El movimiento vecinal vuelve a la calle
Paralizado el relleno del canal, Bilbao vivir¨¢ el domingo una manifestaci¨®n in¨¦dita por la participaci¨®n ciudadana - La temperatura es menor en las otras capitales
"No voy a aceptar ning¨²n contrapoder vecinal". Si lo que pretend¨ªa I?aki Azkuna, alcalde, era aplastar el movimiento de contestaci¨®n vecinal que se incubaba en Bilbao, el tiro le ha salido por la culata. Tres d¨ªas m¨¢s tarde, la Coordinadora de Asociaciones Vecinales, creada en 2007 contra un consistorio que "practica la taca?er¨ªa con los barrios", convocaba para el pr¨®ximo domingo "la primera manifestaci¨®n de la democracia" en que los vecinos no reivindicar¨¢n una mejora o un servicio puntual para su barrio, sino algo m¨¢s elevado y filos¨®fico: una participaci¨®n ejecutiva, y no meramente consultiva, en el dise?o de la ciudad.
El pasado 31 de mayo, el Puerto de Bilbao anunciaba la paralizaci¨®n de una obra, el relleno del canal de Deusto para la construcci¨®n de viviendas, que se top¨® con una contestaci¨®n vecinal inusualmente contundente.
Los vecinos piden a los ayuntamientos que su voz, m¨¢s que o¨ªrse, se escuche
Las asociaciones se consideran unos "agentes sociales imprescindibles"
"No pueden ser interlocutores ¨²nicos", replican los consistorios
Casi al mismo tiempo, la Fava (Fedederaci¨®n de Asociaciones de Vecinos de ?lava) deploraba el "preocupante aumento de la inseguridad ciudadana" en varias zonas de Vitoria. Pocos d¨ªas despu¨¦s, mandos de la Polic¨ªa Local solicitaban una entrevista con los vecinos. En ella, agentes y ciudadanos trazaron un plan de actuaci¨®n. Hoy, la Polic¨ªa Municipal ha estrechado la vigilancia en el parque del Norte y el entorno del centro c¨ªvico Hegoalde, se?alados por el dedo vecinal como puntos negros.
Lo ocurrido en Bilbao y Vitoria, dos polos opuestos de gesti¨®n municipal, conflicto frente a consenso, muestra una fase efervescente del fen¨®meno de reivindicaci¨®n vecinal en Euskadi.
V¨ªctor Urrutia, catedr¨¢tico de Sociolog¨ªa de la UPV, distingue tres ¨¦pocas en el movimiento vecinal bilba¨ªno. La primera, reivindicativa, se localiza en la Transici¨®n. "Con los primeros movimientos migratorios fuertes, la periferia se expande, pero no ofrece servicios. En 1979, hab¨ªa en Bilbao 90 asociaciones vecinales, con cerca de 25.000 afiliados que reivindican mejoras sociales a un Ayuntamiento que carece de legitimidad democr¨¢tica. Entre 1979 y 1983, la Administraci¨®n central inyecta recursos, los ayuntamientos ya tienen legitimidad y pueden atender esas demandas", explica, por lo que las asociaciones afinan su perfil pactista.
L¨ªderes vecinales saltan a la pol¨ªtica municipal y se abre la segunda fase, en que los barrios disfrutan ya de servicios y de voz a trav¨¦s de la descentralizaci¨®n municipal. Surgen nuevas necesidades que se canalizan a trav¨¦s de asociaciones culturales, deportivas o religiosas. "Las instituciones se unen en torno a R¨ªa 2000, que transforma Bilbao. Con el pacto PNV-PSOE, los pol¨ªticos van por delante de las demandas ciudadanas, y el movimiento vecinal deja de tener sentido", explica Urrutia.
En la tercera ¨¦poca, la actual en las capitales vascas, la ciudad es de servicios, y aparece la pr¨¢ctica de la gobernanza, el gobierno relacional, una forma de hacer ciudad teniendo en cuenta a la sociedad. "El ayuntamiento se ve obligado a llegar a acuerdos con el tejido asociativo. En Bilbao, a ese gobierno relacional le ha salido un grano
[la asociaci¨®n El Canal, contraria al relleno] porque no ha contado con los vecinos", relata Urrutia.
