"Las represalias vienen despu¨¦s"
Dos transportistas de El Ejido se arriesgan a viajar cargados
Emilio y Pepe han elegido mal la mesa en el comedor del restaurante Frontera, en Campillo de Arenas (Ja¨¦n), en el que paran casi siempre que viajan a Madrid. A cada bocado que dan, estos dos transportistas de El Ejido (Almer¨ªa) tienen que girar la cabeza para vigilar sus camiones. "A ver si viene un piquete y nos pincha las ruedas". Emilio, de 32 a?os, y Pepe, de 49, eran ayer dos de los escasos ch¨®feres que se arriesgaron a cargar tr¨¢ilers en las cooperativas agr¨ªcolas del Poniente almeriense y a recorrer los 540 kil¨®metros hasta Mercamadrid.
En la sobria cabina de Emilio -apenas un manojo de ambientadores de pino y una estampita de una Virgen de advocaci¨®n incierta- la huelga se percibe con tensi¨®n desde el primer kil¨®metro. Justo en el pol¨ªgono de La Redonda, a la salida de El Ejido, un piquete impide que los camiones carguen en los principales almacenes de la meca del cultivo bajo pl¨¢stico. Por suerte para Emilio, conductor desde hace 11 a?os, ¨¦l carg¨® al otro lado de la ciudad.
"Cuando llegue la noche y no est¨¦ la Guardia Civil, no s¨¦ qu¨¦ va a pasar"
Durante las siete horas y media de viaje, la cabina de Emilio parece una oficina. Cada pocos kil¨®metros le telefonean compa?eros de volante para saber si hay piquetes. A la altura del restaurante Manolo, a 185 kil¨®metros de Madrid, en la A-4, una veintena de camioneros con chalecos reflectantes hace gestos amenazantes al paso del tr¨¢iler. "De momento no hay problema, pero cuando llegue la noche y no est¨¦ la Guardia Civil no s¨¦ qu¨¦ va a pasar", les informa.
Los baches de la castigada A-4 recuerdan a cada poco que detr¨¢s de la cabina viajan 20 toneladas de berenjenas, calabacines, pimientos y melones que se recogen al final de la temporada en El Ejido. El g¨¦nero se acumulaba ayer en las alh¨®ndigas y su precio ca¨ªa a toda velocidad en las subastas ante el miedo de que por quinto d¨ªa consecutivo los productos tuvieran que ser llevados a un vertedero o regalados a las empresas conserveras.
Emilio recibir¨¢ por este viaje 910 euros, de los que 600 se los lleva el di¨¦sel, y el resto va para pagar seguros, aver¨ªas y mantenimiento del veh¨ªculo, adem¨¢s de una hipoteca de 420 euros. Tras una semana, seguir de huelga es insostenible: "El almac¨¦n de verduras obliga a la agencia de transportes y ¨¦sta te obliga a ti; si no cargas la pr¨®xima vez no cuentan contigo".
El viaje a Mercamadrid termina bien. Y Emilio ya va pensando en el viaje de vuelta. Cuatro camiones pinchados a las orillas de la carretera no invitan a la tranquilidad. Emilio y Pepe son nombres ficticios. "Las huelgas de camioneros son como las guerras civiles. Las represalias vienen despu¨¦s", afirman.
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