El triunfo de los 'escondidos'
Gonzalo Hidalgo Bayal culmina su nuevo libro, que le ha llevado 20 a?os - El narrador simboliza al autor de culto alejado de las camarillas literarias
Gonzalo Hidalgo Bayal tiene la extra?a costumbre de contar sus novelas por palabras y no por p¨¢ginas. Lo achaca a una man¨ªa que se le peg¨® despu¨¦s de leer unos escritos de Nabokov. "Adem¨¢s, luego, con el sistema Word se me qued¨® ya grabada". Pero es una explicaci¨®n demasiado simple que esconde otra m¨¢s real. Este novelista ins¨®lito y apartado de los c¨ªrculos literarios (como Ramiro Pinilla o Antonio Pereira, otros escondidos), vive en Plasencia, donde ense?a literatura en un instituto y donde rumia uno a uno cada vocablo como un orfebre antes de dejarlo escrito en el papel.
Lo demostr¨® en Paradoja del interventor (Tusquets), una novela que seg¨²n Rafael Conte era lo mejor que se hab¨ªa escrito en espa?ol en varios a?os. Vuelve a probarlo ahora con Campo de amapolas blancas: un largo relato que transporta al pozo de los sue?os rotos.
Altern¨® sus clases en el instituto con las 600 p¨¢ginas de 'El esp¨ªritu ¨¢spero'
"Quer¨ªa ser director de cine como Godard pero era m¨¢s c¨®moda la literatura"
La literatura para Gonzalo Hidalgo Bayal no es eso que se anuncia en televisi¨®n. Ni aquello por lo que se compite en 10 puestos al mejor postor. La literatura es una oraci¨®n de ma?anas largas, que uno reza en la sombra de una habitaci¨®n silenciosa durante un d¨ªa, un verano o 20 a?os, justo el tiempo que ha empleado este escritor encomendado a un mundo propio para terminar su m¨¢s reciente novela: "Tiene 214.000 palabras". Unos 600 folios, para que lo vaya entendiendo su editor.
El esp¨ªritu ¨¢spero lleva por nombre. "Me gusta poner los t¨ªtulos al final y jugar con palabras esdr¨²julas", asegura. Aunque no siempre le sale la combinaci¨®n como prueban otras obras: El cerco oblicuo, Camino de Jot¨¢n, Amad a la dama... "No s¨¦ qui¨¦n querr¨¢ publicarlo", comenta este hombre de 57 a?os sobre su nueva obra, todav¨ªa suspicaz ante la aceptaci¨®n de su talento, pero al que sus seguidores y cr¨ªticos m¨¢s entregados ya han consagrado, aunque ¨¦l no quiera enterarse. Porque la gloria literaria es una cosa que le queda lejana a Hidalgo Bayal en su irrenunciable plaza de Plasencia, donde sus alumnos ni siquiera son conscientes de que quien les ense?a es una especie de Robinson literario venerado por muchos. "Algunos saben que escribo porque han descubierto por casualidad alg¨²n libro m¨ªo que ten¨ªa su madre, aunque prefiero que sea as¨ª. Me dar¨ªa pudor que me leyeran".
Sus novelas aparec¨ªan en editoriales locales como Alba del Oeste. Sin embargo, amigos fan¨¢ticos de la buena prosa, como Luis Landero o Rafael S¨¢nchez Ferlosio ya avisaban a las casas m¨¢s potentes que ah¨ª escondido palpitaba un novelista. Fueron ojeadores de lujo. Los dos autores son referentes para ¨¦l. Pero en el caso del autor de El Jarama, coincide adem¨¢s su admiraci¨®n por toda la generaci¨®n que le acompa?a: "Por Juan Benet, por Garc¨ªa Hortelano, por Miguel Espinosa", comenta Hidalgo Bayal.
