Los abucheos al socio Iceta
La militancia silb¨® al portavoz del PSC y a los convergentes Trias y Mad¨ª, invitados al congreso
La diputada Anna Sim¨®, conductora del congreso, tom¨® la palabra y empez¨® a recitar el nombre de las entidades y los pol¨ªticos invitados a la platea, algo muy com¨²n en la mayor¨ªa de los congresos de partidos. Cit¨® al Colegio de Farmac¨¦uticos, a la Coordinadora de Usuarios de la Sanidad y a... Miquel Iceta, portavoz del Partit dels Socialistes (PSC) y socio de Gobierno de los independentistas. Las paredes del Auditorio del F¨®rum resonaron porque el abucheo fue colosal. "?Os pido que no hag¨¢is ninguna expresi¨®n de emoci¨®n!", grit¨® Sim¨®. Y sigui¨® con la lista y mencion¨® a los convergentes Xavier Trias y David Mad¨ª. El estruendo continu¨®. "?Os pido el m¨¢ximo respeto para los compa?eros de otros partidos que est¨¢n aqu¨ª!", dijo iracunda la diputada.
Los bramidos de Sim¨® surtieron efecto porque a partir de entonces los militantes aplaudieron (salvo al representante del Partido Popular) al resto de los invitados y a quienes subieron al escenario: un miembro del Frente Polisario, una l¨ªder bretona (utiliz¨® el franc¨¦s), otro del BNG ("?en gallego!", le pidieron que hablara) y una ¨²ltima de Eusko Alkartasuna, que compagin¨® el euskera, el castellano y el catal¨¢n. Fue uno de los pocos momentos en que las puertas del congreso, nada transparente, se abrieron a los periodistas, escoltados a un extremo del escenario para seguir los discursos de Carod, Puigcerc¨®s y Ridao.
Carod y Benach, sentados en primera fila, no paraban de enviar mensajes por el m¨®vil mientras Ridao, antes de tomar la palabra, abandonaba su butaca por un problema en un ojo. Los 4.078 acreditados ten¨ªan una carpeta con las ponencias, tres cartulinas para las votaciones (una naranja, una roja y una blanca) y una curiosa encuesta an¨®nima para elaborar un definido perfil, hasta el punto de que se llegaba a preguntar: "Por lo que usted sabe o recuerda, ?con qu¨¦ bando de la Guerra Civil simpatizaba m¨¢s su familia?", y se daba a elegir entre cinco respuestas. El formulario, con 39 cuestiones, acababa con una sobre la inmigraci¨®n y ofrec¨ªa cuatro opciones; la ¨²ltima era as¨ª de inquietante: "Con tanta inmigraci¨®n, uno ya no se siente como en casa".
Pese a estar bien organizado, incluso hab¨ªa una ludoteca para ni?os (15 peque?os pasaron la ma?ana en ella), m¨¢s de un militante se quej¨® de tener que votar a mano alzada."Eso est¨¢ mal, pero es a¨²n peor que los resultados no se vean sobreimpresos en la pantalla gigante del escenario", se?al¨® el militante David Botanach, de 53 a?os. Con una barra de bar a las puertas del congreso, los independentistas debat¨ªan en la calle las votaciones de las enmiendas, ajenos al trasiego del Congreso de Urolog¨ªa que se celebraba en el centro de convenciones, delante del auditorio, y al partido de la selecci¨®n. No se vio a nadie con la acreditaci¨®n de ERC colgada en el cuello en ning¨²n bar viendo el f¨²tbol. Disciplinados, muchos comieron al aire libre por 15 euros el pastel de pescado y la bebida servida en vasos de pl¨¢stico con dibujos de paisaje alpino. Los camareros, con esmoquin y pajarita, contrastaban con el olor a cloaca que llegaba seg¨²n la direcci¨®n del viento. Para entonces, Trias, abucheado como Iceta, hac¨ªa rato que se hab¨ªa marchado. "Estoy acostumbrado. Forma parte de los congresos", dijo impasible.
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