Mar¨ªa y la arena
Ayer, al salir del Centro Atl¨¢ntico de Arte Moderno (CAAM) de Las Palmas, bajo ese cielo de panza de burro caracter¨ªstico de la ciudad en estas fechas, la sorpresa de encontrarme en Triana (la calle mayor) con Miguel Gallardo, que lleva de la mano a su hija Mar¨ªa.
-?Miguel, te vi en la tele!
-S¨ª, sal¨ª en la tele.
-?Te han dado un premio!
-?S¨ª que me lo han dado!
El premio es precisamente por Mar¨ªa y yo, su libro sobre su convivencia con su hija autista, en la onda del que public¨® hace 10 a?os sobre su padre, Un largo silencio. Relatos en estilo muy libre, h¨ªbrido entre c¨®mic, cuaderno de apuntes y bocetos, y escritura, o sea, el c¨®mic moderno, que gr¨¢fica y tem¨¢ticamente procede del Maus de Spiegelman y de la narrativa del "realismo sucio" de Raymond Carver y Tobias Wolf. Minimalismo y autobiograf¨ªa: todas o casi todas las carencias y excesos del c¨®mic tradicional quedan subsanadas con esta receta de sinceridad testimonial y modestia, esta cura radical de adelgazamiento, a la que en Europa se apuntaron sobre todo los autores de L'Association, entre ellos el m¨¢s famoso estos a?os, la iran¨ª Marjani Satrapi, autora de Pers¨¦polis, y en Espa?a, Gallardo, a ratos libres.
No hace falta que ¨¦l me cuente qu¨¦ hace en Las Palmas, est¨¢ todo explicado en Mar¨ªa y yo: la madre de Mar¨ªa, Mai, es canaria y despu¨¦s del divorcio regres¨® a su casa, adonde Miguel vuela con frecuencia para acompa?ar o llevarse a la ni?a, y para pasar algunos d¨ªas con ella en alguno de los resorts del sur de Gran Canaria, pues a ella le gusta mucho jugar con la arena. Mar¨ªa no me reconoce, aunque nos hab¨ªamos visto mucho en sus primeros a?os, cuando yo colaboraba con su padre en una p¨¢gina de c¨®mic humor¨ªstico y me dejaba caer con cierta frecuencia por su casa, cerca de Correos.
-Es que no le dabas mucha bola -explica Miguel-. Ella tiene memoria excelente para cualquiera que se introduzca en su mundo, pero si no te metes, te olvida r¨¢pidamente...
A nuestro alrededor todo el mundo habla espa?ol con ese acento encantador de las islas y todo el mundo es extremadamente amable. Le comento a Miguel la expo que acabo de ver en el CAAM: Viva la muerte!, producci¨®n del Kunshalle de Viena sobre el arte y la muerte en Am¨¦rica Latina, con v¨ªdeos de Ana Mendieta; con fotograf¨ªas de sucesos de Enrique Metinides -hace tres o cuatro a?os vimos en Casa de Am¨¦rica, en Madrid, sus fotos de cat¨¢strofes automovil¨ªsticas-; con la conocida pel¨ªcula de Francis Al?s en la que compra una pistola en una armer¨ªa, la carga, la monta y pasea con ella en la mano por el distrito federal, durante 12 minutos, hasta que la polic¨ªa le cae encima; con documentaci¨®n de Stephan Lugbauer sobre las misas, oraciones y dem¨¢s ritos del culto religioso a la "Sant¨ªsima Muerte", la "flaquita", a la que se le pueden pedir favores, pureza, suerte, y tambi¨¦n da?o para tus enemigos, que no se te trabe la pistola a la hora de disparar, etc¨¦tera. Le propongo a Miguel llevarles a la casa de Col¨®n, donde el almirante hizo alto antes de cruzar el oc¨¦ano para descubrir Am¨¦rica, pero a Mar¨ªa el camarote reconstruido, los papagayos, los mapas de la aventura, las figurillas precolombinas, no le llaman la atenci¨®n. En la Casa de N¨¦stor tampoco le interesan los cuadros fant¨¢sticos del pintor simbolista y decadente N¨¦stor Mart¨ªn-Fern¨¢ndez de la Torre (1887-1938), que deslumbr¨® Par¨ªs y regres¨® a Las Palmas...
Lo que a la ni?a le gusta es la arena, as¨ª que vamos a la playa de las Canteras. Es una bah¨ªa espl¨¦ndida, muy animada; en el extremo sur, presidido por el auditorio Alfredo Kraus, se suceden varias capas de cordilleras azules m¨¢s borrosas cuanto m¨¢s lejanas. Se oyen por todas partes esas voces melodiosas, tan agradables. Miguel dice: "Para m¨ª esta playa es un c¨ªrculo cerrado, vine a Canarias por primera vez hace 20 a?os para impartir un taller. ?Ves ese bloque de pisos, sobre el chiringuito? Ah¨ª me cedieron un apartamento. En v¨ªsperas de volverme conoc¨ª a Mai, y esta isla a la que no iba a volver en la vida se ha convertido en mi segunda patria". Mar¨ªa deja que la arena se le escurra una y otra vez de las manos, juego del que no se cansa nunca.
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