El secreto de Luis
A Luis Aragon¨¦s le costaba levantarse de la cama para ir a jugar al f¨²tbol. Era Florencio, su amigo, su compa?ero de pupitre en la escuela La Humanitaria, el que se acercaba a su casa para llev¨¢rselo a jugar el partido. "?Ten¨ªa que tirarle de las piernas para que saliera de la cama!", recuerda este ex jugador metido a hostelero en la terraza de su bar, en el coraz¨®n del barrio madrile?o de Hortaleza, a apenas cien metros del hogar de infancia de Luis. Florencio y ¨¦l jugaban en el equipo de juveniles del pueblo, el Pinar de Hortaleza. Porque Hortaleza, por aquel entonces, era un pueblo. "?A Luis casi no le gustaba el f¨²tbol!", bromea Florencio; "prefer¨ªa salir de noche". S¨ª, claro, pero el que met¨ªa los goles era Luis. Por eso le despertaban. Sin ¨¦l, perd¨ªan el partido. "Era inteligente y espabilado para todos los juegos", recuerda, "ya fuera f¨²tbol, cartas o rescate".
El padre de Luis, Hip¨®lito Aragon¨¦s, muy conocido en el pueblo, era el ¨²nico que ten¨ªa una camioneta
El despacho que le dieron en la federaci¨®n se lo cedi¨® a su secretaria. ?l se instal¨® en la antesala
"Siempre ha sido muy reservado y t¨ªmido", dice su sobrina Marisa. "Era un esp¨ªritu libre", asegura su hermana
"Es un jugador fr¨ªo y un ganador", dice su compa?ero de mus y en el Atl¨¦tico de Madrid Enrique Collar
Fernando Torres: "Le hemos visto pasarlo mal y por eso nos alegramos tanto. Merec¨ªa este final"
"No tiene nada que ver con el ogro que pintan", comenta su 'manager'. "Es un fen¨®meno contando chistes"
Aragon¨¦s, en la Eurocopa |
A punto de cumplir los 70 a?os, Aragon¨¦s ha llegado a la cima. Es el h¨¦roe que ha conseguido acabar con el maleficio. Cuarenta y cuatro a?os m¨¢s tarde, por fin la gloria. La selecci¨®n espa?ola volviendo a ganar una Eurocopa, el gol en blanco y negro de Marcelino sustituido por las mechas de oro del ni?o Torres. Ha dejado su firma y se ha marchado. Por la puerta trasera, discretamente, sin buscar demasiado los focos. Aragon¨¦s es un gran t¨ªmido. Eso ayuda a explicar gran parte de su comportamiento.
M¨¢s que un hombre que no se f¨ªe, es un hombre en permanente estado de alerta. Una situaci¨®n a la que se ha acostumbrado despu¨¦s de 50 a?os dedicado al f¨²tbol. ?l sabe mejor que nadie que todo depende de la pelota. Si entra, eres un monstruo y si no, un fracasado. "Yo sab¨ªa antes de ir a la Eurocopa que ten¨ªamos un equipo para ser campeones. Hab¨ªa buenos jugadores y un buen trabajo, pero siempre est¨¢ la cuesti¨®n suerte". Luis Aragon¨¦s hace esta reflexi¨®n, ahora m¨¢s pausada, en su casa, el jueves, cuando est¨¢ cerrando las maletas para emprender viaje a Turqu¨ªa. All¨ª vivir¨¢ una nueva aventura como entrenador del Fenerbahce.
-?Y cu¨¢l es su secreto?
-No hay secreto. Bueno, s¨ª, hay uno: trabajo, mucho trabajo.
