"No quiero que sea lo que Dios quiera, sino lo que yo decida"

Dec¨ªa Borges que s¨®lo se deja de ser inmortal cuando se conoce la existencia de la muerte. Elpidia Esteban sabe de ella. Y la afronta con resignaci¨®n. Sin perderle la cara. Lo hace por amor a la vida. A una vida de calidad.

A sus 60 a?os, esta vecina de Legan¨¦s (Madrid) lleva ocho con una pesada carga a cuestas: Esclerosis Lateral Amiotr¨®fica (ELA). La misma que sufri¨® su abuela. Y su madre. La que soporta su hermano desde los 21 a?os, y ya tiene 59. Ayer denunci¨® su situaci¨®n en el programa de TVE Espa?a directo. Sabe que poco a poco se ir¨¢ apagando. Y revindica la capacidad de elegir el modo de morir. "Quiero dejar las cosas preparadas para cuando yo ya no pueda valerme por m¨ª misma. Porque s¨¦ que eso llegar¨¢ tarde o temprano", explica con sorprendente entereza antes de rematar: "No quiero que sea lo que Dios quiera, sino lo que yo decida".

Elpidia Esteban vive con su hija. A¨²n es capaz de moverse por s¨ª misma e incluso de salir a dar alg¨²n paseo corto. Pero cada vez le cuesta m¨¢s. "Ya no me es tan f¨¢cil hacer cosas y mi hija tiene que ir a trabajar por lo que parte del d¨ªa estoy sola", precisa. Su hija es una de las personas que m¨¢s la animan a exigir que se le reconozca su derecho a decidir sobre una muerte digna. Y es que Elpidia no quiere que sea su hija la que tenga que acarrear con las consecuencias de su enfermedad. "Llegar¨¢ un momento en que yo necesite cuidados continuos y a una persona 24 horas al d¨ªa pendiente de m¨ª. No quiero eso para mi hija", deja claro.

Hace alg¨²n tiempo que la mujer hizo su testamento vital con el objetivo de renunciar a un tratamiento que alargue su vida de una manera precaria. Pero no tiene mucha confianza en que eso permita la posibilidad de "morir de una manera digna". "Muchas personas necesitamos que se legisle claramente para garantizar nuestro deseo de acabar con nuestra vida", insiste.

Pero su postura dista mucho del nihilismo. Elpidia Esteban no se detiene en reivindicar la eutanasia activa, sino que pide m¨¢s: mayor investigaci¨®n m¨¦dica sobre determinadas enfermedades. "En el fondo nadie quiere morir y por eso deber¨ªa haber m¨¢s laboratorios estudiando remedios", se?ala. A¨²n tiene fuerzas para reivindicar. Pese a su enfermedad dice que la Comunidad de Madrid le ha cerrado las puertas en dos ocasiones. "Me dijeron que no pod¨ªa tener teleasistencia porque viv¨ªa con mi hija. Meses despu¨¦s tambi¨¦n me denegaron una ayuda para el taxi para poder ir a unos talleres ocupacionales", denuncia.

Un d¨ªa Elpidia abandonar¨¢ este mundo. Porque lo sabe, ha optado por dedicar parte de sus d¨ªas a reivindicar una cosa que para ella es "de sentido com¨²n": decidir cu¨¢ndo morir.