A Valencia hemos de ir
A los cr¨ªticos de Rajoy les cuadra mejor el calificativo de recalcitrantes
El pr¨®ximo viernes se abre en Valencia el congreso del Partido Popular. Ya est¨¢ preparada la escenograf¨ªa para la ratificaci¨®n de Mariano Rajoy en la presidencia. Pero se trata de un nuevo Rajoy surgido tras la derrota electoral del 9 de marzo. Primera derrota reconocida despu¨¦s de los cuatro a?os de la anterior legislatura durante los cuales se sostuvo en la negaci¨®n de la evidencia, seg¨²n la l¨ªnea marcada por un diario y una emisora. Contra todo pron¨®stico queda averiguado como imposible imponer la retirada de Rajoy que reclamaban de forma orquestada desde la misma noche del escrutinio de las urnas quienes se apoderaron de la etiqueta de cr¨ªticos.
Unos cr¨ªticos muy singulares a quienes cuadrar¨ªa mejor la denominaci¨®n de recalcitrantes. Incapaces de analizar el resultado de los comicios con el m¨ªnimo de lucidez necesaria. Porque, enamorados del maximalismo, concluyen que la estrategia del energumenismo era la correcta y que hubiera llevado a la victoria de haberse empleado una dosis mayor. En realidad, quienes han utilizado la herramienta de la cr¨ªtica han sido los marianistas. Para ellos, los votos que a¨²n faltan tienen procedencia centrista y s¨®lo pueden obtenerse con la renuncia a la incandescencia y la recuperaci¨®n de la autonom¨ªa pol¨ªtica de la que el PP hab¨ªa desertado a favor de determinados comunicadores. El discurso de Elche, donde Rajoy afirm¨® que en adelante su partido dejar¨ªa de seguir la senda que le ven¨ªan marcando los medios aludidos, fue de un valor temerario y de unos efectos clarificadores.
Se espera que los compromisarios convocados en Valencia lleven la lecci¨®n aprendida y hayan le¨ªdo el trabajo que Juli¨¢n Santamar¨ªa y Henar Criado han publicado en el ¨²ltimo n¨²mero de la revista Claves de raz¨®n pr¨¢ctica bajo el t¨ªtulo de 9-M: elecciones de ratificaci¨®n. Para nuestros autores, la tendencia a la concentraci¨®n del voto en torno a PSOE y PP tiene poco que ver con el sistema electoral aunque amplifique su ventaja en esca?os seg¨²n el fen¨®meno se agudiza. A su entender, para dar cuenta de esa realidad deben considerarse tres factores: la elevada competitividad entre los dos partidos principales, la creciente polarizaci¨®n entre ambos y el aprendizaje de los votantes. Se?alan que desde 1993 todos los Gobiernos han vivido con su principal competidor pis¨¢ndole los talones con el resultado de que las legislaturas se convierten en una campa?a permanente.
Al mismo tiempo, la polarizaci¨®n medida en t¨¦rminos de distancia ideol¨®gica respecto de las cuestiones m¨¢s divisivas ha ido en aumento como prueba el hecho de que m¨¢s de tres millones de electores votaran motivados por sentimientos de antagonismo hacia el adversario y que lo hicieran en la misma proporci¨®n los afines de ambos partidos. En cuanto al aprendizaje de los electores, desde 1993 han tenido muy claro que se trata de dilucidar si gana el PSOE o el PP y que dada la escasa distancia de intenci¨®n de voto con la que comparecen cualquiera de los dos puede hacerlo, sin que sea balad¨ª qui¨¦n triunfe. De ah¨ª que abdiquen de sus preferencias absolutas a favor del mal menor sobre todo cuando las diferencias entre los dos partidos se extreman.
Santamar¨ªa y Criado desmontan tambi¨¦n otros t¨®picos sobre la abstenci¨®n y la distribuci¨®n territorial del voto. Porque ni la abstenci¨®n ha favorecido a la derecha ni puede hablarse de una distribuci¨®n uniforme del voto de manera que la subida o bajada de la ola que experimentaba cada uno de los dos grandes partidos ten¨ªa alcances generalizados. Ese patr¨®n se ha roto a favor de una territorializaci¨®n del voto al cruzarse las preferencias ideol¨®gicas con las inclinaciones identitarias activadas por la agenda pol¨ªtica del Gobierno Zapatero. Es una tendencia preocupante porque la hip¨®tesis de una victoria del PP en las generales sin un respaldo consistente en el Pa¨ªs Vasco y Catalu?a multiplicar¨ªa la fragilidad.
Adem¨¢s, nuestros autores sostienen con apoyo demosc¨®pico que el PSOE ha sufrido una p¨¦rdida de votos a favor del PP que supone casi el doble de los que ha recibido de esa procedencia, compensados por la suma de nuevos votantes y de los transferidos desde IU y desde los partidos nacionalistas. Claro que con una agenda distinta de ZP, que deja de estar basada en el Estatut y el final dialogado de la violencia etarra, esa l¨ªnea de crecimiento ofrece expectativas decrecientes. As¨ª que el de Valencia deber¨ªa ser un congreso basado en la inteligencia de la realidad y en la formulaci¨®n de alternativas de Gobierno capaces de sintonizar con la mayor¨ªa del electorado cuya residencia est¨¢ en el centro. La cuesti¨®n reside en articular propuestas y formar un equipo competente. A Rajoy le hubiera convenido medirse con alg¨²n contrincante. Ninguno de los cr¨ªticos ha querido intentarlo. Piensan que le debilitan m¨¢s ausent¨¢ndose de la competici¨®n abierta. Apuestan por que abandone tras el castigo de las pr¨®ximas convocatorias. Pero su resultado no est¨¢ escrito. Veremos.
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