El viaje (azul) de Miquel Barcel¨® a Cartago
Hab¨ªa trabajado en N¨¢poles, Par¨ªs, Nueva York, el Alentejo portugu¨¦s... Sin embargo, ning¨²n rinc¨®n fue tan revelador como ?frica, adonde lleva veinte a?os regresando, migrando tras las matanzas payesas del cerdo. Miquel Barcel¨® (cuya acuarela Artista en Cartago ilustra esta p¨¢gina para celebrar la nueva etapa de El Viajero) hizo su primer viaje africano en 1988 con su amigo Javier Mariscal: cruzaron en furgoneta el desierto del S¨¢hara y llegaron a Gao (Mal¨ª). Aqu¨ª acab¨® por levantar su casa junto al r¨ªo N¨ªger, cuyo primer mapa fue trazado, como le gusta explicar, por un paisano suyo, un artista y cient¨ªfico mallorqu¨ªn, un jud¨ªo del siglo XV: Jafud¨¤ Cresques.
De este periplo empiezan a surgir las hojas dibujadas y manuscritas que aparecen en Cuadernos de ?frica (Galaxia Gutenberg), recopilaci¨®n de dibujos, notas e impresiones de sus sucesivas estancias en el pa¨ªs dog¨®n hasta el a?o 2000, donde tambi¨¦n tiene su casita de Gogoli, al borde de un tajo junto a un enorme baobab. Un remanso donde comprueba c¨®mo las termitas se comen su papel y sus pinceles. Cuando no est¨¢ efectuando una de sus incursiones en la biblioteca de Tombuct¨², cargada de escritos y cr¨®nicas ¨¢rabes, hisp¨¢nicas y bereberes.
En Mal¨ª, las cosas le han parecido siempre "m¨¢s verdaderas y pintables", pese a que el calor le asfixie y la pintura se le seque en el pincel. Es aqu¨ª, en este espacio ocre sin fronteras -"un gigantesco jard¨ªn budista donde todo tiene sentido, aunque diferentes sentidos a la vez"-, donde descubre la tierra, los pigmentos, el barro. Materias para componer mujeres con las cabezas cargadas en medio de la tormenta de arena, animales que se enzarzan o buscan sustento, dibujos de sus amigos dogones, autorretratos que han completado los insectos con sus nidos corrosivos... No es raro que Barcel¨® se adentre en parajes de los desiertos mexicanos, penetre en la selva de Guatemala, se zambulla a 30 metros de profundidad para vez la luz y el barroquismo colorista de los paisajes submarinos, o simplemente admire las nubes de espuma y sal que deja el Atl¨¢ntico a su paso por la isla canaria de La Graciosa.
El artista ha estado varios meses ¨²ltimamente recluido en Suiza, nadando sobre una tempestad de 35 toneladas de pintura para crear otra obra especialmente arriesgada: una c¨²pula que se asemeja a una gruta marina de 1.500 metros para la sala XX de la ONU en Ginebra. Y acaba de abrirse en Dubl¨ªn una exposici¨®n que incluye 90 de sus obras africanas, entre extractos de cuadernos, peque?as pinturas, esculturas y cer¨¢micas, con el t¨ªtulo Miquel Barcel¨®: the african work, en el Museo de Arte Moderno, que permanecer¨¢ abierta hasta el 28 de septiembre y recalar¨¢ en el Centro de Arte Contempor¨¢neo de M¨¢laga el 11 de noviembre (hasta el 15 de febrero de 2009). Ahora se prepara para atravesar el Atl¨¢ntico a vela.
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