?Qu¨¦ mona soy!
Hay personas humanas a quienes pone de los nervios que se las confunda con un simio. A veces, por cierto, tienen una cara de mono que no pueden con ella. Pero es que, efectivamente, lo son, y frente a la gente a la que preocupan tanto las categor¨ªas, debe aclararse su confusi¨®n: los chimpanc¨¦s, gorilas, orangutanes y bonobos no son humanos, pero los humanos s¨ª son, con ellos, simios, grandes simios. Porque excuso decirles que todos somos (incluida esa persona humana tan preocupada por su cara de mono) hom¨ªnidos, o sea, primates. Parientes, vamos. Primos de los grandes simios, con quienes los humanos compartimos antepasados como quien comparte un tatarabuelo.
Sorprende que a esas personas humanas tan preocupadas por distinguirse, cual nuevo rico de pueblo, del resto de los miembros de la familia no se les mueva un pelo de la espalda ante el sufrimiento de quienes no son id¨¦nticos aunque tan parecidos. Qu¨¦ personas tan distinguidas.
El PP, claro, ha votado en contra, como es habitual cuando se trata de acabar con el dolor de los otros
Cuando, hace casi tres a?os, el entonces diputado de Los Verdes Francisco Garrido present¨® en el Congreso una proposici¨®n no de ley sobre la adhesi¨®n de Espa?a al Proyecto Gran Simio (PGS), lo que estaba pidiendo a los se?ores primates (seg¨²n una de las acepciones de la palabra primate recogidas en el diccionario de la RAE: "Personaje distinguido, pr¨®cer") era el reconocimiento de unos derechos fundamentales b¨¢sicos para unos seres no humanos cuya capacidad de sentir es similar a la humana y a quienes se infligen terribles padecimientos, principalmente en forma de una experimentaci¨®n cient¨ªfica que no redunda en su beneficio. Se ped¨ªa que se protegiera a los grandes simios, cuya capacidad cognitiva los acerca tambi¨¦n estrechamente a nuestra especie, del maltrato, la esclavitud, la tortura, la muerte y la extinci¨®n.
Tan nobles, justos y serios prop¨®sitos provocaron, sin embargo, un tremendo cachondeo: carcajadas y bromitas en el hemiciclo, sorna en los medios de comunicaci¨®n, mofa de sus impulsores. En otros (los preocupados porque no se les confunda con monos), gener¨® ofensa e indignaci¨®n que pudieran tener derechos parecidos a los suyos unos individuos con quienes comparten el 99% de la carga gen¨¦tica. El 99%. Ambos, los risue?os y los airados, demostraron, pues, no s¨®lo gran insensibilidad, falta de empat¨ªa y nula compasi¨®n (sentimientos considerados tan humanos), sino una bochornosa ignorancia. Cient¨ªficos de casi 80 universidades del mundo apoyaban, empero, la iniciativa.
El pasado mi¨¦rcoles 25 de junio fue, sin embargo, un d¨ªa hist¨®rico. Gracias al trabajo incansable, inasequible al insulto, de Pedro Pozas y Paco Cu¨¦llar, responsables en Espa?a del Proyecto Gran Simio, y a la defensa de una nueva proposici¨®n no de ley que, con el apoyo de Izquierda Unida, hizo el diputado de ICV Joan Herrera, el Congreso de los Diputados aprob¨® la adhesi¨®n de Espa?a al Proyecto Gran Simio y la defensa de sus derechos fundamentales b¨¢sicos, as¨ª como la protecci¨®n de su h¨¢bitat. Con ello, Espa?a se convierte en el primer Parlamento nacional del mundo que se adhiere al Proyecto Gran Simio, lo que nos sit¨²a a la cabeza en la lucha por los derechos de los animales no humanos, especialmente los referidos a nuestros compa?eros de evoluci¨®n. Como dice con orgullo un emocionado Pedro Pozas, director ejecutivo del PGS, la humanidad recordar¨¢ este d¨ªa y Espa?a dejar¨¢ de ser relacionada en el resto del mundo ¨²nicamente con un pa¨ªs que tortura toros. Paradojas de la historia. El PP, claro, ha votado en contra, como viene siendo habitual en ellos cuando se trata de acabar con el dolor y la discriminaci¨®n de los otros. Esa es su principal distinci¨®n.
Lo que el Congreso ha aprobado e instar¨¢ al Gobierno a cumplir a trav¨¦s de la ley es el derecho a la vida, a la libertad y a no ser torturados de los grandes simios no humanos, derechos que hasta hora s¨®lo han sido concedidos a los grandes simios humanos. Se prohibir¨¢ la experimentaci¨®n m¨¦dica que mantiene en cautividad, en condiciones penosas y de indecible sufrimiento, a los grandes simios, como ya est¨¢ prohibido en pa¨ªses como Reino Unido, Holanda, Austria o Nueva Zelanda, as¨ª como su instrumentalizaci¨®n para el entretenimiento en circos o zoos donde sobreviven en estado de secuestro y esclavitud. Esta v¨ªa abre adem¨¢s el camino de los derechos del resto de los animales y, por fin, los medios de comunicaci¨®n han tratado el asunto con la seriedad y dignidad que merece. Todo ello es motivo de felicidad, as¨ª que estoy feliz. Y cuando se est¨¢ feliz se pone una muy guapa. Por eso me veo tan mona.
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