El alma hispana del ingl¨¦s
Wow! Fue una de las expresiones que revolote¨® alegre por Estados Unidos el 7 de abril pasado. Acababa de confirmarse una clase de autores de origen latinoamericano que escriben en ingl¨¦s y que impulsa un original momento en la literatura estadounidense. Y acaso el umbral de una renovaci¨®n creativa tras la sincronizaci¨®n de dos idiomas y dos mundos destinados a fusionarse. A convivir. A ser uno nuevo.
Aquella ma?ana de lunes primaveral, esos alegres ?wow! surg¨ªan tras el anuncio del Premio Pulitzer de novela 2008 para un escritor de ra¨ªces hispanohablantes que tiene el ingl¨¦s como su lengua natural: el dominicano Junot D¨ªaz, por La maravillosa vida breve de Oscar Wao. El segundo autor con estas caracter¨ªsticas en lograrlo en los noventa a?os de historia de uno de los premios literarios m¨¢s prestigiosos. El primero fue ?scar Hijuelos por Los reyes del mambo cantan canciones de amor, en 1990.
Ernesto Mestre: "Estamos en el mismo lugar que la literatura judeoamericana en los cuarenta o afroamericana en los sesenta"
Sylvia Sellers-Garc¨ªa: "Esta identidad transnacional latina se ha vuelto m¨¢s atractiva para lectores y editores"
Junto a estos dos narradores, ya en el canon estadounidense, prosperan otros con similares caracter¨ªsticas que empiezan a competir con los novelistas norteamericanos que ven c¨®mo en las librer¨ªas sus nombres se alternan con apellidos como Cisneros, Alarc¨®n, ?lvarez, Mestre, Sellers-Garc¨ªa, Qui?onez, Hijuelos, Plascencia, Santiago, Manrique, D¨ªaz, J¨¢uregui y Goldman.
Son hijos de una segunda o tercera generaci¨®n de inmigrantes, al menos uno de sus padres es de Am¨¦rica Latina, nacieron en Estados Unidos o viven all¨ª desde peque?os, su lengua privada es el espa?ol y la p¨²blica el ingl¨¦s, en la juventud redescubrieron sus pa¨ªses y se han convertido en grandes viajeros. Y medio Estados Unidos los ha le¨ªdo o lee, con relatos o art¨ªculos en revistas como Harper's, The New Yorker, Bazaar, Vanity Fair, The New York Review Books y Squire.
"Por mucho tiempo no fuimos part¨ªcipes de la concepci¨®n nacional, pero hemos dado muestras de que nos hemos integrado al di¨¢logo. Eso ocurre en un contexto de cambio cultural que afecta a todas las artes", explica Daniel Alarc¨®n (Lima, 1977), que el a?o pasado fue considerado por la revista Granta uno de los mejores autores norteamericanos menores de 35 a?os, por novelas como Radio ciudad perdida y sus premiados cuentos de Guerra a la luz de las velas.
Es un escritor transterritorial, como sus colegas latinogringos. Aunque escriben en ingl¨¦s, su estructura narrativa, sensibilidades y concepci¨®n de la vida suelen ser en espa?ol. Crean una literatura que va por rutas desconocidas, con palabras y combinaciones de palabras felices de encontrarse.
Es uno de los resultados de la transformaci¨®n del mapa demogr¨¢fico de Estados Unidos. Los hispanohablantes ya son la minor¨ªa mayoritaria: el 15% de la poblaci¨®n (45 millones), y desde el a?o pasado la mitad de los reci¨¦n nacidos son de origen hispano, y las previsiones son que para 2050 ser¨¢n el 24%. Aunque con algo de temor por parte de los estadounidenses. "Se sienten amenazados por el avance del espa?ol de una manera que nadie es capaz de imaginar y adem¨¢s a un nivel inconsciente. ?Sabes, cuando la gente te pregunta, en qu¨¦ idioma sue?as? Yo les pregunto a los gringos en qu¨¦ idioma tienen pesadillas y la mayor¨ªa tiene pesadillas en espa?ol", cuenta Junot D¨ªaz (Santo Domingo, 1968), que desde los siete a?os vive entre Nueva York y Nueva Jersey.
En Estados Unidos han surgido variadas formas de una nueva literatura que podr¨ªa llamarse "trasplantada", al no provenir de la sociedad angloamericana sino de los sectores de la inmigraci¨®n hispanohablante, pero que han adoptado el ingl¨¦s como veh¨ªculo expresivo, explica el profesor Jos¨¦ Miguel Oviedo. Pese a ello, "cabe considerarla una parte marginal o exc¨¦ntrica de la literatura hispanoamericana, porque sus temas, personajes y ra¨ªces lo son. Es un fen¨®meno que implica un cuestionamiento o modificaci¨®n de las fronteras establecidas para ella".
