Guerra de referendos
En Bolivia, Gobierno y oposici¨®n pelean por la legitimidad a golpe de consulta popular
A los dos a?os largos de mandato de Evo Morales, el primer ind¨ªgena elegido presidente de Bolivia, el pa¨ªs andino se debate en una guerra de referendos que nadie puede excluir que acabe degenerando en lucha abierta por el poder. Morales ha tratado de impulsar una agenda etnicista, encaminada a otorgar una capacidad de decisi¨®n a la masa ind¨ªgena y m¨¢s mestizada -un 70% o 75% de la poblaci¨®n- de la que la historia mitol¨®gica asegura que gozaba antes de la conquista espa?ola en el siglo XVI, y que, en cualquier caso, no recuper¨® con la independencia, dominada por los criollos, a comienzos del XIX.
Entre mayo y junio pasados, cuatro provincias bolivianas, Santa Cruz, la m¨¢s rica del pa¨ªs por los yacimientos de hidrocarburos, Beni, Pando y Tarija, han celebrado sendos referendos de autonom¨ªa, en los que con gran mayor¨ªa de votos favorables, pero s¨®lo en torno a la mitad del censo, se ha aprobado un ordenamiento paralelo, que sit¨²a, por ejemplo, las riquezas naturales bajo exclusivo control local. La r¨¦plica del presidente ha consistido en convocar el 10 de agosto un refer¨¦ndum revocatorio, por el que tanto ¨¦l como los prefectos (gobernadores) de esas provincias ver¨ªan sometida su gesti¨®n al juicio de las urnas. Para ser despose¨ªdo de la jefatura del Estado y tener que convocar nuevas elecciones, Morales deber¨ªa recibir m¨¢s votos contrarios, en porcentaje y n¨²mero, que los obtenidos en las presidenciales de diciembre de 2005, que gan¨® con m¨¢s de un 53%. Los gobernadores, que obtuvieron sus cargos con menos del 40% de los sufragios, corren mucho mayor riesgo de perder sus puestos.
Bolivia ha entrado as¨ª, cuando a¨²n sigue irresuelta la pugna constitucional entre Gobierno y oposici¨®n, en una farragosa e inquietante din¨¢mica de referendos, en la que las consultas provinciales, ilegales a diferencia de la revocatoria, representan un vasto sentimiento contrario al Ejecutivo de La Paz; esta vez tambi¨¦n a cargo de una masa ind¨ªgena, pero amaz¨®nica, en lugar de los quechuas y aymar¨¢s que componen la feligres¨ªa de Morales.
La situaci¨®n ha llegado a un punto en el que resulta imprescindible que las partes se pongan a negociar. Ni las provincias pueden declarar la independencia de hecho ni Morales hacer la guerra a quien no le apoye. Para mantenerse vertebrada, Bolivia ha de gobernarse desde un centro com¨²n que no privilegie el origen ¨¦tnico de sus naturales.
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