Lo contrario de lo que hemos sido
En otras ocasiones, cualquier actuaci¨®n aceptable de la selecci¨®n espa?ola -no digamos cualquier victoria, como la inicial goleada a Ucrania del ¨²ltimo Mundial- ha desatado una euforia desmedida y un patrioterismo achulado de la peor especie. Esta vez, en cambio, y pese al cutrer¨ªo montado por la cadena Cuatro en la plaza de Col¨®n, lo que creo que prevalece es una sensaci¨®n de desconcierto e incredulidad, que extra?amente templa los ¨¢nimos, en lugar de exaltarlos, y nos lleva a ser modestos, o lo que quiera que sea lo contrario de fanfarrones y triunfalistas.
No estamos acostumbrados a que Espa?a convenza y juegue de maravilla. Ni a que su actitud en el campo sea serena y est¨¦ exenta de agonismo y tambi¨¦n de agon¨ªa. Nos resulta tan raro ganar sin angustias y sin heroicidades que hasta cierto punto nos cuesta ver al actual equipo como a la Espa?a de siempre, lo cual, contradictoriamente, nos tienta a sentirlo como menos nuestro, o a¨²n es m¨¢s, como una pandilla de impostores. Lo extraordinario del caso es que estos mismos jugadores, hace tan s¨®lo unos meses, durante la insoportable fase de clasificaci¨®n, nos parec¨ªan no s¨®lo el grupo dubitativo, inseguro, ins¨ªpido y m¨¢s bien aburrido de casi siempre, sino, como yo mismo dije en una columna, "una selecci¨®n de median¨ªas". A la vista de sus partidos de la Eurocopa, sobre todo de la semifinal contra Rusia, est¨¢ claro que me equivoqu¨¦ o que se ha producido una monstruosa y jovial transformaci¨®n. Supongo que lo primero, y que no supe ver lo que encerraba este conjunto de futbolistas. El verbo "encerrar" es aqu¨ª particularmente adecuado, porque su excelencia y su aplomo eran todo menos manifiestos, creo yo.
Ojal¨¢ tengamos que renunciar de una vez a nuestra falta de car¨¢cter y a nuestra mala suerte
Y ahora, ?c¨®mo nos acoplamos, c¨®mo hacemos? Supimos ver con objetividad, y dentro de todo se nos hizo veros¨ªmil, que Holanda barriera del campo a Francia y a Italia; desde luego que Espa?a jugara agarrotada y nos sometiera a sufrimiento en su partido contra la segunda; tambi¨¦n que Rusia, a su vez, barriera del campo a la hasta entonces aguerrida Holanda.
Lo ¨²ltimo no ha habido manera -o tiempo- de asumirlo como verdadero: que Espa?a, precisamente la acomplejada y pusil¨¢nime Espa?a, barriera del campo a los que hab¨ªan barrido del campo a los vigentes campeones y subcampeones del Mundial ¨²ltimo, Italia y Francia. ?Somos en verdad "nosotros"?, es la pregunta incr¨¦dula que nos sobrevuela. Y esa extra?eza se traduce, curiosamente, en menos bravuconer¨ªa y vociferaci¨®n, menos patriotismo y mayor moderaci¨®n. Ganar mereci¨¦ndolo nos deja perplejos y nos invita a sacar menos pecho. Qui¨¦n sabe si a partir de ahora aprenderemos hasta a ser elegantes. Queda la final. Es probable que contra Alemania todo regrese: las bajas pasiones, el navajismo, el llanto a lo Luis Enrique y el juego aturullado y fr¨¢gil. Contra la terquedad y la buena suerte alemanas, contra su pesadez y su f¨²tbol tan poco imaginativo como irreductible, todo eso cabe. Es m¨¢s, hay que contar con la peor pesadilla: que luchemos y haya "no goles" a lo Carde?osa o Michel, que el ¨¢rbitro nos perjudique, que Casillas la pifie como Arconada hace 24 a?os, que fallemos tres penaltis o que en el ¨²ltimo segundo nos hunda un defensa, como Lahm a la divertida Turqu¨ªa o Schwarzenbeck cuando impidi¨® que Luis Aragon¨¦s levantara una Copa de Europa. Entonces todo volver¨¢ a su lugar. Nos lamentaremos durante varios lustros, clamaremos contra la injusticia, los locutores repetir¨¢n hasta la saciedad: "Ha sido una pena, ha sido una pena". Lo de Rusia quedar¨¢ como an¨¦cdota, como un sue?o, una excepci¨®n. Ojal¨¢ no sea as¨ª. Ojal¨¢ tengamos que renunciar de una vez a nuestra falta de car¨¢cter y a nuestra mala suerte. Ojal¨¢ mantengamos nuestro primer estilo definido en decenios y sigamos viendo a nuestro equipo como si fuera el de otros. Es decir: ojal¨¢ sigamos desconcert¨¢ndonos, para as¨ª empezar a acostumbrarnos a ser por fin lo contrario de lo que siempre hemos sido. Por lo menos en f¨²tbol. Por algo se empieza.
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