espa?oles de aquella edad. Pero si la s¨ªntesis, desde el punto de vista hist¨®rico y tem¨¢tico, es muy completa, hace falta a?adir que todo est¨¢ ilustrado con la presencia de los mejores pintores, como, entre otros, G. B. Carracciolo, Jos¨¦ de Ribera, Massimo Stanzione, Artemisia Gentileschi, Bernardo Cavallino, Andrea Vaccaro, Salvator Rosa, Mattia Preti, Luca Giordano, Francesco Solimena, Paulo Porpora, Giuseppe Recco o G. B. Ruoppolo, as¨ª como que los cuadros seleccionados son muy interesantes por diversos motivos y, sobre todo, la mayor¨ªa, de espl¨¦ndida belleza.
Por lo dem¨¢s, aunque esta muestra ilustra, como antes se apunt¨®, la estrech¨ªsima relaci¨®n art¨ªstica hispano-napolitana, no deja de ser asimismo muy instructiva respecto a las divergencias. Surgido por entre un refinad¨ªsimo tardomanierismo, el primer naturalismo caravaggista napolitano es menos abrupto y m¨¢s sofisticado que el espa?ol, y su ulterior evoluci¨®n estuvo sometida a un cruce de influencias m¨¢s variado y exigente, por no hablar ya de su espectacular final, de vibrante ampulosidad y excelente t¨¦cnica. No quiero con ello afirmar que en Espa?a, como es de sobra sabido, no hubiera genios de primera, como Zurbar¨¢n, Vel¨¢zquez o Murillo, ni que la "intensidad" de la pintura espa?ola de ese momento tenga parang¨®n, pero la pintura napolitana le sirve de excelente y muy emotivo contrapunto. En cualquier caso, esta exposici¨®n de la pintura napolitana del XVII nos ofrece un raudal desbordante de calidad y belleza, cuya visi¨®n resulta imprescindible e inolvidable. -
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