Los antidisturbios cercan la mina de Serrabal pero no consiguen entrar
La plantilla defiende la cantera con piedras, hogueras y clavos en las v¨ªas de acceso
"Vamos a tener que trabajar toda la semana en armamento", anunci¨® a sus compa?eros Florentino Castro, presidente del comit¨¦ de empresa de Serrabal. La mina de Villar Mir est¨¢ parada. Desde el jueves pasado, los trabajadores dedican las jornadas, en los turnos de d¨ªa y de noche, a defender el Banco 1 y, sobre todo, el Banco 0, los filones de valioso cuarzo solar que van a desaparecer bajo el trazado del AVE.
Ayer, los nueve "lagartos" de la empresa, unos volquetes capaces de trepar caminos verticales y de cargar 35 toneladas (pero a 12 kil¨®metros por hora), eran los ¨²nicos camiones que trabajaban en la comarca. Ya el domingo de noche, ante el anuncio de que el lunes el Gobierno mandar¨ªa a los antidisturbios, las m¨¢quinas cargaron rocas de cuarzo hasta las cinco pistas de entrada a la mina que aparecen en los mapas. Eran las sendas por las que intentar¨ªan acceder los guardias civiles y los top¨®grafos del ministerio, y quedaron cortadas por barricadas de enormes piedras blancas. Luego, al amanecer, se complet¨® la defensa con grandes hogueras de neum¨¢ticos y clavos en los caminos.
Quinientos clavos del calibre 6 a los que un compa?ero seg¨® la cabeza, afil¨® los dos extremos y dobl¨® estrat¨¦gicamente para que resulten infalibles a la hora de reventar ruedas. "Nos vamos a defender como en la Edad Media", comentaba un minero a la prensa. "Este es el plan: mientras los turbios suben en las lecheras y pinchan, nosotros los recibimos desde lo alto con una cortina de humo negro y una lluvia de piedras". Serrabal es una monta?a y todas las pistas empinan. En lo m¨¢s alto, desde el Banco 0, se otean todos los accesos como si fuera la torre vig¨ªa de un castillo y se transmiten las ¨®rdenes por radio a los de primera l¨ªnea de fuego. En cuanto se atrevan a entrar los agentes, los trabajadores les arrojar¨¢n las piedras con las que han llenado sus monstruosos lagartos Volvo.
Con esta amenaza, en todo el d¨ªa de ayer los antidisturbios no se animaron a dar el paso. Realizaron varias incursiones por el monte para buscar accesos alternativos, apostaron un coche a los pies de cada uno de los cinco caminos, mandaron un helic¨®ptero a reconocer desde el aire el territorio enemigo y quemaron la jornada de sitio rondando la monta?a y buscando estrategias. A ¨²ltima hora de ayer, los de Serrabal segu¨ªan sin novedad en los frentes, y el ¨¦xito les daba ¨¢nimos para seguir indefinidamente en pie de guerra. Hoy, de nuevo, dedicar¨¢n un centenar de hombres a defender la mina, la mitad emboscados entre la maleza.
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