Pese a que finalmente se ha forjado como un escritor consistente, a este hombre le saltaron por los aires algunos sue?os: "Yo quer¨ªa ser director de cine, quer¨ªa ser como Godard", comenta. "Pero supongo que era m¨¢s c¨®moda la literatura. Soy perezoso y me gusta la tranquilidad". ?Y el orden? "Antes era m¨¢s disciplinado, ahora ya no".
El caso, para ¨¦l, era contar historias. Historias de ese universo que rebautiza como Murania. Otro espejo para Plasencia, observado con los ojos de Bayal, en los que se cuelan destellos de Kafka y de Camus, de Proust y de Twain, aparte de los cl¨¢sicos que repasa en sus cursos de literatura.
Algunos de sus protagonistas no tienen nombre. Pero mejor. As¨ª el lector ahonda m¨¢s en sus almas. En Campo de amapolas blancas descansa sobre todo la suya. "S¨ª, puede ser mi libro m¨¢s autobiogr¨¢fico", admite. Es un relato en el que cabe el tren de una generaci¨®n, chicos que pelaban la pava so?ando en su pueblo, salieron a encontrarse con el mundo y se perdieron. Unos regresaron, otros quedaron demasiado deslumbrados por el brillo de esas amapolas blancas. "En ese libro hay personas muy queridas para m¨ª".
Ocurren muchas cosas, pero Hidalgo Bayal sigue persiguiendo otros retos obsesivos en su prosa: "Me gustar¨ªa escribir una novela en la que no ocurra nada, pero que obligue al lector a ser le¨ªda de forma compulsiva", dice. Desde su retiro tiene todo el tiempo del mundo para hacerlo. Es cuesti¨®n de que esculpa bien las palabras. Y para eso, tampoco le falta ma?a.
Los otros 'bartlebys' de la narrativa espa?ola
La senda del club que Enrique Vila Matas fund¨® con su libro Bartleby y compa?¨ªa es larga. Existen escritores que la transitan sin descanso, ajenos a los focos, a las promociones, al gran espect¨¢culo de la literatura. Con el ¨²nico valor pujante de su obra y nada m¨¢s. Centrados en la esencia, apartados de la espuma. Gonzalo Hidalgo Bayal es uno de ellos, escondido en Plasencia, donde ense?a literatura en un instituto y escribe con calma. Pero tambi¨¦n lo es Ramiro Pinilla, que, ajeno al mundo durante tres d¨¦cadas -tras ganar el Nadal con Ciegas hormigas en 1960-, ha ido produciendo una inmensa obra. Sorprendi¨® con su trilog¨ªa sobre el Pa¨ªs Vasco, que t¨ªtulo Verdes valles, colinas rojas, editada ¨ªntegramente por Tusquets y que le catapult¨® de nuevo con el Premio Nacional de Narrativa y el de la Cr¨ªtica.
Otro caso m¨¢s tr¨¢gico fue el de Alberto M¨¦ndez. Un hombre que obr¨® un milagro literario en Los girasoles ciegos (Anagrama), pero que no pudo disfrutar en vida ya que muri¨® meses despu¨¦s de su publicaci¨®n. Su ¨²nico libro consigui¨® el Nacional de Narrativa, m¨¢s de 20 ediciones que siguen en las mesas de las librer¨ªas y otro premio m¨¢s: que Rafael Azcona convirtiera en gui¨®n de cine los cuatro deslumbrantes relatos sobre la Guerra Civil escritos por M¨¦ndez. Jos¨¦ Luis Cuerda firma la pel¨ªcula que est¨¢ a punto de estrenarse.
Un nuevo bartleby, adem¨¢s de los citados, es el orensano Jos¨¦ Mar¨ªa P¨¦rez ?lvarez. Su libro, La soledad de las vocales, ha conseguido el Premio Bruguera. Pero fue el anterior, Nembrot, el que Juan Goytisolo destac¨® en The Times Literary Supplement como la mejor obra de narrativa espa?ola en 2003.
Babelia
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