Del toque al gol
Con Villa y Torres, dos puntas voraces, Espa?a encuentra en la pegada otra se?a de distinci¨®n
La Espa?a del toque sutil ya tiene otra se?a de distinci¨®n: la pegada. Mucho habr¨ªa que bucear en el pante¨®n del f¨²tbol espa?ol para encontrar una pareja tan complementaria, en tal estado de madurez y en pleno ¨¦xtasis como la que forman Fernando Torres y Villa. Por ahora, aunque s¨®lo lleven dos partidos en la mochila, ellos son la pareja de la Eurocopa, quienes m¨¢s han contribuido a contener ese pesimismo que la selecci¨®n espa?ola tradicionalmente interioriza hasta el hueso.
El pozo se puede secar, pero, con cautelas, la selecci¨®n debe cre¨¦rselo
La trayectoria de Torres |
Villa, con la Selecci¨®n |
Con s¨®lo dos asaltos disputados, Espa?a no tiene que verse en el podio, pero tampoco olvidar que Villa y Torres son hoy motivo de desvelo para cualquier adversario. No son pocas las selecciones que han alcanzado el Everest por la senda de un delantero enchufado durante un par de semanas. La Italia de Paolo Rossi en 1982, por ejemplo. Los goleadores no se bastan por s¨ª solos, pero, a falta de zagueros con jerarqu¨ªa, Espa?a tiene un racimo de asistentes incomparables. Y no hay mejor defensa que el gol. El extremista de Villa a Suecia tiene mucho calado, trasciende su valor resultadista.
Villa y Torres, que se elogian mutuamente siempre que pueden y que se buscan para los festejos comunes tras cada gol, aceptaron un reto que delata su voracidad. En el ¨²ltimo instante, con el dep¨®sito justo y el encuentro anestesiado, los dos acudieron a por un largo servicio de Capdevila. S¨®lo alg¨²n alem¨¢n de cuatro puertas habr¨ªa aceptado el reto. Torres no alcanz¨® la pelota. Villa, s¨ª. Pudo buscar una acci¨®n convencional, como provocar una falta, un saque de banda o un c¨®rner con el que ganar tiempo. De la jugada no cab¨ªa esperar nada, salvo un revolc¨®n del asturiano al estrellarse con los pugil¨ªsticos centrales suecos. Pero Villa, como le habr¨ªa ocurrido a Torres, metaboliza el gol en cualquier situaci¨®n. Siempre est¨¢ dispuesto, no concibe otro destino, no entiende este juego de otra manera. La jugada no s¨®lo subray¨® las cualidades del ariete valencianista, sino el estado an¨ªmico de los dos delanteros. Y del grupo en general, que no hizo camarillas durante los festejos.
En el archivo del f¨²tbol espa?ol hay numerosos cap¨ªtulos dedicados a la falta de sociedades ofensivas. Ha sido tradicional la dificultad de encontrar escoltas adecuados para Santillana, Quini, Butrague?o o Ra¨²l, por citar los casos m¨¢s significativos de los ¨²ltimos 30 a?os. Indiscutibles ellos, a su lado el puesto sal¨ªa a subasta y la noria con los aspirantes giraba sin parar. O se solapaban o les llegaba el turno a destiempo, como a Torres y Ra¨²l, un ni?o y un pretoriano que en Portugal 2004 se despe?aron juntos en el ¨²nico partido que compartieron titularidad, en la eliminaci¨®n ante los anfitriones en Lisboa. Tampoco hubo la qu¨ªmica esperada dos a?os despu¨¦s, cuando en Alemania el liderazgo de Ra¨²l, m¨¢s capit¨¢n que futbolista, result¨® volc¨¢nico y meses despu¨¦s Luis Aragon¨¦s, contrario a compartir el mando, precipit¨® su exilio.
Esta vez, Villa, un goleador puro que en esta selecci¨®n encuentra el respaldo que no ha tenido en el ca¨®tico Valencia de este curso, y Torres, matriculado con ¨¦xito en la exigente Premier, han despegado juntos, en un momento de forma extraordinario y al amparo de un grupo sin caudillajes. Ellos, bien arropados dentro del campo, son un motivo para el optimismo. El pozo se puede secar, pero hasta entonces, con cautelas, Espa?a debe cre¨¦rselo. Tiene toque y tiene gol. Se ha ganado una semana de descanso y el respeto de sus rivales. Otros, como Grecia, campe¨®n vigente, ya est¨¢n en la sala de embarque camino de vuelta. Como le suceder¨¢ ma?ana a Italia o Francia, un d¨ªa despu¨¦s de que hoy Alemania se haya visto exigida por Austria. En el horizonte espa?ol est¨¢n Villa y Torres. Tan bendecido est¨¢ el primero que, en plena glorificaci¨®n personal, ya tiene a su Sporting en Primera junto al M¨¢laga.
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