Las FARC, en ca¨ªda libre
El rescate de Ingrid Betancourt radiograf¨ªala descomposici¨®n de la guerrilla colombiana
Con su precisa e incruenta artima?a de comandos, propia de una desbocada ficci¨®n cinematogr¨¢fica, que ha conducido a la liberaci¨®n de Ingrid Betancourt y de otros 14 rehenes, el Ej¨¦rcito colombiano acaba de asestar a las llamadas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia un golpe devastador. La "ofensiva general" que para 2008 pronosticara hace poco m¨¢s de medio a?o el jefe supremo de los insurgentes, Manuel Marulanda, ha consistido en realidad en una sucesi¨®n de mazazos para la vieja narcoguerrilla, semidescabezada ahora tras la muerte de su n¨²mero dos, Ra¨²l Reyes, en marzo, en una operaci¨®n rel¨¢mpago en territorio ecuatoriano, el fallecimiento del propio Marulanda y los ajustes de cuentas en la c¨²spide de la organizaci¨®n. Las deserciones continuadas han acabado de colocar en ca¨ªda libre a una fuerza terrorista que hace s¨®lo ocho a?os contaba con el doble de efectivos y era capaz de atacar ciudades y de mantener a raya a Gobiernos. Y para la que el rescate de Betancourt puede resultar una humillaci¨®n insuperable.
Por encima de la estrategia electoral inmediata del presidente ?lvaro Uribe -que consigue con la liberaci¨®n de Betancourt un abultado aval para sus pretensiones de prolongar su mandato o hacerse reelegir por los colombianos-, el regreso a la vida de la ex candidata presidencial plantea la cuesti¨®n fundamental de si representar¨¢ el comienzo de un proceso de paz definitivo que acabe con lo que ha sido una aut¨¦ntica guerra civil en la Colombia rural durante m¨¢s de medio siglo. Betancourt, en mucha mejor condici¨®n f¨ªsica de lo que todo el mundo supon¨ªa, ha demostrado una singular entereza, hasta el punto de que presumiblemente vaya a ser una pieza relevante en la evoluci¨®n pol¨ªtica de su pa¨ªs. No s¨®lo no ha descartado proseguir con la carrera pol¨ªtica truncada por su secuestro hace seis a?os, en plena campa?a electoral, sino que est¨¢ en posesi¨®n, adem¨¢s, de un activo tan impagable como el ¨ªntimo conocimiento, adquirido en seis a?os de cautividad, sobre el modus operandi de las FARC, sus puntos d¨¦biles y sus resortes decisorios. Su percepci¨®n puede resultar decisiva en el rumbo de la confrontaci¨®n.
No es descartable que una guerrilla tan continuada y sustantivamente humillada intente recurrir a un brote extremo de terror y violencia para legitimar de nuevo su fuelle militar. La hip¨®tesis, sin embargo, parece cada vez menos probable en una Colombia donde las Fuerzas Armadas, con el apoyo decisivo de Estados Unidos, vienen empleando los medios y las t¨¢cticas adecuados para mantener contra las cuerdas a sus milicianos. Las FARC deber¨ªan entender que ha llegado definitivamente la hora del compromiso, hu¨¦rfanas ya hasta del apoyo de Hugo Ch¨¢vez, su m¨¢s importante valedor de los ¨²ltimos tiempos. El l¨ªder venezolano extend¨ªa hace unas semanas el acta de defunci¨®n de la organizaci¨®n al se?alar como un anacronismo su existencia en un pa¨ªs democr¨¢tico de Latinoam¨¦rica.
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