George Carlin, el humor m¨¢s irreverente de Estados Unidos
Iba a recibir el premio Mark Twain, el Oscar de la comedia
"No hab¨ªa nada que su cabeza no pudiera transformar en algo divertido". Con estas palabras recordaba el lunes 23 de junio el comediante y actor Seinfield a George Carlin, uno de los grandes maestros del stand up comedy (monologuistas) estadounidense, fallecido el domingo a los 71 a?os en Santa M¨®nica (California) de un paro cardiaco.
Carlin fue el hombre que le puso voz a la contracultura sobre los escenarios de los clubes de comedia en los a?os setenta, convirti¨¦ndose en el gran h¨¦roe de la lucha contra la censura. Su barba y sus vaqueros rompieron con la imagen impoluta de la que ¨¦l mismo hab¨ªa formado parte una d¨¦cada antes, cuando la comedia a¨²n no ten¨ªa los tintes irreverentes que Carlin desarroll¨® tras la revoluci¨®n del 68, donde ¨¦l vio la entrada a una nueva era y, por tanto, a temas tab¨² como la religi¨®n o la guerra de Vietnam.
Pero, sobre todo, este c¨®mico nacido en Nueva York oblig¨® a Estados Unidos a reflexionar sobre la censura a trav¨¦s de un incidente cuyas consecuencias a¨²n se viven a diario en los medios de comunicaci¨®n de ese pa¨ªs. En 1972, Carlin, que ya se hab¨ªa construido amplia fama como comediante durante los a?os sesenta, grab¨® uno de sus shows en el disco Class Clown, que inclu¨ªa el sketch Siete palabras sucias que no puedes decir en televisi¨®n. El montaje consist¨ªa en pronunciar siete palabras consideradas inmorales todas seguidas, a modo de provocaci¨®n: "Mierda. Pis. Joder. Co?o. Gilipollas. Hijo puta. Tetas".
Un a?o m¨¢s tarde, la progresista Pacifica Radio emiti¨® una versi¨®n de aquel programa titulada Palabras sucias, y un oyente present¨® una demanda. El caso creci¨® y lleg¨® hasta el Tribunal Supremo, que, finalmente, en 1978, sent¨®, a trav¨¦s de la Comisi¨®n Federal de las Comunicaciones (FCC), las bases que a¨²n hoy regulan el tipo de palabras que pueden pronunciarse en radios, televisiones e incluso imprimirse en peri¨®dicos. El tribunal sentenci¨® que las palabras utilizadas por Carlin eran "indecentes" pero no "obscenas", y estableci¨® que las "indecentes" s¨®lo podr¨ªan utilizarse en horario nocturno, cuando los ni?os duermen. Sin embargo, no existe una lista concreta de palabras, por lo que a veces se deja en manos del contexto y sigue existiendo conflicto entre qu¨¦ es indecente y qu¨¦ es obsceno, algo nunca solucionado por el Tribunal Supremo. Y, pese a la supuesta libertad que existe en horarios nocturnos, los televidentes siguen oyendo un pitido sobre la palabra fuck (joder) en sus m¨²ltiples versiones.
La carrera de Carlin se prolong¨® a lo largo de medio siglo y, pese al paso del tiempo, segu¨ªa siendo uno de los c¨®micos m¨¢s vanguardistas. Cuatro d¨ªas antes de fallecer, el Kennedy Center for the Performing Arts anunciaba que Carlin recibir¨ªa este a?o el Premio Mark Twain de Humor Americano, uno de los m¨¢s altos reconocimientos del pabell¨®n de la comedia.
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