Resurgen los montes de piedad
La crisis y los inmigrantes elevan un 11% los pr¨¦stamos de estas entidades en 2008
"Eran cosas antiguas. ?Qu¨¦ quiere que le diga! No creo que las vuelva a recuperar. A mis hijos y a m¨ª nos hace m¨¢s falta el dinero que las joyas". El que habla es Juan, un viudo que representa unos 70 a?os. Acaba de salir del Monte de Piedad de Caja Madrid, en la plaza de Celenque, cerca de la madrile?a Puerta del Sol. El hombre se justifica con rapidez como si repitiera un argumento que lleva mucho tiempo en su cabeza. Y se va ligero, casi sin despedirse del periodista indiscreto. Asunto acabado.
Juan es s¨®lo uno de los 380.000 ciudadanos que utilizan cada a?o los 21 montes de piedad de otras tantas cajas de ahorros repartidas por toda Espa?a. Estos montes, que traen reminiscencias de la posguerra, tienen m¨¢s de 300 a?os y son el verdadero origen de las cajas en Espa?a. Lejos de ser algo vetusto, lo cierto es que la crisis econ¨®mica, el alza del paro y la atracci¨®n que ejercen para los inmigrantes los ha hecho reverdecer. En el primer trimestre de este a?o su actividad ha crecido un 7%, mientras que el saldo del dinero prestado tras empe?ar las joyas ha subido un 11%. Hasta marzo hab¨ªa 66.000 nuevos pr¨¦stamos. En total, hay 380.000 contratos en vigor que suman 180 millones de euros.
Hay 380.000 contratos en vigor, que suman 180 millones de euros
"Si esto ha durado tres siglos ser¨¢ bueno, ?no?", dice una clienta
El origen de estos montes son las obras de caridad. Su denominaci¨®n procede del italiano monto porque surgieron en ese pa¨ªs y era como denominaban las cantidades amontonadas para este fin. La intenci¨®n era sacar a los m¨¢s pobres de las garras de los usureros, que les apretaban con condiciones leoninas.
El m¨¢s antiguo de los montes espa?oles es el de Caja Madrid. La plaza de Celenque est¨¢ presidida por una estatua del padre Piquer, cuyo legado est¨¢ escrito en bronce en la entrada de la oficina principal de la entidad. "Sean ustedes testigos de que este real de plata que tengo en la mano y voy a depositar en la cajita ha de ser el principio y fundamento de un Monte de Piedad, que ha de servir para sufragio de las ¨¢nimas y socorro de los vivos. 3 de diciembre de 1702".
Desde entonces, estas instituciones mantienen su estrategia con pocas variaciones. Eso s¨ª, las instalaciones se han modernizado y ahora son comparables a las salas de espera de Hacienda en donde cada uno toma un n¨²mero y aguarda a que aparezca en la pizarra electr¨®nica.
La llegada de los inmigrantes ha dado m¨¢s vida a los montes. El 20% de los nuevos clientes son extranjeros. En Barcelona, marroqu¨ªes e inmigrantes de origen hispano han llegado a representar hasta el 30%. Otra raz¨®n del empuje es la subida de las hipotecas, que ha acercado hasta los montes a un p¨²blico joven que no se ve¨ªa hasta ahora. Estos pr¨¦stamos compiten con los cr¨¦ditos r¨¢pidos concedidos por tel¨¦fono o Internet a tipo de inter¨¦s que puede ser cinco veces m¨¢s altos. Dejar una prenda a cambio es otro factor que abarata el cr¨¦dito.
Por eso, los montes son la opci¨®n para los que necesitan un pr¨¦stamo inmediato y pueden empe?ar una joya. El mecanismo es r¨¢pido. En menos de media hora, una persona presenta sus joyas al tasador, que las valora y le entrega un papel con el importe. Con este documento acude a otra ventanilla de la misma oficina donde se formaliza la p¨®liza y recibe el dinero. Las cajas cobran entre un 5% (en todos los casos en Caja Madrid) hasta el 8,5%. Algunas entidades aplican un tipo mayor si es un importe alto (por debajo del 10%) y uno menor si la cantidad es m¨¢s baja. Tambi¨¦n se cobra un peque?o porcentaje por la tasaci¨®n.
