Hay otra Espa?a
El equipo de Luis cambia de gui¨®n y, con algunas deficiencias y un gran Villa, golea al contragolpe a una d¨¦bil Rusia
La Espa?a que preconiza el toque gole¨® al contragolpe. Una variante v¨¢lida cuando se administra con eficacia, la que tuvo el equipo de Luis Aragon¨¦s, que salv¨® las turbulencias iniciales hasta que apareci¨® Villa, puntual ante el gol en tres jugadas de larga distancia, una v¨ªa desconocida del equipo.
Capdevila fue un fil¨®n ofensivo y Cesc se convirti¨® en la gran noticia del tramo final
No todo fueron excelencias. El andamio defensivo pas¨® dificultades
La contundencia espa?ola dej¨® luces y sombras. Algunas pistas positivas, como la pegada del Guaje, el jugador que simboliza num¨¦ricamente la herencia de Ra¨²l; la complet¨ªsima obra de Xavi y la alegr¨ªa de Cesc, que festej¨® con rabia su magn¨ªfico pase del tercer tanto y su posterior diana, la primera con Espa?a. La selecci¨®n necesita al jugador del Arsenal por sus grandes cualidades y por su contagioso optimismo.
Pero no todo fueron excelencias. Una vez m¨¢s, el grupo evidenci¨® sus dificultades para sostener el andamio defensivo, falto como est¨¢ de futbolistas con estrellas para esa l¨ªnea, de m¨²sculo para el cuerpo a cuerpo. Espa?a no sabe minar el campo cuando es preciso y adversarios con mejor armadura que Rusia le habr¨ªan retratado. Sus volantes, Iniesta y Silva, no est¨¢n esculpidos como barreneros, con lo que el equipo tirita cuando sus laterales se ven acorralados y sin auxilio. Y los centrales, Puyol y Marchena, a¨²n no se reconocen. Tampoco ayuda Senna, que no es precisamente un futbolista de m¨¢rmol. Quiz¨¢ por ello, como medida preventiva, Luis decidiera retrasar al equipo para que defendiera de forma gremial. Tocar s¨ª, pero diez metros m¨¢s atr¨¢s.
Pese a sus deficiencias, el conjunto de Luis gestion¨® su goleada con varios imprevistos. Con Capdevila por encima de un irreconocible Sergio Ramos, con Xavi m¨¢s al quite que un irrelevante Senna y con un toque de billar de Iniesta cuando ¨¦ste despachaba su partido m¨¢s indigesto con Espa?a.
Con su inopinado nuevo ecosistema, la selecci¨®n empez¨® gripada, con escasa cadencia de juego, con demasiada palidez y las l¨ªneas algo desgalichadas. Nada de ese f¨²tbol arom¨¢tico que le ha distinguido en ocasiones y que pretende patentar. El equipo estuvo vacilante hasta que llegaron dos jugadas con un punto de partida inesperado. Cuando los rastreadores de la selecci¨®n llevaban a?os tras la pista de un lateral izquierdo, resulta que en la pedrera han encontrado a Capdevila, por ahora un fil¨®n ofensivo: tres goles en 18 partidos, algunos tan relevantes como los anotados en un amistoso con Francia y el primero ante Suecia en Chamart¨ªn, decisivo para la clasificaci¨®n para la Eurocopa. Anoche no marc¨®, pero suyo fue el estupendo pase que enfil¨® a Torres hacia la porter¨ªa rusa en el primer gol de Villa y suya fue la arrancada que, tras un desastroso c¨®rner lanzado por los chicos de Hiddink, deriv¨® en el geom¨¦trico pase de Iniesta al Guaje en el segundo tanto espa?ol. Dos contras lanzadas por el lateral izquierdo, un gui¨®n sorprendente. En las dos acciones, los participantes espa?oles mostraron su mejor versi¨®n. Torres, que se mueve con patines en espacios abiertos, en los que se siente m¨¢s c¨®modo cuando se descuelga por la periferia izquierda, maniobr¨® con sabidur¨ªa para asistir a Villa, que acompa?¨® la jugada como es ¨¦l, con el gol entre las cejas. En el segundo arre¨®n de los rojos, Iniesta fue el Iniesta que piensa como nadie con los pies y la cabeza. Su dejada al gui?o de Villa a la espalda de los fatigosos y torpes centrales rusos fue muse¨ªstica. Una diana, la segunda, de lo m¨¢s oportuna, a un soplo del descanso. Demasiado para el grupo de Hiddink, que sinti¨® que hab¨ªa llegado la hora de dimitir.
Con medio partido ventilado, Luis orden¨® una nueva mutaci¨®n. Retir¨® a Torres y dio el relevo a Cesc. Se pas¨® del primerizo 4-4-2 al 4-5-1. Rusia no inquietaba, ahogada por Xavi, sobresaliente. Con el azulgrana de canciller y el equipo en la sala de espera, era cuesti¨®n de tiempo que Espa?a bajara la persiana. Las contras resultaban m¨¢s sencillas con un rival cada minuto m¨¢s vulnerable y con Cazorla de agitador. A la selecci¨®n le sobraba cierta ret¨®rica, pero era cuesti¨®n de paciencia y tino. Lleg¨® el momento de Cesc, la gran noticia del tramo final. Hac¨ªa 26 partidos que Espa?a y el gu¨ªa del Arsenal se buscaban. Por fin se reconciliaron en Innsbruck. No fue casual que en el tercer acierto de Villa medio equipo saliera disparado a abrazar a Cesc, que dio un pu?etazo al aire como si hubiera logrado sacudirse un misterioso embrujo. Su gol posterior contribuy¨® al exorcismo y cerr¨® un duelo tan f¨¦rtil como aqu¨¦l con el que se estren¨® Espa?a frente a Ucrania en el Mundial 2006. Esta vez, con un aire nost¨¢lgico: resulta inevitable rebobinar hasta el Atl¨¦tico de mediados de los 70, en el que Luis perfeccion¨® su partitura al contragolpe, su gran opera prima. Hay otra Espa?a. Una Espa?a que ayer evoc¨® a la Holanda que gole¨® el lunes a Italia, la campeona del mundo.
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