Algunos derechos para quienes no los ten¨ªan
Desde hace unas semanas, creadores de opini¨®n con reputaci¨®n intachable, pol¨ªticos respetables y otros de verbo menos controlado, defensores de los derechos humanos de impecable trayectoria y presidentes de reg¨ªmenes con democracia muy discutible, todos se han revuelto con pasi¨®n descontrolada para descargar su ira y su conciencia contra la llamada Directiva de Retorno. Este fen¨®meno ha sido particularmente intenso en Espa?a.
Sin duda, todos han hablado y escrito tras leer detalladamente el texto que hemos votado una amplia mayor¨ªa en el Parlamento Europeo, y conociendo c¨®mo se ha forjado una norma que refleja en cada p¨¢rrafo, en cada coma, tres a?os de negociaciones entre los Gobiernos democr¨¢ticos que representan a 500 millones de ciudadanos y los representantes del Parlamento Europeo.
Los detractores de la 'Directiva de Retorno' de la UE tergiversan la realidad
Y, a juzgar por cuanto se ha dicho y escrito, un grupo de intelectuales se conserva hoy, al estilo del pueblo de Ast¨¦rix, como el ¨²ltimo reducto de democracia en Europa, mientras los dem¨¢s -incluso con el apoyo de los ahora degenerados socialistas espa?oles-, hartos ya de lo que hemos cre¨ªdo y defendido durante a?os, aplastamos al emigrante ilegal y lo reducimos a su m¨¢s ¨ªnfima condici¨®n.
O a lo mejor no es as¨ª. A lo mejor se pueden recolocar las cosas en su justa y razonable medida con unas breves reflexiones de quienes no sentimos verg¨¹enza alguna por haber dado un paso adelante en la protecci¨®n de los derechos de miles de inmigrantes en situaci¨®n irregular.
Ante todo, algunas premisas. Se supone que la mayor¨ªa aceptamos que deben existir unas reglas (las que sean: ¨¦se no es ahora el debate) para determinar qui¨¦nes y en qu¨¦ condiciones pueden residir legalmente en nuestro pa¨ªs. Y aceptaremos entonces que habr¨¢ que prever c¨®mo reacciona el Estado frente a quienes las incumplan. Y hay que suponer que aceptamos que eso puede incluir el retorno forzoso a su pa¨ªs de origen.
Aceptadas esas premisas sencillas, se trata de fijar para el caso de detenci¨®n y retorno forzoso (que Espa?a aplica hace ya largos a?os, aunque algunos parezcan descubrirlo ahora) unas reglas de m¨ªnimos que garanticen en toda Europa algunos derechos b¨¢sicos a quien no los ten¨ªa, sin impedir en ning¨²n caso que Parlamentos y Gobiernos establezcan en cada Estado garant¨ªas y derechos superiores.
Y en este tira y afloja negociador para fijar esa base m¨ªnima, el Parlamento ha arrancado de muchos de esos Gobiernos democr¨¢ticos una protecci¨®n de la que "sus" ilegales carec¨ªan, y ahora tendr¨¢n: excluir del retorno forzoso al solicitante de refugio o asilo; precisar por ley en qu¨¦ casos concretos es posible restringir la libertad de quienes est¨¢n pendientes de ese retorno forzoso; fijar garant¨ªas para el retorno de menores no acompa?ados y garantizar sus condiciones de internamiento separado de los dem¨¢s (con educaci¨®n incluida); forzar un procedimiento escrito y reglado lejos de toda arbitrariedad; garantizar derechos procesales b¨¢sicos (como la lengua, o la asistencia jur¨ªdica gratuita); definir las obligaciones de atenci¨®n sanitaria, o velar por la revisi¨®n judicial de todas esas decisiones.
Y, cuando en muchos pa¨ªses no hay l¨ªmite alguno, fijar un m¨¢ximo de seis meses de detenci¨®n en casos concretos, prorrogable por 12 m¨¢s en condiciones muy determinadas (algo muy lejos de esos supuestos 18 meses de retenci¨®n que tantos dan por asumido).
Nada de todo ello es "un paso atr¨¢s" para ni un solo inmigrante irregular en toda Europa. Al rev¨¦s: hoy es la ley europea, tambi¨¦n el Tribunal de Justicia, quien les dar¨¢ la protecci¨®n que en muchos Estados no ten¨ªan. Es esa ley europea el l¨ªmite que esos Estados no podr¨¢n ya franquear. Mientras en otros, como el nuestro, y porque as¨ª lo quiere nuestro Parlamento, esos inmigrantes podr¨¢n tener algunos derechos m¨¢s.
Claro que a algunos nos gustar¨ªa que en este tema hubiera en los Parlamentos nacionales de toda Europa, y en las sociedades que los eligen, una sensibilidad pol¨ªtica como la que aqu¨ª es mayor¨ªa. Pero no es as¨ª. Y por eso Europa legisla con directivas de m¨ªnimos, sin impedir a cada Estado ir m¨¢s all¨¢ si as¨ª lo desea.
Debatir c¨®mo se cambian mayor¨ªas en Europa es una cosa. Plantear una especie de rabia colectiva porque otros no reconocen a¨²n lo que aqu¨ª tenemos y pretender bloquear toda votaci¨®n en Europa mientras no hagan lo que hemos hecho aqu¨ª es simplemente irresponsable.
Porque la realidad pol¨ªtica, democr¨¢tica y jur¨ªdica es que la alternativa a este texto no era en ning¨²n caso un texto mejor. Era simplemente bloquear la aprobaci¨®n de esta norma durante a?os y dejarla en el limbo frente a 27 sistemas de retorno distintos. Y as¨ª quiz¨¢ algunos nos habr¨ªamos ahorrado cr¨ªticas e insultos en Espa?a. Pero sin haber mejorado la protecci¨®n de ni un solo inmigrante ilegal en toda Europa.
Firman este art¨ªculo Ignasi Guardans, diputado de CiU en el Parlamento Europeo, y Carles Campuzano, diputado de CiU en el Congreso de los Diputados y portavoz de Inmigraci¨®n.
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