Proyectar el ¨¢rea metropolitana
En las cr¨ªticas m¨¢s o menos solventes sobre el urbanismo de Barcelona aparece, desde hace a?os, el asunto del ¨¢rea metropolitana, como el m¨¢s trascendental por su car¨¢cter estructural, por su envergadura dimensional y por su contenido social. Es un problema del que se deducen infinidad de temas secundarios que afectan a la forma de vivir y convivir de toda la comunidad. La inestabilidad del ¨¢rea en sus propias fases de planificaci¨®n, la ineficacia funcional de sus redes de comunicaci¨®n, la falta de continuidad y homogeneidad social, morfol¨®gica y simb¨®lica, la degeneraci¨®n suburbial, las periferias degradadas tienen una repercusi¨®n inmediata en la vida de cinco millones de catalanes. El tema se arrastra desde la d¨¦cada de 1950. Ante la prohibici¨®n por parte del Gobierno central de agregar a Barcelona directamente los municipios colindantes -tal como se hizo aquellos mismos a?os en Madrid- la capital catalana tuvo que buscar soluciones de coordinaci¨®n -forzadas, inconclusas y, al fin, in¨²tiles- entre los diversos n¨²cleos aut¨®nomos. Estas soluciones se han sucedido en una dram¨¢tica l¨ªnea de fracasos y, a veces, incluso, originando problemas complementarios.
El asunto del ¨¢rea de Barcelona aparece en las cr¨ªticas sobre urbanismo desde hace a?os
El primer intento fue el Plan de Ordenaci¨®n Urbana de Barcelona y su zona de influencia (1953), un documento conocido habitualmente como Plan Comarcal que comprend¨ªa 27 municipios. Sirvi¨® s¨®lo para algunas operaciones concretas y para suscitar en 1956 el Plan Director del ?rea Metropolitana de Barcelona, que inclu¨ªa 162 municipios. Este plan presentaba un conjunto de trabajos muy interesantes, con escasa propuesta proyectual, pero con abundantes an¨¢lisis cient¨ªficos, publicados en 27 vol¨²menes, que son, todav¨ªa, referencia y muestrario de la nueva generaci¨®n de equipos pluridisciplinares en el campo del urbanismo. La gran cantidad de municipios incluidos en el plan explica un nuevo concepto del ?rea Metropolitana, referida m¨¢s a una red de interdependencias y a unas relaciones de residencia y trabajo que a la simple proximidad f¨ªsica. Pero los procesos de aprobaci¨®n y los instrumentos de aplicaci¨®n no funcionaron y los esfuerzos administrativos se dirigieron hacia una nueva etapa: el Plan General Metropolitano de Ordenaci¨®n Urbana de la Entidad Municipal Metropolitana de Barcelona. Se aprob¨® en 1976 y se cre¨® la Corporaci¨®n Metropolitana como ampliaci¨®n de la Comisi¨®n de Urbanismo y Servicios Comunes de Barcelona y otros Municipios. El plan y la estructura administrativa empezaron a funcionar en un ¨¢rea que s¨®lo comprend¨ªa 27 municipios, muy pronto insuficiente para la expansi¨®n real.
En 1987 la Generalitat cometi¨® el grave error de suprimir la Corporaci¨®n sin ninguna raz¨®n m¨¢s all¨¢ de los presuntos desequilibrios electorales. El plan se ha mantenido, sobre todo en la ciudad central, pero la totalidad del ¨¢rea ha seguido desatendida con escasas consecuencias proyectuales. Se inician los trabajos para un plan territorial que se desarrollan bajo la direcci¨®n del ingeniero Albert Serratosa y se prolongan hasta 1998. Sus autores se esfuerzan en divulgarlo e incluso lo publican muy concienzudamente, aunque sin alcanzar una aprobaci¨®n definitiva.
En 2004, con el tripartito, la historia recomienza. El Departamento de Pol¨ªtica Territorial inicia los estudios para un nuevo plan del ¨¢rea global: 164 municipios, 3.200 kil¨®metros cuadrados y 5 millones de habitantes. Hace pocas semanas el anteproyecto ha sido presentado a informaci¨®n p¨²blica, una publicidad todav¨ªa informal pero suficiente para recoger la opini¨®n de la ciudadan¨ªa y de los t¨¦cnicos pertinentes. Al cabo de tres meses, la propuesta ya adaptada pasar¨¢ a la aprobaci¨®n inicial, a la reglamentaria informaci¨®n p¨²blica y a la aprobaci¨®n definitiva. ?Cu¨¢ntos meses va a durar, todav¨ªa, ese atribulado proceso?
El lector se extra?ar¨¢ de que me haya detenido en esta historia de tr¨¢mites casi in¨²tiles. Pero es esta historia la que permite derivar observaciones cr¨ªticas, quiz¨¢ m¨¢s que el contenido del anteproyecto, sin duda lleno de propuestas plausibles. Esos largos a?os de incertidumbre han sido decisivos en el creciente descr¨¦dito de nuestros pol¨ªticos del Gobierno y de la oposici¨®n: o no se han interesado realmente por el problema urbano m¨¢s grave del pa¨ªs -por razones partidistas- o no han sido capaces ni siquiera de iniciar su gesti¨®n -por razones de ineficacia. La supresi¨®n de la Corporaci¨®n barri¨® posibilidades y destruy¨® la unidad pol¨ªtica de gesti¨®n y proyecto. Con tanta frustraci¨®n acumulada es l¨®gico que algunos ciudadanos desconf¨ªen y exijan una recomposici¨®n de las instituciones y los instrumentos. Que pidan programas m¨¢s precisos, que los pol¨ªticos concreten calendarios y expliciten su inter¨¦s por la metr¨®poli y lo sepan comunicar a la ciudadan¨ªa como un tema prioritario, urgente, indiscutible. De momento, es muy buen s¨ªntoma ese anteproyecto. Pero hay que insistir en ¨¦l, aunque no acabe de ser asimilado con entusiasmo ni siquiera con entusiasmo cr¨ªtico. ?sa es la transformaci¨®n b¨¢sica para la total reordenaci¨®n territorial de Catalu?a, la transformaci¨®n a la que el Gobierno debe reclamar una profunda participaci¨®n popular. Es m¨¢s f¨¢cil entretenerse en la pol¨¦mica de los t¨²neles, en la denuncia de los fallos ferroviarios, en las insuficiencias aeroportuarias, en el detalle de ciertas infraestructuras, pero hay que tener presente que todo ello depende directamente de las grandes decisiones territoriales, la primera de las cuales es, precisamente, el ?rea Metropolitana de Barcelona. De momento no oigo el ruido de la pol¨¦mica ni el rumor del di¨¢logo en la pol¨ªtica y la ciudadan¨ªa. ?Y los medios de comunicaci¨®n seguir¨¢n en sus silencios no comprometidos?
Espero que el Departamento de Pol¨ªtica Territorial maneje adecuadamente ese anteproyecto y lo catapulte acompa?ado de un programa de gesti¨®n en la perspectiva de una nueva Corporaci¨®n o un megaayuntamiento con altas responsabilidades pol¨ªticas, elegido democr¨¢ticamente, para gobernar una gran ciudad regida y reglamentada unitariamente.
Oriol Bohigas es arquitecto.
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