En su ¨¦poca de jugador, Luis se pod¨ªa tirar horas ensayando el lanzamiento de golpes francos. Eso s¨ª, tambi¨¦n ten¨ªa que recoger ¨¦l mismo los balones de la grada. Eran los a?os sesenta, los equipos no ten¨ªan m¨¢s de 15 balones para un entrenamiento. Tirabas e imperaba la ley de la botella: quien la tira va a por ella. Su condici¨®n de maestro en la ejecuci¨®n de las faltas al borde del ¨¢rea no fue fortuita. El hombre que bati¨® a Maier en aquella m¨ªtica final de la Copa de Europa de 1974 frente al Bayern de Munich se curr¨® a conciencia su arte. Hab¨ªa un brasile?o en el Valencia en aquellos a?os, Waldo, que ten¨ªa a media Espa?a conmocionada con su manera de tirar las faltas. No la pegaba directa, como hac¨ªan todos, sino que le imprim¨ªa un efecto a la bola desconocido hasta entonces. Cuando Urtiaga, jugador del Valencia, fich¨® por el Atleti, Luis lo tuvo claro: hab¨ªa que saber c¨®mo lanzaba las faltas Waldo. Urtiaga se tir¨® varias noches con el interior izquierda de las largas patillas ensayando faltas a lo Waldo.
Siempre ha tenido car¨¢cter de ganador. Y si no, que se lo pregunten a su amigo Collar, su ocasional pareja de mus. S¨ª, Collar, el m¨ªtico delantero del Atleti de los 60, el que form¨® junto a Peir¨® la gloriosa ala infernal rojiblanca, una delantera de infarto. Collar y Luis mantienen la relaci¨®n que entablaron en el vestuario atl¨¦tico. Les gustaba mucho salir a comer y cenar con sus respectivas esposas hasta hace poco, cuando Collar enviud¨®. Despu¨¦s de las comidas, un ritual: la partidita de mus. "Cuando he jugado con ¨¦l de pareja, siempre me ha gustado pasarle la se?a para que ¨¦l jugara", confiesa Collar, sentado en una terraza frente a la ciudad deportiva del Atl¨¦tico, en Majadahonda. "Es un jugador fr¨ªo y es un ganador. Tambi¨¦n lo ha demostrado en la Eurocopa: ha tenido mucha fe, es un ganador que ha cre¨ªdo en lo que ten¨ªa".
Luis Aragon¨¦s es un hombre de campo y de despacho. "El trabajo que hemos hecho para ganar la Eurocopa muy poca gente lo sabe: mis colaboradores, los jugadores... poco m¨¢s". Cuando la Federaci¨®n Espa?ola de F¨²tbol le contrat¨® hace cuatro a?os, pidi¨® una mesa y le dieron un despacho. Pero ¨¦l sab¨ªa bien lo que quer¨ªa. No quer¨ªa encerrarse entre cuatro paredes, as¨ª que dej¨® el despacho a Silvia, su secretaria, y se instal¨® en la antesala, donde adem¨¢s coloc¨® varias mesas para que pudieran trabajar sus ayudantes. Ante la sorpresa de todos, incluido el presidente ?ngel Mar¨ªa Villar, Luis ha sido de los que todas las ma?anas aparece bien temprano. Durante cuatro a?os. Trabajaba hasta la hora de comer. "Eso no lo ha hecho ninguno de los entrenadores que hemos tenido", explica un miembro de la federaci¨®n. Primero le¨ªa la prensa. Luego pon¨ªa a trabajar su laboratorio.
Adem¨¢s de una mesa, Luis pidi¨® al ser nombrado seleccionador un experto en estad¨ªsticas y otro en temas audiovisuales. El Alex Fergusson del f¨²tbol espa?ol ha contado con muchos n¨²meros y muchas im¨¢genes para analizar a sus jugadores. Y a los contrarios. Cada jugador de la selecci¨®n tiene su juego recogido en un DVD. El seleccionador examina su trabajo en partidos y entrenamientos. "A veces nos ped¨ªa cosas tan raras que se las hac¨ªamos sin pensar que aquello iba a funcionar, pero ¨¦l cree en las estad¨ªsticas", cuenta uno de sus colaboradores; "cree en que detr¨¢s del trabajo en el campo hay mucho trabajo de despacho previo". Luis lo confirma: "La gente se queda en lo superficial. Esta Eurocopa lleva cuatro a?os de preparaci¨®n".
