El fin de un viaje interminable
La transici¨®n a la democracia de la derecha espa?ola no ha sido f¨¢cil. Es verdad que la derecha espa?ola fue la protagonista m¨¢s importante de la transici¨®n stricto sensu. Pero lo fue con un partido, que m¨¢s que un partido era una f¨®rmula electoral, UCD, que se descompuso en el momento en que la operaci¨®n formal de la sustituci¨®n de la dictadura por la democracia, con la aprobaci¨®n de la Constituci¨®n en 1978 y la celebraci¨®n de las primeras elecciones constitucionales en 1979, se hab¨ªa producido. En 1980, tras el desastre del refer¨¦ndum andaluz del 28-F, la moci¨®n de censura de la primavera y la cuesti¨®n de confianza del oto?o, UCD ir¨ªa al Congreso de Palma de Mallorca en pleno proceso de descomposici¨®n, lo que sin duda facilit¨® el intento de golpe de Estado del 23-F de 1981. A partir de ese momento, la suerte de UCD estaba echada. Las elecciones auton¨®micas andaluzas de mayo y las generales de octubre de 1982, en las que el PSOE obtendr¨ªa los mejores resultados que se han obtenido y que posiblemente se obtendr¨¢n nunca en Espa?a, condenaron definitivamente a UCD que desaparecer¨ªa como partido.
La sociedad tiende a considerar al PP m¨¢s pr¨®ximo a la extrema derecha que al centro
A partir de ese momento, el espacio pol¨ªtico de la derecha espa?ola pasar¨ªa a ser ocupado por un partido de extrema derecha, AP, que hab¨ªa operado como tal partido de extrema derecha durante la transici¨®n con un resultado electoral muy reducido. Esta operaci¨®n tuvo un coste importante para la derecha espa?ola, que tard¨® aproximadamente 10 a?os en estar en condiciones de competir con posibilidades de ¨¦xito. Y para ello tuvo que refundarse como PP, renunciar a buena parte de lo que hab¨ªa sido el programa electoral de AP durante las elecciones del 82 y del 86, e iniciar lo que ha sido descrito por los propios dirigentes del partido refundado como el "viaje al centro".
En este viaje llevan ya m¨¢s de 15 a?os sin que la percepci¨®n que tiene la sociedad espa?ola, a tenor de lo que indican los estudios de opini¨®n, coincida con esa autoproclamada condici¨®n de partido de centro. La sociedad espa?ola tiende a considerar que el PP es un partido de derecha m¨¢s pr¨®ximo a un partido de extrema derecha que a un partido de centro, lo que explica, por un lado, la solidez de su suelo electoral, pero tambi¨¦n, por otro, su fragilidad para penetrar en la reserva de votos no predecididos que permite ganar las elecciones.
Quiere decirse, pues, que el primer viaje al centro o, si se prefiere, la primera etapa del viaje al centro, la que protagoniz¨® el PP bajo la direcci¨®n de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, termin¨® de manera poco concluyente, especialmente tras el ejercicio del poder en la legislatura de 2000-2004 con mayor¨ªa absoluta. La percepci¨®n del PP como un partido que se alejaba cada vez m¨¢s del centro pol¨ªtico y se situaba en posiciones de derecha muy extremas se hizo cada vez m¨¢s visible. De ah¨ª que el resultado electoral de 2004, por mucho que se quisiera presentar por los dirigentes del PP como algo completamente inesperado, atribuible exclusivamente al atentado del 11-M, no lo fuera tanto. Hab¨ªa indicios numerosos de que el ¨¦xito de 2000 al PP se le hab¨ªa subido a la cabeza y que se hab¨ªa producido un descentramiento del partido, que le dificultar¨ªa continuar siendo el partido de gobierno de Espa?a.
Se?al de que hab¨ªa sido as¨ª, fue que, inmediatamente despu¨¦s de la derrota electoral, los dirigentes del PP pusieran de nuevo en circulaci¨®n la tesis del viaje al centro, aunque dicha tesis tendr¨ªa muchas dificultades para ser aceptada por la opini¨®n p¨²blica dada la trayectoria que seguir¨ªa el partido durante toda la legislatura, en la que parec¨ªa m¨¢s preocupado por defender el legado de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar como presidente del Gobierno que de definir un proyecto pol¨ªtico general para la direcci¨®n del pa¨ªs.
Tras perder por segunda vez las elecciones en 2008, parece que los dirigentes del PP s¨ª han puesto en marcha una operaci¨®n para centrar el partido, que pueda ser reconocida como tal por la sociedad espa?ola. Para ello necesitaban liberarse de determinadas tutelas, como la de determinados medios de comunicaci¨®n o la del sector dominante de la jerarqu¨ªa de la Iglesia cat¨®lica y sustituir a determinados dirigentes que ocupaban posiciones muy destacadas en la direcci¨®n del partido y del grupo parlamentario por otros que no estuvieran marcados por su actuaci¨®n en las ¨²ltimas legislaturas.
Se trataba de una operaci¨®n muy arriesgada, porque era el propio partido el que pod¨ªa acabar estallando, pero era al mismo tiempo una operaci¨®n inexcusable si se pretende competir con posibilidades de ¨¦xito en las futuras convocatorias. Por lo que parece, la operaci¨®n se ha saldado con ¨¦xito. Mariano Rajoy se ha liberado del matonismo medi¨¢tico al que hab¨ªa estado sometido en la pasada legislatura y ha dise?ado un equipo propio, que le puede permitir centrar definitivamente al PP.
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