Contar con los vecinos. No s¨®lo o¨ªr su voz, tambi¨¦n escucharla. Pero, ?hasta qu¨¦ punto pueden unos vecinos alineados tras una pancarta mediatizar la pol¨ªtica municipal? Azkuna lo tiene claro. "Esta gente [la coordinadora de vecinos] ha querido tener una relaci¨®n bilateral con el Ayuntamiento y eso no es posible. La participaci¨®n ciudadana no se puede llevar al l¨ªmite del 'todo lo que hacemos tenemos que discutirlo con los ciudadanos'. Eso ser¨ªa un sistema asambleario, y eso es imposible", dec¨ªa el alcalde el mes pasado a El Correo. Itziar Urtasun, concejal bilba¨ªna de Participaci¨®n Ciudadana, del PNV, no quiso atender la llamada de este peri¨®dico.
"Es una discusi¨®n casi eterna", dice Eva Salaberria, t¨¦cnico de Participaci¨®n Ciudadana en San Sebasti¨¢n. "Nosotros, ayuntamiento, reconocemos el poder de interlocuci¨®n de las asociaciones de vecinos, que tienen hoy m¨¢s sentido que nunca como entidades con una visi¨®n global de los problemas de su barrio. Pero pretender que tienen todo el barrio detr¨¢s no es realista, porque hay otros colectivos con otras necesidades. Por eso no trabajamos con ellos como interlocutores ¨²nicos. Los vecinos se enfadan, porque creen que el Ayuntamiento les tiene que dar un poder de interlocuci¨®n privilegiado, pero no puede ser. Nosotros buscamos los puntos de vistas de interlocutores diferentes que nos trasladen visiones distintas de los barrios", explica Salaberria, y corrobora Juan Carlos Alonso, responsable t¨¦cnico del Servicio de Participaci¨®n Ciudadana de Vitoria: "Las asociaciones de vecinos son aglutinadoras de las diferentes opiniones y sensibilidades de los vecinos de un barrio, pero hay muchas m¨¢s formas de participar".Las asociaciones de vecinos ven el asunto desde un prisma diferente. "Somos agentes sociales imprescindibles, lo que se comprueba observando c¨®mo en los ¨²ltimos tiempos est¨¢ surgiendo la demanda de un nuevo modelo de participaci¨®n ciudadana", dice Francisco Javier Mu?oz, presidente de la coordinadora de Bilbao, que agrupa a 36 de las 52 asociaciones vecinales de la villa.
Tambi¨¦n se muestra rotundo Rafael Ruiz de Z¨¢rate, hist¨®rico l¨ªder vecinal de Vitoria. "Hoy la participaci¨®n ciudadana y vecinal es simb¨®lica. Todo es una tapadera del Ayuntamiento. Finge contar con el ciudadano, pero las decisiones las toman ellos".
Jos¨¦ Luis Fern¨¢ndez, presidente de la Asociaci¨®n de Vecinos de Amara-Osinaga, en San Sebasti¨¢n, aplaude el talante municipal, pero lamenta que su voz rara vez sea escuchada. "Mantenemos reuniones con pol¨ªticos y t¨¦cnicos, la comunicaci¨®n es fluida, pero otra cosa es que te den lo que pides. El movimiento vecinal tiene informaci¨®n, pero no influencia", dice, orgulloso de que la presi¨®n vecinal evitase que la Autov¨ªa del Urumea partiese Amara en dos.
Bilbao, San Sebasti¨¢n y Vitoria canalizan la participaci¨®n ciudadana bajo distintas f¨®rmulas. En la capital vizca¨ªna prima el componente territorial, que toma forma en los ocho consejos de distrito, reproducciones a escala del consistorio. Los consejos sectoriales se encuentran pr¨¢cticamente inoperativos. En los consejos de distrito tienen voz las asociaciones vecinales, pero tambi¨¦n partidos y otras agrupaciones. All¨ª se debaten cuestiones urban¨ªsticas, sociales, culturales,... En teor¨ªa, el pleno del Ayuntamiento ha de ratificar cuanto en ellos se apruebe. "El problema es que los consejos de distrito est¨¢n desvirtuados. Los temas llegan ya decididos, as¨ª que est¨¢n vac¨ªos de contenido como foro de participaci¨®n ciudadana, sin competencias ni recursos", critica Mu?oz.
En San Sebasti¨¢n, donde apenas la mitad de las 40 asociaciones vecinales censadas permanecen activas, prima la visi¨®n sectorial: foros en que pol¨ªticos, vecinos, asociaciones y entidades se re¨²nen para debatir problem¨¢ticas concretas. No hay ¨®rganos de participaci¨®n territorial. "Queremos potenciar eso. No vamos a crear estructuras territoriales ni distritos, pero s¨ª a aprovechar los equipamientos de proximidad de los barrios para articular en ellos la participaci¨®n vecinal", explica Salaberria.