Al peque?o Aragon¨¦s lo descubri¨® un carnicero. S¨ª, ?ngel Ramos, el carnicero del barrio. Su compa?ero de pupitre Florencio empu?a una vieja y arrugada foto en blanco y negro: "Mira, al lado del carnicero est¨¢ Juncosa, el delantero del Atleti, ?te acuerdas de Juncosa?". Y empieza a recitar de corrido la delantera del Atleti de los cincuenta: "Juncosa, Ben Barek, P¨¦rez Pay¨¢, Carlsson y Escudero", que as¨ª es como se recitaban antes las alineaciones, de carrerilla, un nombre pisando a otro nombre.
Hay que ver c¨®mo vest¨ªan los carniceros en los cincuenta. No puede ser m¨¢s impecable la forma en que luce Ramos su sombrero de ala ancha, su impoluto traje negro, ese abrigo que reposa sobre los hombros, esa orgullosa pose junto sus chicos del Pinar. "Hasta que un d¨ªa llegaron unos se?ores de Madrid que quer¨ªan llevarse jugadores", dice Olvido Aragon¨¦s, la hermana mayor del Curro Jim¨¦nez del f¨²tbol espa?ol. A los 17 a?os, Luis se fue a jugar al Getafe y en ese instante arranc¨® su nueva vida.
Florencio nunca olvidar¨¢ "las hostias" que les met¨ªa Don Julio, el maestro. Luis y Florencio se sentaban juntos en clase, codo con codo. Hac¨ªan novillos cada dos por tres para irse a jugar al f¨²tbol. Entonces aparec¨ªa en escena Don Julio, con la correa que engarzaba entre sus dedos para atizar a los ni?os.
La Hortaleza de los a?os cincuenta era un pueblo de unos 850 habitantes. Un pueblecito de casas bajas, encaladas. Ya quedan pocas en el barrio, pero alguna hay. La familia de Luis era muy conocida en el barrio porque Poli, el padre, era el ¨²nico que ten¨ªa una camioneta, el que hac¨ªa los transportes. De hecho, a Hip¨®lito Aragon¨¦s le han dedicado una calle no lejos de aqu¨ª. Tambi¨¦n era due?o de una f¨¢brica de ladrillos y pose¨ªa tierras de labor, donde cultivaban trigo y cebada. Poli, que tambi¨¦n fue alabardero de Alfonso XIII -como recuerda con orgullo Olvido, la hermana mayor-, muri¨® cuando Luis contaba con apenas 14 a?os. A partir de ese momento, fue Luis el que se hizo cargo de la camioneta. Los 10 hermanos tuvieron que arrimar un poco el hombro para sacar adelante el trabajo.
Hay un par de manzanas en Hortaleza que son territorio Aragon¨¦s. Los hijos heredaron casas y solares, muchos permanecieron en el barrio, Luis vive en Alcobendas. De diez, sobreviven cinco. Olvido, la hermana mayor, de 82 a?os, habita a una manzana del antiguo domicilio familiar, sobre el que han edificado viviendas de nuevo cu?o. Luis, de hecho, conserva a¨²n dos locales comerciales en el barrio. Sentada en la modesta sala de estar de su vivienda de una altura, Olvido saca la foto de la primera comuni¨®n de Luis. "Ya entonces era muy alto", recuerda, y se r¨ªe. Olvido cri¨® a Luis y a Armando, los dos hermanos peque?os. Generosa Su¨¢rez, su madre, tambi¨¦n, por supuesto, pero ya se sabe, en aquellas familias de los cincuenta, una hermana mayor era muchas veces una segunda madre. "Siempre ha sido muy reservado y muy t¨ªmido", dice su sobrina Marisa. "Era un esp¨ªritu libre, con mucha personalidad", recuerda Olvido. El aut¨¦ntico sabio de Hortaleza era Mat¨ªas, su hermano mayor, porque a Luis siempre se le llam¨® Zapatones. Y no por tener los pies grandes, sino por esa peculiar forma de andar, con pies de plomo. Zapatones le siguen llamando a d¨ªa de hoy. La noche de la final, sin ir m¨¢s lejos.
