La Operaci¨®n Jaque empez¨® en enero
Un grupo de coroneles entrenados en Israel y EE UU dise?¨® el plan de rescate
Mi¨¦rcoles 2 de julio. La ansiada llamada entra poco despu¨¦s del mediod¨ªa. Al otro lado de la l¨ªnea, el general Freddy Padilla escucha la voz alegre del mayor: "?Viva Colombia!". Es la consigna. Los 15 rehenes est¨¢n sanos y salvos a bordo del helic¨®ptero que los ha rescatado de las garras de las FARC. "?Dios m¨ªo, gracias!", dice Padilla. Los 22 minutos que ha durado la operaci¨®n se le han hecho eternos al jefe de las Fuerzas Armadas colombianas.
En esos momentos, a bordo del helic¨®ptero, Ingrid Betancourt, tres estadounidenses expertos en erradicaci¨®n de cultivos de coca y 11 militares, compa?eros de cautividad, lloran de alegr¨ªa y abrazan a sus salvadores: cuatro tripulantes y un comando de ¨¦lite formado por ocho hombres y una mujer, que han afrontado la operaci¨®n desarmados. En el suelo, desnudos y maniatados, el comandante C¨¦sar, encargado de los secuestrados m¨¢s valiosos de la guerrilla, y su lugarteniente Enrique Gafas, conocido por su crueldad.
El plan explot¨® grietas del sistema de comunicaciones de las FARC
Los sucesivos golpes a la guerrilla han creado fisuras en la direcci¨®n
Culminaba as¨ª la Operaci¨®n Jaque, uno de los rescates m¨¢s extraordinarios de la historia, preparado minuciosamente durante siete meses. El objetivo: liberar a los principales secuestrados de las FARC mediante el enga?o a los dirigentes guerrilleros.
?Pero c¨®mo es posible que alguien tan bregado como C¨¦sar cayera en una trampa? Despu¨¦s de todo, Gerardo Aguilar Ram¨ªrez, de 46 a?os, era uno de los mandos m¨¢s curtidos del Bloque Oriental de la guerrilla, responsable del tr¨¢fico de armas y de coca¨ªna por la frontera con Brasil. El Mono Jojoy, jefe militar de la organizaci¨®n, le hab¨ªa encargado el control de los secuestrados pol¨ªticos, el tesoro m¨¢s preciado de las FARC.
"Nos fuimos ganando su confianza", explica a EL PA?S el general Padilla, v¨ªa telef¨®nica desde Bogot¨¢. Dos factores hacen posible la operaci¨®n: los problemas de comunicaci¨®n de la guerrilla, fragmentada por la ofensiva militar que la atenaza desde 2002, y la infiltraci¨®n de agentes camuflados en las filas del grupo armado. "Un equipo de inteligencia se ha infiltrado desde 2007 en tres objetivos: dos, al m¨¢s alto nivel del Secretariado [el ¨®rgano ejecutivo de las FARC], y uno, en la estructura de carceleros al mando de C¨¦sar", cuenta el jefe de las Fuerzas Armadas.
A principios de enero, un grupo de j¨®venes coroneles del servicio secreto, formados en Estados Unidos e Israel, empieza a preparar un plan para rescatar a los secuestrados aprovechando las debilidades de comando y control de la guerrilla y la propia red de infiltrados. Se trata de ganarse a C¨¦sar, aislarlo de sus mandos y lograr que saque a los rehenes mediante una estratagema.
Al mismo tiempo, sobre el terreno, el Ej¨¦rcito desarrolla en estos meses "operaciones de b¨²squeda y localizaci¨®n" de los secuestrados. La fuga del polic¨ªa John Frank Pinchao, en abril de 2007, hab¨ªa permitido centrar el ¨¢rea de vigilancia en las selvas del Guaviare. El pasado mes de febrero, los comandos llegan a ver a los tres estadounidenses ba?¨¢ndose en un r¨ªo. Los rehenes estaban divididos en tres grupos. Las Fuerzas Armadas los tienen perfectamente ubicados.
Comienza entonces lo que Freddy Padilla llama "la persuasi¨®n" de C¨¦sar. El general se muestra parco en los detalles. "Nuestra gente sigue ah¨ª y corre peligro". Est¨¢ claro, sin embargo, que los infiltrados (no dice el n¨²mero) ocupaban puestos de confianza en las comunicaciones. As¨ª le hicieron creer a C¨¦sar que el jefe m¨¢ximo, Alfonso Cano, le ordenaba reunir a los rehenes y trasladarse con el precioso bot¨ªn a su zona de control, en el occidente del pa¨ªs. Para ello contar¨ªan con la ayuda de una ficticia organizaci¨®n internacional simpatizante de las FARC. Explotando la conocida soberbia de C¨¦sar, le hacen creer que Alfonso Cano quiere tenerlo a su lado, como hombre de confianza.
No corr¨ªan buenos tiempos para el responsable de los secuestrados. Su compa?era, Doris Adriana, n¨²mero cuatro del frente, hab¨ªa sido detenida en febrero y estaba en la lista de extraditables a EE UU, por narcotr¨¢fico. Adem¨¢s, el descabezamiento de las FARC, con la muerte, en un mes, de tres de los siete miembros del Secretariado (el jefe m¨¢ximo, Tirofijo; el n¨²mero dos, Ra¨²l Reyes, y el n¨²mero cuatro, Ivan R¨ªos) hab¨ªa creado "fisuras entre los cabecillas", explica el general Padilla.
C¨¦sar decide cumplir la orden. Para entonces, sus comunicaciones con el Mono Jojoy est¨¢n bloqueadas. Estamos ya en junio. El presidente, ?lvaro Uribe, es informado del plan. Da la luz verde y asume "toda la responsabilidad pol¨ªtica". En dos semanas, se prepara la operaci¨®n. Un equipo de ¨¦lite se entrena para hacerse pasar por guerrilleros. El Ej¨¦rcito pinta de rojo y blanco dos helic¨®pteros MI-17 rusos, el mismo modelo que el presidente venezolano, Hugo Ch¨¢vez, hab¨ªa utilizado para recoger a dos rehenes liberadas en enero por la guerrilla. "No dimos ning¨²n nombre a la supuesta organizaci¨®n ni pusimos ning¨²n logo", dice el general.
El mediod¨ªa del 2 de julio, uno de los helic¨®pteros aterriza en el campamento de C¨¦sar. Dos de los miembros del comando llevan camisetas del Che Guevara y tratan con rudeza a los rehenes, a los que suben esposados a la aeronave. C¨¦sar y Enrique Gafas les acompa?an. Cuando el helic¨®ptero cobra altura, el comando salta sobre los dos guerrilleros y los neutraliza. "Somos el Ej¨¦rcito Nacional. Est¨¢n en libertad", dice uno de los agentes a los secuestrados, que asisten pasmados a los acontecimientos. Es entonces cuando Freddy Padilla, en Bogot¨¢, recibe la llamada de ¨¦xito. Algunos esc¨¦pticos no descartan que alguno de los dos detenidos haya colaborado en la operaci¨®n.
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