Una energ¨ªa para este siglo
La energ¨ªa es un bien necesario para el progreso econ¨®mico y para el bienestar de la humanidad, as¨ª como uno de los pilares b¨¢sicos de un desarrollo sostenible.
En todo caso, el ahorro de energ¨ªa es una necesidad econ¨®mica y ecol¨®gica. El progreso tecnol¨®gico permite el uso de la energ¨ªa con rendimientos crecientes y evitar el despilfarro en los pa¨ªses ricos es un imperativo moral. Sin embargo, gran parte de la humanidad vive una situaci¨®n de pobreza y necesita un aumento sustancial del consumo energ¨¦tico, no pudiendo contribuir en gran escala al ahorro que ser¨ªa conveniente.
El problema de la energ¨ªa se va situando en uno de los temas estrella para pol¨ªticos, economistas, comunicadores, ecologistas, manteniendo la atenci¨®n del p¨²blico en general. Se trata, adem¨¢s, de algo t¨¦cnicamente complejo, con perspectivas inciertas a medio plazo que producen temor. Pero, al margen de esta incertidumbre, es preciso no olvidar algunos datos fundamentales.
Los hidrocarburos ser¨¢n durante todo el siglo XXI una fuente de energ¨ªa primaria considerable
Ante la incertidumbre del futuro, la energ¨ªa nuclear presenta ventajas indudables
La puesta en marcha de nuevos recursos y la aplicaci¨®n de tecnolog¨ªas nuevas necesita tiempo; por ello es imprescindible un cierto nivel de planificaci¨®n a largo y medio plazo, tiempo para el que el simple mercado es completamente ciego.
Todas las fuentes de energ¨ªa convencionales ser¨¢n precisas en el horizonte del a?o 2050; ello no contradice la necesidad de ir avanzando en el desarrollo de fuentes alternativas m¨¢s compatibles con un desarrollo sostenible. Para entonces la fusi¨®n termonuclear no estar¨¢ a¨²n disponible y las energ¨ªas renovables ser¨¢n a¨²n caras y s¨®lo suministrar¨¢n una parte, cada vez mayor, pero minoritaria, del consumo (20%).
Este sector de las energ¨ªas renovables tiene, sin embargo, especial inter¨¦s en nuestro pa¨ªs, por lo que hay que efectuar una apuesta tecnol¨®gica p¨²blica-privada para que se desarrollen. Al contrario que con los recursos f¨®siles, tenemos en este campo ventajas comparativas.
Esto sucede especialmente con la energ¨ªa solar t¨¦rmica de alta temperatura, por concentraci¨®n en colectores cil¨ªndrico-parab¨®licos o torres, en la que Espa?a tiene mejor situaci¨®n, por su mayor irradiaci¨®n solar respecto a Centroeuropa, por la I+D acumulada en la plataforma solar de Almer¨ªa y por la presencia de empresas privadas muy activas en esta ¨¢rea.
La fisi¨®n nuclear es una fuente de energ¨ªa con especificidades muy se?aladas, en gran medida relacionadas con la peligrosidad potencial de los productos radiactivos generados en su explotaci¨®n, y con la carencia de sensibilidad fisiol¨®gica directa para percibir de manera inmediata sus efectos, lo cual produce una especial prevenci¨®n acerca de ella.
En algunos pa¨ªses, y particularmente en el nuestro, hay un gran d¨¦ficit de aceptabilidad social y pol¨ªtica por razones ligadas con su evoluci¨®n hist¨®rica. En relaci¨®n con la nuclear existe un gran contraste entre el rechazo social m¨¢ximo que provoca y el reducido coste de funcionamiento de las centrales en operaci¨®n.
Sin embargo, y ante la incertidumbre del futuro energ¨¦tico y los riesgos ecol¨®gicos que se plantean, la energ¨ªa nuclear presenta ventajas indudables. Dicha energ¨ªa presenta caracter¨ªsticas adecuadas para contribuir a:
- La garant¨ªa de suministro de electricidad.
- La contenci¨®n de las emisiones de CO2.
- La contenci¨®n de los precios energ¨¦ticos.
Respecto a los hidrocarburos, es opini¨®n corriente que su futuro est¨¢ condenado a medio plazo. Esto es cierto para el petr¨®leo convencional y el gas barato, por lo que conviene prepararse contra su escasez y carest¨ªa.