Lo m¨¢s habitual es que los pr¨¦stamos se hagan a un a?o. Acabado este plazo, el cliente puede renovar el pr¨¦stamo por un a?o m¨¢s o rescatar la prenda, tras el pago del principal y los intereses. Tambi¨¦n puede renunciar a las joyas empe?adas, en cuyo caso salen a subasta. Seg¨²n diferentes montes, "s¨®lo el 5% o el 10% como m¨¢ximo de los objetos son subastados. El resto, los recuperan sus due?os".
"En caso de impago, La Caixa otorga un tiempo prudencial de demora y, si persiste la situaci¨®n, se concluye con la venta de los bienes dados en prenda. De esta manera, se salda la deuda y se recupera un dinero extra". ?sta es otra ventaja de los montes. Si no se puede devolver el pr¨¦stamo, se pierde un bien ornamental, pero no se multiplica la deuda como sucede en otros cr¨¦ditos.
Tras su venta, lo que exceda del pr¨¦stamo es para el cliente, tras cobrar la caja una comisi¨®n por la venta. ?sta es una de las caracter¨ªsticas ¨²nicas de los montes que es muy dif¨ªcil encontrar en las casas de empe?o de la calle. Por eso, la morosidad es muy baja. En realidad, s¨®lo puede surgir si hay una fuerte bajada del oro o las piedras preciosas. Un temor que ahora no existe.
"Prefiero venir aqu¨ª. No me f¨ªo de las tiendas de la calle. Creo que el Monte es m¨¢s seguro y claro. Si no quiero recuperar lo empe?ado, espero a que lo vendan para ver si me dan algo m¨¢s". ?stos son los comentarios de Zoubida, una mujer de mediana edad marroqu¨ª, que confiesa ser habitual de esta instituci¨®n "cuando estoy en paro". Desde las cajas se apunta que "los montes no quieren hacer negocio. Buscan ofrecer una salida a personas que atraviesan una situaci¨®n dif¨ªcil, y que suele ser temporal. Por eso las tasaciones son rigurosas, pero no abusivas".
Las piezas de oro se valoran al peso y los diamantes seg¨²n el mercado de Amberes. En buena parte de las cajas, la actividad del monte est¨¢ adscrita a la obra social.
El hecho cierto es que el Monte de Piedad de Madrid est¨¢ perfectamente rodeado de casas de empe?o y de hombres anuncio con gigantescos cartelones en los que aseguran que compran oro y joyas "al mejor precio. Tasaciones generosas". Parece el ¨²ltimo reclamo para evitar que los clientes lleguen hasta el monte.
Una pareja joven, con un ni?o peque?o, abandonaba el Monte de Piedad de Madrid con rostro serio. Su visita estaba relacionada con la hipoteca. "Creo que mucha gente con cr¨¦ditos tendr¨¢ que pasar por aqu¨ª. Si siguen subiendo los tipos... ?qu¨¦ vamos a hacer!".
El contraste es fuerte. A los pocos minutos salen del edificio una abuela, su hija y la nieta, las tres de raza gitana, dando voces de alegr¨ªa. Todav¨ªa tienen el dinero en la mano. Poco m¨¢s de 300 euros. La chica, antes de guard¨¢rselo, lo reparte con su madre. Cuando son preguntadas si se f¨ªan de las tasaciones del monte, la joven se da la vuelta y se?ala la pieza de bronce con las palabras del padre Piquer. "Si esto ha durado tres siglos ser¨¢ bueno, ?no?". Y se van calle abajo con rapidez.
Juana, una se?ora de Madrid, ha ido con su hija a empe?ar una pocas joyas. "Soy viuda y me ha quedado el 45% de la pensi¨®n de mi marido. ?F¨ªjese qu¨¦ injusticia despu¨¦s de toda una vida pagando!", se lamenta. Su hija corrobora que con tan poco dinero no llega a fin de mes y la viuda asegura que lo recuperar¨¢ en cuanto llegue una buena racha.
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