Una buena tarde para morir
La imagen de Jos¨¦ Tom¨¢s, el cuerpo magullado, el traje ensangrentado, dolorido por la herida que llevaba en el muslo derecho, pero con las dos orejas en las manos, cruzando de punta a punta el di¨¢metro de la plaza camino de la enfermer¨ªa, y los tendidos, sobrecogidos, puestos en pie, al grito un¨¢nime de "torero, torero", es de esas que permanecer¨¢n para siempre en la memoria de las 24.000 almas que asistieron ayer a una corrida ¨¦pica que tuvo como protagonista a un h¨¦roe de pel¨ªcula, revivido en torero de hoy, un mago del valor, capaz de hacer emerger las emociones m¨¢s apasionantes del ser humano.
Fiel a su m¨¢xima de que un torero debe estar dispuesto a jugarse la vida doce tardes al a?o, Jos¨¦ Tom¨¢s lleg¨® a Madrid dispuesto a superar lo insuperable; es decir, a dejarse matar antes que perder la batalla contra s¨ª mismo. Y a fe que lo demostr¨® con una entrega absoluta, con una heroicidad sobrehumana y con un insuperable desprecio a la vida. Porque, ayer, Jos¨¦ Tom¨¢s estaba dispuesto a morir. Y a punto estuvo de conseguirlo.
San Lorenzo / El Fundi, Tom¨¢s, Bautista
Cuatro toros de El Puerto de San Lorenzo, ¡ªel quinto, devuelto¡ª, y dos ¡ªcuarto y sexto¡ª de Cort¨¦s, desigualmente presentados, mansos, sosos y muy deslucidos. El sobrero, de El Torero, dificultoso.
El Fundi: dos pinchazos y casi entera ¡ªaviso¡ª (silencio); casi entera tendida (silencio).
Jos¨¦ Tom¨¢s: pinchazo y casi entera ¡ªaviso¡ª (oreja); media baja ¡ªaviso¡ª (dos orejas). Pas¨® a la enfermer¨ªa.
Juan Bautista: estocada trasera (silencio); estocada (silencio).
Plaza de Las Ventas. 15 de junio. Lleno.
Ayer se premi¨® la disposici¨®n, el desaf¨ªo, el poder, la gallard¨ªa...
Atraves¨® el redondel en una imagen que figura ya en los anales de esta plaza
No fue una tarde de toreo puro. No. No estuvo fino el torero con el capote, y s¨®lo unos pocos muletazos por ambas manos sobresalieron de un mar de pases enganchados y destemplados. Tampoco hubo toros encastados y nobles, sino mansos, de mala condici¨®n, rajados, huidizos y de p¨¦sima clase.
Quiz¨¢, fue excesivo el premio de las tres orejas. Posiblemente. Pero ayer se premi¨® la disposici¨®n, el desaf¨ªo, el poder, la gallard¨ªa, el arrebato... en una palabra, el valor extraterrestre de un torero que ayer se sobrepuso a todas las circunstancias adversas que le plantearon los toros. Y gan¨® la pelea; y sali¨® victorioso de manera un¨¢nime porque no parece posible una actitud m¨¢s verdadera que la de este hombre.
Se pide silencio. Est¨¢ el segundo toro en la arena. Tom¨¢s intenta veroniquearlo, pero el animal huye despavorido. Muleta en mano, se dobla con el toro, rodilla en tierra, y aguanta impert¨¦rrito las tarascadas del animal. El toro no quiere pelea. Pero quiere Tom¨¢s, y lo desaf¨ªa y lo reta con el pecho por delante y la muleta en la zurda. Tanto insiste que llega la primera voltereta -el toro se lo echa a los lomos, lo zarandea y lo despide a la arena-. El torero ni se mira la chaquetilla completamente ensangrentada. Parece confirmado en su valor y persigue a su oponente en su huida permanente. Y consigue un derechazo enorme, y otro de pecho extraordinario, y un recorte final espl¨¦ndido. La angustia se ha adue?ado ya de los tendidos, que presagian la cornada, pero ah¨ª sigue el torero, cada vez m¨¢s cerca de los pitones, cada vez m¨¢s dispuesto... Uf, inenarrable.
Y llega la segunda cogida cuando intenta torear por gaoneras, y se vuelve a salvar de milagro. Y la faena a ese quinto gazap¨®n es de torero heroico. No hay toreo largo ni hondo; quiz¨¢, es que no puede haberlo, pero est¨¢ tan bien colocado, tan metido entre los pitones, tan cruzado, tan cerca del peligro, que el sobrecogimiento general se convierte en entusiasmo desbordante. Lleg¨® la tercera cogida cuando tom¨® la izquierda y la voltereta fue espectacular. Pero sigui¨® en la plaza hasta que mat¨® al toro de una media estocada baja. Se le concedieron las dos orejas y atraves¨® el redondel, seguido por su cuadrilla, en esa imagen que figura ya en los anales de esta plaza.
Tampoco tuvo toros El Fundi, que se justific¨® con oficio y buenas maneras, y tore¨® muy bien con el capote. ?l y Juan Bautista protagonizaron un vibrante tercio de quites en el tercero. Por cierto, el torero franc¨¦s que, a lo postre, se encontr¨® con el lote m¨¢s propicio, decepcion¨® con un toreo mec¨¢nico y fr¨ªo.
Al final, la tarde fue, de pit¨®n a rabo, de Jos¨¦ Tom¨¢s, que acab¨® con tres heridas en los muslos, prueba inequ¨ªvoca de que ¨¦sta era una de esas tardes en las que hay que jugarse la vida. ?Por qu¨¦ lo cogen tanto los toros? Quiz¨¢, por eso, porque se arrima m¨¢s que ninguno, y te pone la carne de gallina, el condenado Jos¨¦ Tom¨¢s...
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