Era la una de la madrugada cuando a Luis le son¨® el m¨®vil. Era su amigo y manager Miguel San Rom¨¢n, ex jugador del Atleti. Le llam¨® como cada noche para comentar. Pero la del domingo no fue noche de comentarios, sino de cantos. San Rom¨¢n volv¨ªa en autob¨²s de Logro?o a Madrid, ven¨ªa de jugar un torneo con los veteranos del Bar?a y del Athletic de Bilbao. En el bus viajaban Mej¨ªas, Roberto Fresnedoso, Mena, Quique Ramos... Cuando consiguieron conectar con el m¨ªster , todos se pusieron a corear su nombre al m¨®vil de San Rom¨¢n. Despu¨¦s de cantarle ese "Luis Aragon¨¦s" que en todas las celebraciones le han cantado los jugadores, lleg¨® el otro c¨¢ntico: "Zapatones, zapatones". San Rom¨¢n peg¨® el tel¨¦fono al o¨ªdo: "Qu¨¦ cabrones", le dijo Luis.
El grupo. La clave es el grupo. Luis Aragon¨¦s apost¨® por hacer de Espa?a un equipo, no un conjunto de futbolistas que se unen para jugar ocasionalmente. "El trabajo en la selecci¨®n es muy diferente al de un club. Lo que aqu¨ª tardamos en hacer cuatro a?os, en un club se hace en seis meses". Para Luis, el equipo es lo fundamental. Un grupo en que todos los jugadores sean iguales, desde el que juega muchos minutos hasta el que no puede debutar. "No quiero figuras, quiero un grupo de deportistas que luchen, todos, por lo mismo", argumenta. Luis Aragon¨¦s tuvo una charla muy seria con Sergio Ramos, el jugador del Real Madrid, al que una buena temporada en su equipo le ha convertido en una estrella fulgurante. Tambi¨¦n tuvo palabras de recuerdo para Palop, el tercer portero, que no ha jugado ni un minuto.
Luis fue un gran jugador y es en los jugadores en lo que se apoya. Por eso en los meses de trabajo previos y en el mes que pasaron en Innsbruck foment¨® la uni¨®n del grupo. Para ello cont¨® con la complicidad de Fernando Torres, Pepe Reina, Iker Casilla y Xavi. Si hay que buscar l¨ªderes en la selecci¨®n, ellos lo son. No s¨®lo por su trabajo en el terreno de juego, sino tambi¨¦n por su facilidad para conformar un equipo con 23 jugadores llegados de distintos sitios.
"Luis es un motivador y r¨¢pidamente se le coge cari?o", desvela Fernando Torres. "Es un hombre de mil an¨¦cdotas que lleva toda la vida en el f¨²tbol y te alecciona desde el primer instante. En esta ¨²ltima etapa en la selecci¨®n, nos transmiti¨® su car¨¢cter para salir de las situaciones dif¨ªciles. Es lo que nos hizo luchar por ¨¦l. Le hemos visto pasarlo mal y por eso nos alegramos tanto. Merec¨ªa este final. Luis ha sido siempre muy exigente conmigo. Tambi¨¦n, el que m¨¢s tiempo me ha dedicado: aunque s¨®lo sea por los dos a?os que convivimos en el Atleti y los ¨²ltimos cuatro con Espa?a. Es muy estricto y siempre pone como referencia a los jugadores de antes. Cuando coincidimos en el Atleti me ense?¨® muchas cosas, esencialmente el respeto al veterano. Siempre le he admirado por sus c¨®digos. ?l me ense?¨® los del vestuario cuando ten¨ªa 17 a?os. Recuerdo que me dijo: 'Ni?o, las cosas que se hablan en el vestuario se quedan en el vestuario y las cosas del equipo son del equipo. As¨ª es el m¨ªster".
Hay quien cree que si Ra¨²l Gonz¨¢lez sali¨® de la selecci¨®n fue en parte porque su figura sobresal¨ªa demasiado. No s¨®lo por su f¨²tbol, sino por su leyenda. Nadie se ha acordado de ¨¦l durante la Eurocopa y ¨¦se ha sido otro ¨¦xito del seleccionador. Aunque antes de dar la lista hubo alg¨²n intento de arreglo.