Es preciso recordar, en cambio, que hay muchos recursos de hidrocarburos que est¨¢n por explotar: yacimientos profundos, yacimientos en el mar, crudos pesados, arenas bituminosas, hidratos de metano, que cuando aumente la escasez de los cl¨¢sicos podr¨¢n ser ¨²tiles con un coste que no superar¨¢ los niveles actuales de precio del crudo convencional.
Por ello, los hidrocarburos ser¨¢n durante todo el siglo XXI una fuente de energ¨ªa primaria considerable, contra lo mucho que se escribe al respecto.
Se trata, sin embargo, de un sector oligopol¨ªtico donde los precios tienen poco que ver con los costes y donde los productores m¨¢s importantes no tienen inter¨¦s econ¨®mico en aumentar la producci¨®n si esto lleva consigo una baja de precios. Es preciso, para ello, responder con alternativas que reduzcan la demanda, que s¨®lo la Administraci¨®n es capaz de promover en gran escala, con pol¨ªticas de I+D para la automoci¨®n y fomentando el uso del carb¨®n y de la energ¨ªa nuclear, para, por ejemplo, producir hidr¨®geno.
Desde luego, la bajada de precios que piden algunos consumidores no es la medida adecuada, al no reducir el consumo que est¨¢ en la base del problema. Cuando ¨¦ste descienda veremos caer los precios a la misma velocidad que han subido.
El carb¨®n sigue siendo un combustible abundante, relativamente barato y se encuentra, adem¨¢s, en pa¨ªses de evoluci¨®n pol¨ªtica segura. Poco a poco, el progreso tecnol¨®gico y las inversiones permiten una combusti¨®n limpia del carb¨®n reduciendo las cenizas volantes, el azufre y el ¨®xido nitroso enviado a la atm¨®sfera e, incluso, reduciendo el CO2 emitido por kilovatio/hora debido al incremento del rendimiento en las calderas.
Pero, para poder seguir generando electricidad con carb¨®n (y tambi¨¦n con gas) ser¨¢ necesario proceder al confinamiento en formaciones geol¨®gicas de una parte importante del CO2 producido para prever los riesgos de un eventual cambio clim¨¢tico.
La opci¨®n id¨®nea es aprovechar las formaciones geol¨®gicas subterr¨¢neas adecuadas para retener el CO2 como gas a presi¨®n, o disuelto en acu¨ªferos salinos, o en otras alternativas. Es notorio que hay yacimientos de gas natural que han mantenido ese gas confinado a presi¨®n durante decenas de millones de a?os. Tambi¨¦n es notoria la existencia de aguas subterr¨¢neas carbonatadas, que en su mayor parte no afloran jam¨¢s a la superficie.
Teniendo en cuenta sus reservas conocidas y geol¨®gicamente asumibles, sus bajos costes de explotaci¨®n y valorando en sus justos t¨¦rminos los avances hechos y por hacer en su combusti¨®n limpia, parece que el carb¨®n puede desempe?ar un papel relevante en la estructura energ¨¦tica de este siglo, haciendo compatible su uso con los principios del desarrollo sostenible.
En todo caso, el esfuerzo tecnol¨®gico que hay que hacer en el sector energ¨¦tico es muy considerable. Para ello hay que forzar a las empresas a que gasten lo que ahora no hacen y el Estado no debe escatimar recursos. En concreto hay que conseguir:
- Una reducci¨®n de los costes de las energ¨ªas renovables.
- Un incremento de la seguridad intr¨ªnseca de las centrales nucleares.
- Demostraci¨®n de la capacidad de gestionar los residuos radiactivos.
- Conseguir la captaci¨®n y almacenamiento de CO2 a costes que sean razonables.
- Gasificar el carb¨®n a costes competitivos.
- Descarbonataci¨®n de los hidrocarburos en el camino a una econom¨ªa de hidr¨®geno.
Hay que tener muy presentes los principios de un desarrollo sostenible, pero con la vista puesta en la necesidad de un suficiente abastecimiento energ¨¦tico para combatir la pobreza. Es necesario resolver la aparente contradicci¨®n entre las decisiones ambientalmente aceptables y econ¨®micamente viables.
Juan Manuel Kindel¨¢n es ingeniero de Minas y vicepresidente ejecutivo de la Fundaci¨®n para Estudios sobre la Energ¨ªa.
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