Tarde de mesa camilla
El cielo estaba encapotado y amenazaba lluvia. Hac¨ªa un fr¨ªo y un viento que helaban las entra?as. Era de esas tardes para estar en casa, sentarse en la mesa camilla, encender la calefacci¨®n y degustar un caf¨¦ calentito. Una tarde aciaga para ver toros. Una tarde, dec¨ªa uno por aqu¨ª, tapado hasta las cejas, para coger la escopeta y el perro, y meterse en la cama con el perro.
Con toda seguridad, a partir de ma?ana lo notar¨¢ la Seguridad Social, cuando se formen las colas en los centros de salud a causa de los resfriados incubados en Las Ventas; y alguna que otra depresi¨®n habr¨¢ tambi¨¦n despu¨¦s de asistir a una corrida infame de toros inv¨¢lidos y toreros aburridos.
?Vaya cierre de feria! Vaya toros que envi¨® Santiago Domecq, sin hechuras y sin ¨¢pice de fuerzas. ?Qu¨¦ bochornoso espect¨¢culo ver c¨®mo rueda por la arena un animal en teor¨ªa poderoso y desafiante! Cuesta trabajar aceptar que un ganadero desconozca lo que tiene en su ganader¨ªa y se atreva a ser anunciado en Madrid para cargar con un fracaso tan estrepitoso. No es comprensible tampoco que la empresa de Las Ventas no sepa el estado del producto que compra. En fin, sea como fuere, un aut¨¦ntico petardo ganadero, que no pudieron salvar los dos sobreros de Pereda, de mejor presentaci¨®n, pero con mala sangre en las venas. El primero, lidiado en quinto lugar, fue un manso de libro que hu¨ªa de capotes y caballos, cre¨® un gran desconcierto en el tercio de varas, y lleg¨® a la muleta con las asperezas propias de su condici¨®n; el sexto, violento y tambi¨¦n dificultoso, propin¨® una espeluznante voltereta sin consecuencias a Domingo Valencia, a la salida de un par de banderillas, y permiti¨® los ¨²nicos muletazos interesantes de la tarde a un voluntarioso Mat¨ªas Tejela.
Domecq / Uceda, Abell¨¢n, Tejela
Toros de Santiago Domecq -segundo y sexto, devueltos-, mal presentados, inv¨¢lidos y descastados. Sobreros de Jos¨¦ Luis Pereda, bien presentados y mansos.
Uceda Leal: estocada (ovaci¨®n); estocada (silencio).
Miguel Abell¨¢n: tres pinchazos, estocada trasera -aviso- (silencio); estocada baja y un descabello (silencio).
Mat¨ªas Tejela: estocada (silencio); estocada baja (ovaci¨®n).
Plaza de Las Ventas. 8 de junio. Sexta y ¨²ltima corrida de la Feria del Aniversario. Lleno.
Cuesta aceptar que un ganadero no sepa lo que tiene en su ganader¨ªa
Son tres j¨®venes y parec¨ªan tres viejos, sin ilusi¨®n ni esperanza
Y, despu¨¦s, est¨¢ el cap¨ªtulo de los toreros. Se podr¨ªa pasar p¨¢gina aceptando que la corrida no permiti¨® el triunfo, y aqu¨ª paz y, despu¨¦s, gloria. Pero no ser¨ªa la verdad ni tampoco justo. Ya est¨¢ bien de culpar de todos los males a los toros, cuando es imprescindible la positiva actitud de los toreros.
A estos tres toreros, necesitados de contratos y en una corrida en la plaza de Las Ventas, no se les puede permitir que vengan a tirar las tres cartas y a justificarse ante s¨ª mismos con una desconcertante apat¨ªa. Son tres j¨®venes y parec¨ªan tres viejos, sin ilusi¨®n ni esperanza. No hubo toros y es verdad, pero transmitieron al tendido su incapacidad para sobreponerse a las grises circunstancias.
El ¨²nico que se disculp¨® fue Mat¨ªas Tejela en el sexto, que brind¨® al p¨²blico, y aprovech¨® las cortas embestidas encastadas que tuvo para dar tres tandas de enrabietados derechazos que supieron a poco. Fue un honorable gesto de gallard¨ªa y arrestos, pero no suficiente para conseguir la oreja que una parte del p¨²blico solicit¨®. Qued¨® patente, sin embargo, su buena voluntad y su valiente porf¨ªa, que no es poco. No tuvo opci¨®n alguna en el tercero, que anduvo por el redondel como un muerto en vida.
De porf¨ªa dijo poco Uceda Leal. Por cierto, a ver si va a ser verdad que el toro pone a cada uno en su sitio, o es que cada uno se pone donde su coraz¨®n le permite. El ¨²nico toro que embisti¨® con cierta alegr¨ªa fue el primero de Uceda, y no fue capaz de cogerle el aire ni la distancia ni nada de nada. Es verdad que el toro ten¨ªa un molesto cabeceo, pero todo el trasteo result¨® movido y destemplado, sin gracia y sin aroma. No fue capaz de ahormar la embestida y toda su labor careci¨® del m¨ªnimo inter¨¦s. Por cierto, a ese toro lo banderille¨® primorosamente Anto?ares, y fue obligado a desmonterarse para responder a la ovaci¨®n del p¨²blico. Y a su segundo lo mat¨® el picador con el visto bueno de Uceda. Incomprensible, pero cierto. Estaba saliendo toda la corrida inv¨¢lida, y va el piquero y le endilga al cuarto dos puyazos de aqu¨ª te espero, mientras el torero miraba complaciente la escena. Y lleg¨® muerto, claro, a la muleta. ?Se quejar¨¢ Uceda de que no tuvo suerte? A sus toros los mat¨® con eficacia, de sendas estocadas. Fue, en verdad, lo ¨²nico que hizo bien. A veces, no es f¨¢cil entender las decisiones de los toreros en la plaza.
Tres buenas ver¨®nicas y una media, trazadas todas ellas con gusto a su primero, fue el corto balance de Miguel Abell¨¢n. Tampoco tuvo material para el triunfo, pero no es ni sobra lo que fue; su actitud es la de un veterano de vuelta de todo. Ya es el torero alegre y batallador de anta?o.
Y, por ¨²ltimo, el presidente: tard¨® un mundo en devolver el inv¨¢lido sexto, en una tard¨ªa decisi¨®n que dice poco de su capacidad para estar en el palco. A punto estuvo de crear un conflicto de orden p¨²blico por su indecisi¨®n.
Acabaron las dos ferias con una tarde para el olvido. Pero algunas pinceladas quedar¨¢n en el recuerdo para siempre. Inolvidables la proeza de Jos¨¦ Tom¨¢s, la pureza de El Cid, la maestr¨ªa de El Fundi, la ilusi¨®n de Perera y Urdiales, la gracia de Morante, las ver¨®nicas de Morenito... Y un homenaje de respeto para los pocos y buenos aficionados que quedan en Las Ventas y velan cada d¨ªa por el mantenimiento de la esencia. De entre todos, un recuerdo especial para Valent¨ªn, que ma?ana cumple 88 a?os con la pena de no haber visto en directo a Jos¨¦ Tom¨¢s. A¨²n se le humedecen los ojos cuando los amigos le cuentan y no paran. El pr¨®ximo domingo, asegura Valent¨ªn, ser¨¢ ella...
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