El sistema de Vitoria es mixto. "Tenemos nueve consejos asesores y siete territoriales que est¨¢n obligados a reunirse una vez por trimestre, si bien algunos registran una actividad m¨¢s alta", detalla Alonso. Sus resoluciones, y las del Consejo Social, asamblea de notables que aborda asuntos estrat¨¦gicos, son meramente consultivas. "?se no es el ¨²nico problema", se queja Eduardo Cervera, presidente de Fava: "No somos partidarios de participar en esos consejos porque su capacidad de reacci¨®n es muy lenta, y la actividad vecinal requiere de agilidad. Adem¨¢s, hay temas que no se tratan, como la seguridad ciudadana".
La principal competencia de los consejos territoriales vitorianos es la de decidir el destino del 15% de las inversiones en v¨ªa p¨²blica en cada barrio. Es de nueva creaci¨®n el turno popular, que permite a una asociaci¨®n intervenir en el pleno. "Una vez intervine para pedir la congelaci¨®n de las tasas municipales. ?Con qu¨¦ resultado? Rechazaron mi propuesta, claro", recuerda Cervera con sorna.
No se intuye en el horizonte de Vitoria y San Sebasti¨¢n una movilizaci¨®n similar a la convocada en Bilbao. "M¨¢s efectivas que las manifestaciones son las denuncias ante los medios de comunicaci¨®n. Los problemas llegan al conjunto de la ciudadan¨ªa y, adem¨¢s, los pol¨ªticos siempre tienen un ojo en la prensa", explica Cervera.
Lejanos quedan en Vitoria los tiempos, en plena Transici¨®n, en que barrios surgidos de la industrializaci¨®n reivindicaban mejoras en su calidad de vida, como Zaramaga, cuyos vecinos, quejosos por los ruidos de la cercana planta de Formas Alavesas, consiguieron que se instalasen ventanas de doble cristal en sus viviendas, informa Txema G. Crespo.
"En San Sebasti¨¢n no se prev¨¦ nada as¨ª", dice Salaberria, "porque el Ayuntamiento ha dejado claro el modelo de participaci¨®n que impulsa, que no habla de procesos de toma de decisiones, pues ¨¦sa es una responsabilidad de los concejales. Aqu¨ª lo que nos demandan las asociaciones es que se comparta informaci¨®n, que queden claros objetivos y l¨ªmites, que haya devoluci¨®n de demandas".
"Nosotros s¨ª nos manifestaremos", dicen desde Bilbao, "para dar un aviso al Ayuntamiento. Ya va siendo hora de que la relaci¨®n entre el gobierno municipal y sus jefes, los vecinos, entre en la fase adulta, superando pr¨¢cticas donde las decisiones se gestan en c¨ªrculos cerrados, quedando s¨®lo a disposici¨®n de los bilba¨ªnos el derecho al pataleo".
Frentes vecinales
- Bilbao: En San Ignacio, los vecinos se oponen al relleno del canal de Deusto para la construcci¨®n de viviendas y reivindican la construcci¨®n de un parque. En Rekalde, exigen la llegada del metro y rechazan el tranv¨ªa. En Uribarri, protestan contra la implantaci¨®n de un crematorio. En Basurto, exigen la demolici¨®n del viaducto de Sabino Arana. En Deusto, preocupa la falta de seguridad en fin de semana.
- San Sebasti¨¢n: Las demandas afectan a asuntos urban¨ªsticos y de vivienda: la supresi¨®n del viaducto de Carlos I en Amara, el PERI de Herrera, la canalizaci¨®n del agua y el acceso viario a Alza, el encauzamiento del r¨ªo en Martutene, las viviendas de Antondegi y el proyecto de Auditz Akular en Alza, am¨¦n de protestas m¨¢s gen¨¦ricas como los altos precios de la hosteler¨ªa y de los taxis, y mejores conexiones ferroviarias en el interior de la ciudad y con Guip¨²zcoa.
- Vitoria:Preocupan el repunte de la inseguridad ciudadana; la nueva estaci¨®n intermodal, que podr¨ªa quitar un 20% de su masa forestal al parque de Arriaga; el PERI entre la zona del seminario y Lakua, que prev¨¦ la construcci¨®n de viviendas y la supresi¨®n de algunas zonas verdes; la instalaci¨®n en las escuelas diocesanas de Molinuevo de una residencia para menores inmigrantes; el tramo de General ?lava del tranv¨ªa, que podr¨ªa complicar la seguridad viaria; las dificultades para acceder y aparcar en el centro; y el soterramiento de siete kil¨®metros de red ferroviaria.
