Negligencia energ¨¦tica
La econom¨ªa mundial se enfrenta hoy a una crisis del petr¨®leo tan peligrosa o m¨¢s que el desorden financiero causado por las hipotecas basura. El alcance del choque petrolero se resume en tres o cuatro cuentas sencillas. Por ejemplo, a principios de 2007 el barril de brent costaba en el mercado entre 50 y 55 d¨®lares, y el viernes pasado superaba los 140 d¨®lares. Los amantes de las comparaciones recuerdan que esta imparable subida de precios equivale a un impuesto extraordinario de casi el 5% aplicado sobre toda la producci¨®n mundial no petrolera. En el brusco encarecimiento del crudo cabe identificar fen¨®menos comunes con otros shocks petroleros: exceso de demanda, generado por el tir¨®n del consumo de pa¨ªses emergentes y una disminuci¨®n de la oferta, que se ha hecho evidente para los mercados en forma de desaparici¨®n de las exportaciones de Irak o del descenso calculado de la exportaci¨®n de la OPEP.
Pero la explicaci¨®n diferencial de esta crisis hay que buscarla en el papel de los mercados de futuros o similares, es decir, aquellos que especulan a corto y medio plazo sobre el precio del petr¨®leo. Para los economistas m¨¢s ortodoxos, la especulaci¨®n con precios futuros no influye sobre los precios del presente, que son responsabilidad estricta y ¨²nica de las oscilaciones de la oferta y la demanda. Pero hay analistas que imputan a la especulaci¨®n la responsabilidad de una subida sin freno de los precios. De nuevo aparecen en el v¨®rtice de la discusi¨®n la raqu¨ªtica regulaci¨®n econ¨®mica y financiera aplicada por Washington. Los precios se habr¨ªan disparado, seg¨²n esta versi¨®n, por el descontrol de las operaciones over the counter -contratos privados, fuera del mercado- y, previsiblemente, volver¨ªan a un cauce relativamente normal si para especular con futuros se exigiera la declaraci¨®n de cada operaci¨®n ante el mercado.
Es impensable suponer que, a medio plazo, el barril costar¨¢ menos de 120 d¨®lares; y es razonable suponer que los precios se mover¨¢n a corto plazo con un l¨ªmite superior de entre 150 y 160 d¨®lares, porque, a partir de ese l¨ªmite podr¨ªan aparecer incentivos irresistibles para reducir el consumo de crudo y derivados. Hay que deducir que la Administraci¨®n espa?ola, con el Ministerio de Industria en primera fila de responsabilidad, incurre en negligencia temeraria. La econom¨ªa espa?ola necesita un programa para ahorrar energ¨ªa y reducir la dependencia del petr¨®leo importado. Si es un hecho que las empresas espa?olas necesitan integrar en sus costes de producci¨®n m¨¢s petr¨®leo que el resto de sus competidoras europeas, parece l¨®gico preguntarse por qu¨¦ no existe una iniciativa p¨²blica para mejorar la eficiencia energ¨¦tica. Esta iniciativa, que podr¨ªa visualizarse en forma de un plan de ahorro energ¨¦tico y en el compromiso de que las tarifas -como la el¨¦ctrica- suban en proporci¨®n a sus costes, brilla por su ausencia hoy, como brill¨® por su ausencia en la legislatura anterior y en la precedente. Tal parece que desde 1996 los Gobiernos de Espa?a desconocen principios elementales, como el que establece que el precio regula la demanda; y que carecen del coraje pol¨ªtico para explicar a la sociedad espa?ola cu¨¢les son los problemas reales y sus inevitables soluciones. Esta negligencia acabar¨¢ por presentar una onerosa factura; y ser¨¢n los ciudadanos quienes la paguen. -
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