Una cuesti¨®n de estilo
Espa?a emite se?ales mucho m¨¢s positivas que Italia y es mejor de principio a fin

De Buffon a Casillas, de Villa a Toni, Espa?a es mejor equipo que Italia y, al parecer, por una vez, los espa?oles lo tienen metabolizado, convencidos como est¨¢n de que ha llegado su momento. No es un equipo ni mejor ni peor que otros, pero s¨ª que ha sabido transmitir algunas se?ales positivas, y que ha decidido ser fiel a un estilo. S¨®lo la memoria juega en contra de una selecci¨®n que lleva 88 a?os de luto con los italianos. Todo lo dem¨¢s sincroniza al equipo espa?ol, m¨¢s entero, en armon¨ªa, con jugadores superiores y ante una Italia tan competitiva como rasa. No est¨¢n Riva, Rivera, Antognoni, Rossi, Zola, Baggio, Baresi, Maldini, Totti y Pirlo. Nada tiene que temer Espa?a, salvo un resultado en contra, frente a una Italia a la que respalda su pasado, es decir, el div¨¢n, y su end¨¦mico car¨¢cter abnegado. Contra el pesimismo cr¨®nico, el grupo de Luis tiene argumentos de sobra para combatir su maldici¨®n, esos cuartos de final que se le resisten desde Altamira.
Espa?a no s¨®lo se juega una deuda hist¨®rica, ha decidido envidar con un estilo propio que pretende patentar, un juego bien trenzado con la pelota como ombligo. Y a su amparo, un grupo de futbolistas notables, esta vez bien administrados por Luis Aragon¨¦s, que ha sabido templarse a s¨ª mismo y al colectivo. La selecci¨®n no s¨®lo cuenta con un interesante racimo de individualidades, sino que ha destilado un esp¨ªritu gremial que le avala, sin los vicios del pret¨¦rito, los divismos, las diatribas medi¨¢ticas y otros a la vista tendr¨¢ a un conjunto sin grandes individualidades, a una selecci¨®n que intimida m¨¢s por su hoja de servicios que otra cosa. A los italianos se les tiene por competitivos y numerosas pruebas han dado de ello, pero Espa?a tampoco debe sentirse a rebufo en este punto, sus jugadores se alinean en equipos de ¨¦lite, tienen la misma o superior graduaci¨®n y en este campeonato han sabido despejar los imprevistos, golear a Rusia, vencer la resistencia sueca y voltear a Grecia con los suplentes. Esa voracidad ser¨¢ decisiva frente al actual campe¨®n del mundo, que llega a los cuartos de final en patines tras muchas m¨¢s vicisitudes, sin otros argumentos que su her¨¢ldica y su capacidad agon¨ªstica.
S¨®lida como grupo, Espa?a tiene que jugarse las habichuelas con su propio molde, con esa etiqueta que le distingue, con su se?a de distinci¨®n. Buena parte de su suerte depender¨¢ de su capacidad para solidificar un estilo, para mantener las bases de un equipo de esp¨ªritu libre, vertebrado a partir del bal¨®n, paciente como receta defensiva y con artima?as para el enga?o en la zona de definici¨®n, en la que Villa y Fernando Torres han dado la nota. Frente al psicodrama italiano, su mejor baza, Espa?a puede exponer un repertorio futbol¨ªstico, ese es su gran cartel, no tiene otro, y es mucho.
Desde el colectivo se ha transmitido estos d¨ªas una fe impropia de una selecci¨®n que tirita desde el paleol¨ªtico cuando llegan los cuartos de final. Espa?a ha sabido contrarrestar desde dentro la terapia italiana, mucho m¨¢s basada en su genoma que en su realidad. Sin Pirlo, Italia, al que nadie puede negar su cr¨®nico esp¨ªritu victorioso, queda muy rebajada, sin un gu¨ªa que articule su ideario. Ha tenido que recomponer de forma postiza su defensa, sus centrocampistas de hoy son novatos y en su delantera, Toni no ha sido puntual con el gol y a su lado ha habido un carrusel de cambios. De Italia cabe esperar cualquier cosa, pero de esta Espa?a alegre y decidida tambi¨¦n. Es cuesti¨®n de credos. Espa?a tiene el suyo. Quiz¨¢ le haya llegado la hora. En caso contrario, que no regatee su estilo.

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