Tiene ocho minutos para enamorarme
Quieres tener hijos?", me pregunta Lisa Clampitt, una conocida matchmaker (casamentera) de Manhattan. Estoy sentada en un sof¨¢ con estampado de leopardo sobre el que reposan cojines con estampado de leopardo, en una sala de paredes con estampado de leopardo y cuyas ventanas dan a la Quinta Avenida. Intento esquivar sus preguntas, pero Clampitt no da tregua: "?Quieres casarte con un neoyorquino o no te importar¨ªa que tu futuro marido fuera extranjero? ?Fumas? ?Eres religiosa? ?Necesitas gafas? ?C¨®mo es tu perfil de hombre ideal? ?Por qu¨¦ no contestas a mis preguntas? ?Eres t¨ªmida o reservada?".
SOY PERIODISTA -tambi¨¦n t¨ªmida y reservada-, y no quiero que ninguna matchmaker me encuentre marido. El objetivo inicial del encuentro era entrevistar a Clampitt, una de las casamenteras m¨¢s medi¨¢ticas de la ciudad y la fundadora del Matchmaking Institute, una escuela que ofrece cursos de formaci¨®n a aspirantes a celestina y otorga diplomas oficiales a aquellos alumnos que demuestran tener suficientes conocimientos del oficio.
El instituto acaba de abrir un segundo centro en Singapur, pa¨ªs muy preocupado por la baja natalidad y cuyo Gobierno ha creado un Ministerio del Amor para resolver este problema demogr¨¢fico. Lamentablemente, mi entrevistada tiene muchas tablas y me est¨¢ entrevistando a m¨ª. "Creo en el destino", confiesa. "Mi marido, un profesor de biolog¨ªa y lector compulsivo de c¨®mics, me pidi¨® que me casara con ¨¦l a los cinco minutos de conocernos; evidentemente le dije que s¨ª, y la boda se celebr¨® unas semanas m¨¢s tarde. Son ya cinco a?os de feliz matrimonio. Desde que te vi entrar por la puerta supe que eras la candidata perfecta para Juan". Juan (me he apiadado de ¨¦l y le he cambiado el nombre y la nacionalidad) es uno de sus clientes: un multimillonario venezolano, doctorado en econom¨ªa y heredero de una conocida empresa, que quiere "una mujer con t¨ªtulo universitario, treinta?era, que hable espa?ol, que haya vivido en distintas ciudades del mundo y que quiera formar una familia numerosa".
Clampitt s¨®lo trabaja para hombres. A cambio de unos honorarios que suelen superar los 10.000 euros, la extravertida matchmaker no descansa hasta que les encuentra mujeres que "encajan con su perfil". "Mis clientes no son unos perdedores; son profesionales bien situados que, simplemente, conf¨ªan una elecci¨®n tan importante a una experta", me explica. "Si para correr un marat¨®n no tendr¨ªas ning¨²n reparo en contratar a un entrenador, ?por qu¨¦ no contratar a un entrenador de citas que te ayude a ejercitar tu coraz¨®n, a prevenir lesiones sentimentales y a elegir bien?".
Hombres bien situados, mujeres que se casan para asegurarse una estabilidad econ¨®mica, matchmakers? La novelista brit¨¢nica Jane Austen describi¨® con magistral iron¨ªa esta cuesti¨®n en el siglo XIX y cre¨® a la celestina m¨¢s consentida, bienintencionada y torpe de la historia de la literatura universal: Emma Woodhouse. ?Es posible que no hayamos avanzado en dos siglos? "?Hemos retrocedido! Jane Austen era m¨¢s moderna que las actuales matchmakers de Manhattan!", exclama el cr¨ªtico literario Harold Bloom. "Las normas sociales de la ¨¦poca le parec¨ªan rid¨ªculas, nunca confi¨® en las casamenteras, y es por este motivo que Emma, su personaje, fracasa una y otra vez cuando intenta casar a sus amigas; la chica es un desastre, todo le sale al rev¨¦s". "En cambio, a Austen s¨ª le gustaban las citas rom¨¢nticas; tuvo algunas dates y se prometi¨® en matrimonio en dos ocasiones, aunque nunca se cas¨®", indica.
Para los amantes de las citas y de la literatura, los eventos que organiza Paul Holdengr?ber en la Biblioteca P¨²blica de Nueva York son una opci¨®n perfecta.
Holdengr?ber lleg¨® a Manhattan procedente de Los ?ngeles cuatro a?os atr¨¢s y con una misi¨®n: modernizar la instituci¨®n y conseguir que los dos leones situados en la entrada de la sede rugieran. Ha superado la prueba con creces: las conferencias y debates que se celebran en la biblioteca bajo la marca Live (en directo), con escritores de la talla de Norman Mailer (su ¨²ltima aparici¨®n sobre un escenario antes de morir), G¨¹nter Grass, Salman Rushdie y Antonio Mu?oz Molina, llenan un auditorio con capacidad para 800 personas, y la media de edad del p¨²?blico es de 40 a?os, y sigue bajando. Que j¨®venes hagan cola para asistir a un evento cultural es un logro a destacar; como tambi¨¦n lo es que el diario The Washington Post haya asegurado que la Biblioteca P¨²blica de Nueva York es el epicentro de las intelli-dates (citas inteligentes) de la ciudad. Parte del p¨²blico asiste a los eventos con un doble prop¨®sito: aprender y ligar. Acuden con alguien que les gusta, con el objetivo de seducirle con la ayuda de los autores invitados. ?Existe mejor prueba de que la cultura goza de buena salud?