El comienzo de una etapa, aclara desde Nueva York Ernesto Mestre (Guant¨¢namo, 1964), autor de The Lazarus Rumba. "El estado de la literatura latina en ingl¨¦s es muy pr¨®spero y floreciente. Est¨¢ en el mismo lugar que estaba la literatura judeoamericana en los a?os cuarenta y cincuenta o la literatura afroamericana en los sesenta y setenta. No s¨¦ si todav¨ªa hemos producido un Saul Bellow, con posiblemente la excepci¨®n de Francisco Goldman, que si no ha llegado a esa estatura llegar¨¢ un d¨ªa".
La mejor literatura latina demuestra la universalidad hisp¨¢nica y es, en definitiva, transatl¨¢ntica, asegura Julio Ortega, de la Universidad de Brown. "Est¨¢ hecha de la mezcla, el entrecruzamiento, la hibridez. O sea, el mestizaje que anima la creatividad cultural en nuestra lengua, Por eso es m¨¢s moderna, m¨¢s contempor¨¢nea, y se despliega como un adelanto de futuro".
Varios factores est¨¢n detr¨¢s de la bonanza creativa de ra¨ªces hispanas y su reconocimiento por parte del p¨²blico, los medios y la cr¨ªtica. Adem¨¢s del tiempo justo de asentamiento y comienzo de madurez de integraci¨®n de la inmigraci¨®n latinoamericana que empez¨® su gran desembarco en Estados Unidos en los a?os sesenta y setenta, estar¨ªa tambi¨¦n el inter¨¦s general por la literatura ¨¦tnica. As¨ª lo cree Sylvia Sellers-Garc¨ªa, de madre guatemalteca y padre estadounidense, que ha debutado con la novela When the Ground Turns in Its Slee.
Junot D¨ªaz es m¨¢s pesimista sobre este ¨¦xito. Dice que lo ¨²nico que caracteriza esta literatura es que los cr¨ªticos literarios establecidos la ignoran ol¨ªmpicamente, o la marginan. "Porque aunque a m¨ª me hayan dado el Pulitzer, hay un programa de televisi¨®n en VH1-MTV llamado Viva Hollywood que maneja todos los estereotipos de raza, clase y cultura acerca de los latinos. Es que Estados Unidos puede reconocer a un escritor latino o de la Rep¨²blica Dominicana, pero necesita su coca¨ªna de estereotipos para esnifarlo. Sin meterse eso no puede existir. Entonces no ha cambiado nada".
Aun as¨ª se ha dado un salto muy grande, explica la autora mexicana Carmen Boullosa, que conoce este fen¨®meno literario. "Estos autores se est¨¢n quitando las etiquetas que los han identificado tem¨¢ticamente y ahora se atreven con una literatura m¨¢s universal y contempor¨¢nea". Es un cambio gradual. Son est¨¦ticas vanguardistas y no pol¨ªticas, explica Salvador Plascencia (1976), de origen mexicano, en Los ?ngeles y autor de The People of Paper.
Ya se sienten m¨¢s liberados de ataduras. Lo reconoce Francisco Goldman -de madre guatemalteca y padre jud¨ªo, que naci¨® en Boston-, autor de El esposo divino. Recuerda que hasta principios de los noventa las editoriales percibieron que hab¨ªa un mercado muy femenino y la gente quer¨ªa un modelo muy positivo, folcl¨®rico, de la identidad latina. "Fue una receta que tuvo ¨¦xito. Eso hizo dif¨ªcil a los escritores m¨¢s independientes, rebeldes y universales abrirse paso. Lleg¨® al punto tan absurdo de que la gente cre¨ªa que hab¨ªa una aut¨¦ntica manera de escribir latino. Gracias a Dios eso ha terminado. La receta est¨¢ agotada. El mundo ha cambiado. Ahora hay m¨¢s espacio. No hay que aislar a un latino del resto del universo literario porque estamos haciendo simplemente novela contempor¨¢nea sobre nuestras experiencias". El vivir entre dos mundos es una gran ventaja, asegura Sylvia Sellers-Garc¨ªa. Est¨¢ convencida de que el conocimiento de los dos idiomas -y, a¨²n m¨¢s, el de m¨²ltiples culturas- genera tensiones productivas a la hora de escribir. "El proceso de haberme educado principalmente en ingl¨¦s ha determinado mi uso del lenguaje y mi conocimiento literario. Pero haber estado expuesta a una cultura fuera de Estados Unidos ha determinado mi perspectiva como individuo, y como autora. M¨¢s espec¨ªficamente, sentirse al margen de la identidad colectiva del pa¨ªs -ni estadounidense, ni guatemalteca- permite una perspectiva de larga distancia".
