La defensa y el agotamiento
El inicio de la ministra Carme Chac¨®n en la Comisi¨®n de Defensa, durante cinco horas ininterrumpidas de sesi¨®n, parec¨ªa seguir los pasos de uno de sus antecesores en la cartera, Narc¨ªs Serra, quien alternaba en sus relaciones con el Congreso algunos muy contados periodos de inundaci¨®n con otros de prolongada sequ¨ªa. Un proceder que en la pr¨¢ctica impide a Sus Se?or¨ªas asimilar el torrente informativo suministrado al carecer de datos previos para formarse criterio y preparar de modo adecuado sus intervenciones y preguntas. Por eso terminaban abrumados y desconcertados ante la catarata de la exposici¨®n ministerial. Ayer, Chac¨®n comparec¨ªa para dar a conocer las l¨ªneas generales de la Pol¨ªtica del Departamento para esta legislatura.
Hubo un momento de sinton¨ªa popular de la ministra quien felicit¨® al seleccionador y a los chicos de la selecci¨®n por la misi¨®n cumplida. Tambi¨¦n se borde¨® el torneo floral con las felicitaciones que dirigieron a la ministra los portavoces en los sucesivos turnos, a cuenta de su feliz maternidad. Enseguida, para tomar carrerilla Carme Chac¨®n se aplic¨® a rememorar el trig¨¦simo aniversario de la Constituci¨®n y as¨ª pudo resumir el itinerario de reformas y modernizaciones cumplido en el ¨¢mbito de la Defensa y las Fuerzas Armadas. Se refiri¨® a la situaci¨®n heredada por la naciente democracia, que recib¨ªa unos ej¨¦rcitos sobredimensionados en sus efectivos y en sus cuadros de mando, urgidos de rejuvenecimiento, dotados con presupuestos escu¨¢lidos y excluidos de cualquier participaci¨®n en organismos militares internacionales.
Suced¨ªa adem¨¢s, aunque ayer no fuera dicho, que los militares espa?oles de aquella ¨¦poca hab¨ªan sido educados en la adhesi¨®n al autoritarismo e imbuidos de la extempor¨¢nea misi¨®n que les erig¨ªa en depositarios de su continuidad. Sobre todo a partir de 1961 cuando empezaban las preocupaciones por si Franco fuera mortal y decidi¨® concentrar a los excombatientes para decirles en el cerro de Garabitas que todo quedar¨ªa atado y bien atado bajo la guardia fiel de los ej¨¦rcitos. Es decir, que los ej¨¦rcitos no se conceb¨ªan entonces como un instrumento para garantizar la soberan¨ªa nacional sino como un sistema para coartar su libre manifestaci¨®n. Tama?o desprop¨®sito fue denunciado a comienzos de los a?os 70 por aquellos oficiales de la Uni¨®n Militar Democr¨¢tica, que fueron al momento severamente reprimidos.
Hoy podemos decir, sin dejar de reconocer lo bienintencionado de su intento, que su fracaso nos libr¨® de seguir la tortuosa senda portuguesa y evit¨® que la democracia espa?ola naciera enfeudada, como lo estuvo la del pa¨ªs vecino al Movimiento de las Fuerzas Armadas del 25 de abril. Pero, a fin de cuentas, el c¨¢lculo franquista de instrumentalizar a los ej¨¦rcitos err¨® porque cuando hubieron de plantearse la disyuntiva los militares optaron por un cambio de lealtades y prefirieron seguir mayoritariamente -no sin traumas personales ni resistencia costosa a las provocaciones terroristas- la senda constitucional que marcaba su jefe supremo, el rey Juan Carlos I, al que debemos por ello reconocimiento impagable.
La ministra pint¨® ayer un cuadro muy distinto al referirse a la situaci¨®n en la que estamos. Con 125.000 militares profesionales, m¨¢s del 12% mujeres, cuyo trabajo se refuerza con otros 30.000 civiles que constituyen, dijo, un instrumento esencial de nuestro Estado democr¨¢tico, al que sirven con disciplina y eficacia. Subray¨® enseguida que las Fuerzas Armadas garantizan la seguridad y la defensa de Espa?a, contribuyen a la paz mundial y colaboran en las tareas de protecci¨®n de los ciudadanos. Carme Chac¨®n anunci¨® la nueva Directiva de Defensa Nacional, dio por cumplido el mandato cuatrienal de la c¨²pula militar y anunci¨® reformas incluso de las leyes promovidas por Jos¨¦ Antonio Alonso, el anterior ministro de Defensa de Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero.
La se?ora Chac¨®n pas¨® de puntillas por la supresi¨®n del servicio militar obligatorio donde s¨®lo vio ventajas, con el presumible agradecimiento de la bancada popular habida cuenta de que fue un Gobierno de ese signo el responsable de desencadenar esa medida por sorpresa, sin estudio alguno de los plazos y consecuencias. Evit¨® por supuesto referirse a las dificultades de reclutamiento de la tropa y mariner¨ªa profesional, mencionar el recurso creciente a los extranjeros o se?alar la disminuci¨®n de aspirantes al ingreso en las Academias Militares, pese a la mayor consideraci¨®n p¨²blica que ahora merecen los ej¨¦rcitos.
Tampoco supimos c¨®mo queda justificada nuestra permanencia en Kosovo, ni el sentido a medio plazo de la misi¨®n en Afganist¨¢n, consumida en buena parte en labores de autoprotecci¨®n. Mucho menos por qu¨¦ se propone modificar las actuales Reales Ordenanzas, sin duda el texto escrito en mejor castellano de cuantos se han publicado en el BOE. Sobre qu¨¦ le aguarda a la Agencia Europea de Defensa despu¨¦s del no de Irlanda o c¨®mo nos afecta el regreso de Francia a la estructura militar de la OTAN nos quedamos sin precisiones. Fueron cinco horas en las que prevaleci¨® el consenso. Veremos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.