"PENSAR ES 'SEXY", afirma Holdengr?ber. "?Una cita en una conferencia puede ser rom¨¢ntica? Por supuesto que s¨ª. No hay nada m¨¢s excitante que participar en el momento de creaci¨®n de una nueva idea. En nuestro auditorio, la escritora chilena Isabel Allende asegur¨® que en Am¨¦rica Latina puedes hacer el amor con el o¨ªdo. Qui¨¦n hubiera pensado que una velada en la biblioteca pudiera provocar semejantes sensaciones". "Plat¨®n sab¨ªa por Arist¨®teles que la transmisi¨®n de ideas tiene propiedades er¨®ticas", explica Holdengr?ber, y avanza que espera que muy pronto dos escritores de Barcelona, Enrique Vila-Matas y Quim Monz¨®, hagan temblar el edificio de piedra y a las parejas (o futuras parejas) del p¨²blico.
La Metropolitan Opera de Nueva York tambi¨¦n capta p¨²blico joven con una oferta especial para singles: Meet me at the Met (Encu¨¦ntrame en el Met). Se trata de un paquete que incluye la entrada y la invitaci¨®n a una fiesta posterior en la que expertos en matchmaking presentan a los participantes.
?Hay esperanza para todos aquellos que no quieren un compa?ero culto, sino que sue?an con encontrar a un esp¨ªritu solidario? ?Por supuesto que s¨ª! Consciente de que los j¨®venes singles suelen tener sangre de calidad, Cruz Roja de Estados Unidos organiz¨® recientemente un evento en San Francisco que jugaba con la pregunta What is your type? (?Cu¨¢l es tu tipo?). Los participantes donaron sangre mientras distintos matchmakers del portal de citas Engage.com les dise?aban la ficha de su perfil ideal y buscaban a otro donante que reuniera estos requisitos en la sala.
LAS CITAS R?PIDAS son muy populares en Manhattan. Se basan en una teor¨ªa del prestigioso economista Malcolm Blackwell, publicada en su ¨¦xito de ventas Blink (Parpadeo), seg¨²n la cual las primeras impresiones suelen ser acertadas: con un simple cerrar de ojos podemos intuir si una persona nos gusta o no. La revista Time Out New York informa semanalmente de las citas r¨¢pidas que se celebran en la ciudad. En un encuentro reciente en una cafeter¨ªa del Soho, 10 chicos y 10 chicas con una pegatina con su nombre en el pecho escuchaban las instrucciones que les daba un moderador con un cron¨®metro y un gong en la mano. Cada uno de los hombres tendr¨ªa una cita de ocho minutos con cada una de las mujeres, ellas permanecer¨ªan sentadas mientras que ellos cambiar¨ªan de mesa a golpe de gong; todos escribir¨ªan en un papel los nombres de las citas que les hubieran gustado y lo entregar¨ªan al moderador, tras lo cual el evento se dar¨ªa por terminado y todos se despedir¨ªan sin pedir los datos de contacto (o una cita) a nadie. El juego es muy sencillo: si la selecci¨®n de uno y otra coincide, el moderador les manda al d¨ªa siguiente un correo electr¨®nico con el mensaje de felicidades y los pone en contacto para que puedan volver a quedar (esta vez sin prisas). ?Y qu¨¦ opinar¨ªa Jane Austen de las citas r¨¢pidas? se pregunta horrorizado Bloom: "Le hubiera parecido vulgar, f¨¢cil y una falta de sentido y sensibilidad; se hubiera quedado en casa escribiendo".
Son muchos los que se quedan en casa escribiendo correos electr¨®nicos. Uno de cada tres estadounidenses de entre 18 y 50 a?os se ha citado por Internet. Los portales de citas son una industria que mueve cientos de millones de euros; solo las p¨¢ginas web de m¨²sica y de juegos de ordenador tienen m¨¢s visitas. La mayor¨ªa de portales de citas permiten colgar perfiles con fotograf¨ªa gratuitamente, pero el usuario tiene que pagar una cuota mensual (que oscila entre los 15 y los 60 euros en funci¨®n del portal y el servicio) si quiere contactar con los dem¨¢s usuarios del site. En Estados Unidos hay m¨¢s de mil p¨¢ginas de contactos registradas. Las generalistas Match.com, eHarmony.com, MatchLink y Date.com tienen millones de usuarios.
A diferencia de Europa, que seg¨²n los expertos va m¨¢s de cinco a?os por detr¨¢s, en Estados Unidos proliferan los portales que se dirigen a unos usuarios con un perfil muy concreto de pareja, y para los que la religi¨®n, las ideas pol¨ªticas, una determinada caracter¨ªstica f¨ªsica o la profesi¨®n son determinantes.
"Es normal que el mercado europeo se resista porque para empezar citarse es una costumbre muy americana; los europeos quedan con su grupo de amigos y suelen conocer a sus parejas en ambientes m¨¢s relajados", indica Lisa Clampitt: "Son muy informales y ni siquiera respetan el manual de instrucciones para primeras citas; improvisan sobre la marcha y huyen del ritual de la date tradicional".
Emma Reverter es la autora de 'Citas en Manhattan' (Planeta), a la venta la pr¨®xima semana.
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