No es casual, afirma Julio Ortega, que cuando se lee a Junot D¨ªaz parezca estar leyendo algo en castellano. "La inmediatez oral de su ingl¨¦s callejero es intensa, emotiva y gestual. No se trata de biling¨¹ismo ni mucho menos del spanglish, sino de la fluidez del espa?ol como substrato del ingl¨¦s suburbano".
Escritores transnacionales que habitan un espacio intermedio. Donde todos pueden llegar. Hacia donde conducen muchos caminos y de donde salen otros.
Esta narrativa, explica Javier Aparicio Maydeu, cr¨ªtico de Babelia, "recrea un universo marginal por femenino, mestizo y emigrante que, escrita en ingl¨¦s, alberga expresiones, giros y referentes culturales del ¨¢mbito hisp¨¢nico, latino, lo que la convierte en una encrucijada cultural de primer grado en la que, como en los casos de Nabokov o de Kundera, el lenguaje, la identidad y el estatus de transterrado confluyen. Sus autores escriben sobre su marginalidad frente al sistema dominante, de sus ra¨ªces hispanas y precolombinas, de su conciencia fronteriza, de la polifon¨ªa por la que se asoma la tradici¨®n y de la oralidad, y los iconos culturales de su territorio de procedencia. La narrativa chicana es hija del mestizaje, del biling¨¹ismo y ante todo de la diglosia, y bajo su piel ling¨¹¨ªstica anglosajona se encuentra un alma latina".
Y si en algunas novelas o relatos los autores abordan cuestiones de sus pa¨ªses de origen o de su raza, lo esencial no es que sea Am¨¦rica Latina porque s¨ª, es porque, como sucede con cualquier escritor, cada uno escribe sobre los aspectos que lo han marcado, m¨¢s conoce o m¨¢s le inquieta, recuerda Daniel Alarc¨®n. El que ellos aborden temas de su continente hay que verlo con normalidad, de la misma manera que se hace con los estadounidenses, ingleses o franceses que escriben de y sobre sus pa¨ªses. La percepci¨®n de Alarc¨®n es que "cada vez hay m¨¢s nivel de sofisticaci¨®n. Ya no hay que explicar nuestras culturas porque quienes nos precedieron lo hicieron muy bien".
Cada d¨ªa, estos escritores "est¨¢n escribiendo con autoridad sobre asuntos m¨¢s estadounidenses, ya que somos parte de este pa¨ªs", reflexiona Ernesto Qui?onez, de padre ecuatoriano y madre puertorrique?a, y autor de Bodega Dreams y Chango's Fire. "Somos parte de Estados Unidos y por esa simple raz¨®n nuestra literatura tambi¨¦n es la literatura de ellos".
Pero lo mejor est¨¢ por venir. Ser¨¢ interesante ver qu¨¦ ocurrir¨¢, seg¨²n Sellers-Garc¨ªa, "cuando estos autores empiecen a definir sus obras como obras 'de las Am¨¦ricas', o ver c¨®mo resisten ser definidos en los pa¨ªses donde suceden sus historias, prefiriendo entenderse como escritores sin territorio fijo".
Escritores que saben lo f¨¢cil que es entender las palabras, pero tambi¨¦n lo dif¨ªcil de hacer que ¨¦stas casen con la vida, como dijera uno de los personajes de Richard Ford. Y sus propias vidas est¨¢n hechas de mitades arm¨®nicas. Transnacionales. Biling¨¹es y multiculturales. Vidas zigzagueantes entre los sentimientos de sus ra¨ªces hispanas y los de ese Estados Unidos de acogida o nacimiento. Entre el espa?ol de sus genes y el ingl¨¦s de su piel.
Junot D¨ªaz, La maravillosa vida breve de ?scar Wao (Mondadori). Francisco Goldman, El esposo divino (Anagrama). Radio Ciudad perdida y Guerra a la luz de las velas (Alfaguara). ?scar Hijuelos, Los reyes del mambo cantan canciones de amor (Siruela). Sandra Cisneros, La casa en Mango Street y Caramelo (Seix Barral). Ernesto Qui?onez, El vendedor de sue?os (Alfaguara). Ernesto Mestre, La rumba de L¨¢zaro (Tusquets).
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