LAS PRINCIPALES CUESTIONES PENDIENTES PARA EL MOVIMIENTO VECINAL
La politizaci¨®n, un peligro
La pol¨ªtica no es un cuerpo extra?o en el movimiento vecinal, y el vasco no es una excepci¨®n. "La tentaci¨®n siempre est¨¢ ah¨ª, tanto en los partidos de la oposici¨®n como en el partido en el poder", advierte V¨ªctor Urrutia. "Fij¨¦monos en Bilbao. Si estas asociaciones hoy tan activas se erigen en protagonistas del movimiento vecinal, eso inquietar¨¢ al PNV, y ¨¦ste, como ya hizo en su d¨ªa, crear¨¢ asociaciones de vecinos camufladas. Estas asociaciones entrar¨ªan en el mismo saco que las dem¨¢s, participando en los consejos de distrito, por lo que entrar¨ªamos en un juego sibilino. La ideologizaci¨®n del movimiento vecinal, que fue una constante en la Transici¨®n, es hoy un peligro para el propio asociacionismo", a?ade.
Pese a que el alcalde de Bilbao, I?aki Azkuna, insin¨²a que son siglas pol¨ªticas las que agitan su pancarta, la Coordinadora de Asociaciones Vecinales que ha convocado la manifestaci¨®n del domingo no se ha postulado ideol¨®gica ni pol¨ªticamente. El pasado mayo, el pleno del Ayuntamiento bilba¨ªno conden¨® los intentos del entorno de ANV de mediatizar la actividad vecinal a trav¨¦s de los consejos de distrito, sobre todo en el de Deusto.
En San Sebasti¨¢n, la izquierda abertzale pretende hacer ver que dispone de un frente vecinal, atribuy¨¦ndose el control de varias asociaciones, pero esta supuesta coordinadora no opera como tal.
En Vitoria, la Federaci¨®n de Asociaciones Vecinales, la ¨²nica reconocida por el Ayuntamiento, aparece vinculada al Partido Popular. Interbarrios vendr¨ªa a ser su contrapeso aber-tzale, pero controla muchas menos asociaciones y sus actuaciones resultan muy espor¨¢dicas.
La compleja coordinaci¨®n
V¨ªctor Urrutia, catedr¨¢tico de Sociolog¨ªa de la UPV y senador socialista, se muestra claro: "Soy muy esc¨¦ptico con las federaciones de asociaciones", en referencia a la que ha convocado la manifestaci¨®n del domingo en Bilbao. "El movimiento vecinal expresa las inquietudes de los vecinos por que el entorno sea una prolongaci¨®n de su casa. Por eso, cada movimiento vecinal est¨¢ muy supeditado a la zona o zonas que padecen un problema. Sin embargo, el movimiento vecinal es contradictorio. Se da en ¨¦l el llamado efecto nimby [del ingl¨¦s not in my backyard, es decir "no en mi patio trasero"]. Decisiones que son buenas para el conjunto de la comunidad, al situarlas en un lugar, afectan a las personas de ese lugar. Un bien para la comunidad se convierte as¨ª en un problema para los afectados. Asumimos que el tanatorio es un servicio necesario para la ciudad, pero nadie lo quiere junto a su casa, porque es poco higi¨¦nico y deval¨²a el valor del piso", explica.
"Estoy a favor de las federaciones, porque adquieren m¨¢s fuerza pol¨ªtica a medida que se expanden", aclara Urrutia, "pero no figuran en el ADN del movimiento vecinal. Este movimiento coordinado cuajar¨¢ si logra mantener la uni¨®n en cada barrio y, a su vez, en la medida en que esos problemas vayan calando en los vecinos de otros barrios".
En Bilbao, opera desde 2007 la Coordinadora de Asociaciones de Vecinos, que agrupa a 36 entidades. En Vitoria act¨²an la Federaci¨®n Alavesa de Asociaciones Vecinales, con una veintena larga de asociaciones, e Interbarrios, que no llega a 10. No hay constituida ninguna coordinadora de este tipo en San Sebasti¨¢n.
As¨ª se participa
- Bilbao: Prima la divisi¨®n territorial en ocho consejos de distrito, reproducci¨®n a escala del Ayuntamiento. All¨ª se adoptan las decisiones que afectan a los barrios.
- San Sebasti¨¢n: Impera la divisi¨®n sectorial. Los consejos asesores abordan cuestiones espec¨ªficas (sociales, cultura, educaci¨®n, movilidad, urbanismo,...)
- Vitoria: Sistema mixto. Operan nueve consejos sectoriales, siete territoriales (barrios) y el Consejo Social.
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