Rajoy despu¨¦s de Rajoy
El PP se distancia del aznarismo e intenta un giro al centro m¨¢s cre¨ªble que los anteriores
El XVI Congreso del Partido Popular que concluye hoy en Valencia ha conseguido transmitir el mensaje de que, esta vez s¨ª, el viaje al centro podr¨ªa haber comenzado. No deja de resultar parad¨®jico que este giro hacia posiciones que son beneficiosas para el sistema democr¨¢tico en su conjunto, y seguramente para el propio Partido Popular, haya sido pilotado por un l¨ªder como Mariano Rajoy, que encabez¨® la estrategia de la crispaci¨®n durante la pasada legislatura, y lo haga apoyado por Manuel Fraga, el veterano fundador de Alianza Popular, antecedente del actual PP. La dureza de la contienda con los sectores m¨¢s extremistas, a los que el presidente de honor, Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, ha alentado desde la sombra, ha otorgado sin pretenderlo el suplemento de credibilidad que Rajoy necesitaba para convencer de que este nuevo intento de centrar el partido podr¨ªa ir en serio.
Tal vez Rajoy haya llegado hasta aqu¨ª porque, en los duros momentos previos al congreso, su c¨¢lculo fue m¨¢s personal que pol¨ªtico. Sus discursos y gestos desde la derrota electoral no dieron tanto la impresi¨®n de que quer¨ªa seguir presidiendo el PP como la de que se negaba a dejar de serlo cediendo a la presi¨®n y las malas artes de sus adversarios, dentro y fuera del partido. El resultado es que el mismo Rajoy que obtuvo la presidencia del PP por designaci¨®n de Aznar es hoy un l¨ªder libre de hipotecas con su antiguo mentor, la prensa sensacionalista y los sectores integristas de la Conferencia Episcopal. La raz¨®n es sencilla: Rajoy ha logrado mantener la presidencia del PP por encima de su manifiesta hostilidad.
El nuevo equipo de direcci¨®n del PP parece estar compuesto por dos c¨ªrculos netamente diferenciados. El primero y m¨¢s pr¨®ximo a Rajoy, y del que formar¨ªan parte la secretaria general y los tres vicepresidentes, adem¨¢s de la portavoz parlamentaria, parecen hechos a su medida, por m¨¢s que contenga nombres como los de Javier Arenas y Ana Mato, dos dirigentes rescatados de ¨¦pocas anteriores y que no siempre estuvieron en las posiciones que hoy parece adoptar el PP. Es en el segundo c¨ªrculo, en el de la ejecutiva, donde Rajoy ha administrado premios y castigos en funci¨®n de las posiciones y lealtades antes y despu¨¦s de las elecciones, al tiempo que ha buscado un equilibrio entre los diversos sectores del partido con el fin de afianzar la unidad.
En el discurso de presentaci¨®n de su candidatura, Rajoy empez¨® por reiterar la independencia del Partido Popular, en clara referencia a los grupos de presi¨®n que pretendieron interferir en el congreso, y a continuaci¨®n se emple¨® en desmentir las acusaciones que han repetido sus adversarios y que Aznar retom¨® en su intervenci¨®n de la ma?ana. Rajoy reiter¨® su compromiso con los principios, pero anunci¨® su prop¨®sito de cambiar los procedimientos y, en particular, el trato con los nacionalistas. El hecho de que el PP considere innegociables algunas materias relativas al concepto de naci¨®n o a la soberan¨ªa no impedir¨ªa, seg¨²n dijo Rajoy, que se pudieran alcanzar acuerdos en otros asuntos. Tambi¨¦n habl¨® de la necesidad de abandonar el terrorismo o la unidad de Espa?a como temas preferentes de oposici¨®n, defendiendo la opci¨®n de apoyar al Gobierno una vez que ¨¦ste ha abandonado las estrategias de la legislatura anterior.
Rajoy ha conservado la presidencia del PP tomando distancia del aznarismo: la prueba es que, en su discurso, no cit¨® al antiguo presidente del Gobierno. Tampoco ¨¦ste estuvo presente en el auditorio cuando el renovado l¨ªder del PP expon¨ªa las razones de su candidatura. Es dif¨ªcil evaluar si los dirigentes molestos con este giro tendr¨¢n fuerza suficiente para impedir que Rajoy lo consolide. Pero, de momento, el reelecto presidente del PP ha ganado tres a?os de plazo y un in¨¦dito margen de maniobra para sus futuras decisiones.
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