Un resquicio de esperanza
Los desorbitados precios actuales de las materias primas ponen claramente de manifiesto una realidad de la vida moderna de la que, muchos pol¨ªticos, especialmente en Occidente, no quieren que nos enteremos: los recursos naturales del mundo son limitados y a medida que miles de millones de personas en Asia y otros lugares logran escapar de la pobreza, los consumidores occidentales tendremos que compartirlos. Y otra gran verdad: el mecanismo de control de precios es un sistema mucho mejor para distribuir los recursos naturales que entablar guerras, como hicieron las potencias occidentales en el siglo pasado.
El irreflexivo plan de subvenciones para los biocombustibles de Estados Unidos muestra c¨®mo no se debe reaccionar. En lugar de reconocer que el alto precio de los combustibles es la mejor manera para estimular el ahorro de energ¨ªa y la innovaci¨®n, la Administraci¨®n de Bush ha establecido unas subvenciones enormes para los agricultores estadounidenses que cultiven cereales para producir biocombustible. Da igual que esto sea tremendamente ineficaz en lo que se refiere al uso del agua y la tierra.
En vista del incremento del precio del crudo, el impuesto sobre la gasolina deber¨ªa aumentarse, no reducirse
Es m¨¢s, incluso en el mejor de los casos, Estados Unidos y el resto del mundo seguir¨¢n dependiendo b¨¢sicamente de los combustibles f¨®siles convencionales hasta que la era de los hidrocarburos llegue a su fin (lo cual veremos pocos de nosotros). Y por ¨²ltimo, aunque no menos importante, derivar enormes extensiones de terreno agr¨ªcola hacia la producci¨®n de combustibles ha contribuido a duplicar el precio del trigo y otros cereales. Ahora que en decenas de pa¨ªses hay disturbios por la comida, ?no ser¨ªa el momento de reconocer que toda esta idea, aunque bien intencionada, ha sido un error descomunal?
Otra propuesta en la direcci¨®n equivocada es la que recientemente han incluido en sus planes dos candidatos a la presidencia y que consiste en suprimir temporalmente los impuestos sobre la gasolina. Por muy loable que sea ayudar a los automovilistas con rentas bajas a enfrentarse a los desorbitados precios del combustible, ¨¦sta no es la mejor manera de hacerlo. El impuesto sobre la gasolina deber¨ªa aumentarse, no reducirse. La triste realidad es que a base de mantener altos los precios del petr¨®leo, la OPEP est¨¢ haciendo mucho m¨¢s por la conservaci¨®n del medio ambiente que los pol¨ªticos de Occidente, que tratan de prolongar la era de un consumismo occidental ecol¨®gicamente insostenible.
Por supuesto, no s¨®lo son elevados los precios del petr¨®leo, sino los de todas las materias primas, desde los metales hasta los alimentos y la madera. Los precios de muchas materias primas se han duplicado en los ¨²ltimos dos a?os. Los precios del petr¨®leo han subido casi un 400% en los ¨²ltimos cinco a?os. La causa m¨¢s cercana es un auge econ¨®mico mundial que ha sido m¨¢s fuerte, duradero y m¨¢s extendido que cualquier otro en la historia contempor¨¢nea.
Asia ha abierto el camino, pero los ¨²ltimos cinco a?os han sido los que m¨¢s satisfacciones han dado a ?frica y a Suram¨¦rica desde hace muchas d¨¦cadas. La escasez de materias primas generalizada suele aparecer despu¨¦s de largos periodos de prosperidad mundial, y en este sentido, la actual expansi¨®n no se diferencia de las dem¨¢s.
Algunos pol¨ªticos se quejan tambi¨¦n de los especuladores que comercian, cada vez m¨¢s, con las materias primas en mercados complejos y en expansi¨®n que les permiten conjeturar, por ejemplo, que es probable que el futuro crecimiento de la demanda sea superior al de la oferta en los nuevos mercados. Pero ?qu¨¦ tiene esto de malo? Si los especuladores est¨¢n empujando al alza los precios actuales de las materias primas porque se dan cuenta de que las futuras generaciones tambi¨¦n las van a necesitar, ?no es eso positivo? El que los precios de las materias primas sean elevados hoy significa que ma?ana habr¨¢ m¨¢s oferta para las generaciones futuras, adem¨¢s de crear al mismo tiempo un incentivo para desarrollar nuevas formas de ahorrar en el consumo. Una vez m¨¢s, los precios elevados est¨¢n ayudando de una forma que parece asustar a los pol¨ªticos occidentales.
La verdad es que el auge mundial de los precios de las materias primas ha tenido un impacto sobre la pobreza enorme, aunque tambi¨¦n tremendamente complejo e incierto. Aunque el aumento de precios de las materias primas est¨¢ ayudando a los agricultores pobres y a los pa¨ªses pobres ricos en recursos, para los habitantes de las ciudades con menos posibilidades constituyen una cat¨¢strofe, dado que algunos de ellos tienen que dedicar el 50% de sus ingresos a comprar alimentos.
Parte de la soluci¨®n pasa por compensar a los m¨¢s pobres por el alto coste de la supervivencia. Mas a largo plazo, es esencial aportar m¨¢s dinero para fertilizantes y para otras ayudas, con el fin de potenciar la autosuficiencia. El Banco Mundial, la ONU e, incluso, la Administraci¨®n de Bush se han movilizado para ayudar, aunque no lo suficiente si tenemos en cuenta la magnitud del problema. Claro que, tambi¨¦n hay que se?alar que si la reforma econ¨®mica en ?frica, un continente rico en recursos, hubiera avanzado al mismo ritmo que en Asia, la era de los precios de las materias primas por las nubes se podr¨ªa haber demorado otro siglo.
Por ahora, en lugar de lloriquear por la subida de las materias primas, los Gobiernos deber¨ªan estar protegiendo s¨®lo a sus ciudadanos m¨¢s pobres y permitiendo que el alza de precios sirviera de aviso para el resto de nosotros. El final del consumismo occidental no est¨¢ todav¨ªa al alcance de nuestra mano, pero los altos precios de las materias primas son una clara advertencia de que se necesitar¨¢n mayores ajustes cuando Asia y otros pa¨ªses incipientes comiencen a consumir un trozo m¨¢s grande de la tarta mundial.
Es cierto que, cuando el auge econ¨®mico mundial llegue a su fin, como acabar¨¢ sucediendo por fuerza, los precios de las materias primas caer¨¢n en picado, f¨¢cilmente un 25%, y probablemente hasta un 50% o m¨¢s. Los pol¨ªticos occidentales lo celebrar¨¢n y muchos lumbreras expresar¨¢n su alivio por el hecho de que circular¨¢ mucho menos dinero hacia pa¨ªses no democr¨¢ticos en el mundo en v¨ªas de desarrollo.
Pero la actual era de altos precios de las materias primas no es s¨®lo un mal sue?o que deber¨ªa olvidarse cuando termine. Los precios elevados suponen un mensaje claro sobre la escasez en un mundo globalizador. Aquellos que hagan caso omiso de ¨¦l, y especialmente si obstaculizan las fuerzas del mercado, est¨¢n cometiendo un terrible error.
Kenneth Rogoff es profesor de Econom¨ªa y Pol¨ªtica P¨²blica en la Universidad de Harvard y es ex economista jefe del FMI.
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