Una ma?ana, Gin¨¦s Carvajal, el representante de Ra¨²l, llam¨® al seleccionador para buscar la manera de atemperar el debate sobre la presencia o no del delantero en la selecci¨®n. "Veniros para ac¨¢", respondi¨®. Jugador y t¨¦cnico hablaron a solas y la federaci¨®n s¨®lo se enter¨® de la entrevista cuando ambos pidieron una sala para dar una rueda de prensa. Ra¨²l sali¨® de aquella cita sabiendo que hab¨ªa sido jubilado del equipo nacional, y lo acept¨®.
Aun as¨ª, seg¨²n fuentes federativas no oficiales, y que oficialmente desmiente la federaci¨®n, horas antes de que se diera la lista de jugadores que iban a viajar a la Eurocopa, un alto directivo sonde¨® la posibilidad de que el delantero estuviera en el grupo de alguna manera.
Luis da la imagen de hombre antiguo, algo rudo, al que le cuesta expresarse, malhumorado.
Noche de la final, partido reci¨¦n acabado, vestuario de la selecci¨®n espa?ola.
-?Qu¨¦ te pasaba ayer cuando te llam¨¦?
-Pero ?era usted, Majestad?
-Y, ?qui¨¦n iba a ser?
-Es que me gastan tantas bromas que pens¨¦ que era un imitador. Perd¨®n. Estuve un poco seco entonces.
-S¨®lo contestabas con monos¨ªlabos. Y no estuviste seco, sino sequ¨ªsimo.
As¨ª fue su conversaci¨®n con el rey Juan Carlos, que la noche anterior le hab¨ªa llamado para desearle suerte.
La prensa extranjera le ha dado estopa de la buena. Por su car¨¢cter y, sobre todo, por su lamentable patinazo, cuando se refiri¨® a Thierry Henry como un "negro de mierda". Quienes viven cerca de ¨¦l aseguran que nada es lo que parece. ?Se imaginan a Luis, a sus casi 70 a?os, navegando horas y horas por Internet? ?Echando un cable a todo aquel desfavorecido que se le acerca? Pues as¨ª es el t¨¦cnico, dicen los que le rodean. Le importa muy poco la opini¨®n que la gente tenga de ¨¦l.
"No tiene nada que ver con el ogro que pintan, tiene mucho sentido del humor y es un fen¨®meno contando chistes", asegura Miguel San Rom¨¢n, acodado en la barra de un pub en pleno barrio de Salamanca. Luis y San Rom¨¢n jugaron juntos en el Atleti de los a?os sesenta. Desde entonces, son amigos. La noche siempre les gust¨® a los dos, compartieron m¨¢s de una juerga en su ¨¦poca colchonera. En aquellos tiempos, la cosa era distinta. Los jugadores pod¨ªan salir de noche sin que todo el mundo los reconociera, s¨®lo entrenaban o por la ma?ana o por la tarde, hab¨ªa menos presi¨®n. Ahora, se toman una copa y les cuelgan en YouTube. Luis, de hecho, como entrenador, no duda en decirle a sus jugadores que cuiden sus escapadas nocturnas. "No, m¨ªster, si yo no he salido", le ha dicho en m¨¢s de una ocasi¨®n alguno de sus pupilos y Luis le ha respondido: "S¨ª, se?or, estuvo usted ayer en Pach¨¢". ?C¨®mo lo averigua el llamado sabio de Hortaleza? Camel¨¢ndose a los aparcacoches de los locales de moda. En Madrid, com¨ªan de su mano, informaban a sus informadores, cuenta una persona de su entorno. Quiere saber lo que hacen sus jugadores. A ¨¦l no se la juegan, se las sabe todas.
Siempre se ha caracterizado por ser un hombre directo. Y en ocasiones, vehemente. Defiende a los suyos a capa y espada, ah¨ª est¨¢ su renuncia del a?o 1998 al cargo de seleccionador porque no pod¨ªa llevarse a sus colaboradores. "?l muere con el grupo", dice San Rom¨¢n, "se mata por la gente con la que trabaja". Eso s¨ª, si hay que enfrentarse a alguien, no se anda con chiquitas. Es larga la n¨®mina de jugadores que han tenido que hacer frente a su ira. Salinas, al que llam¨® tonto hasta quince veces; el indisciplinado Romario, con el que tuvo sus manos y sus menos; Eto?o, al que lleg¨® a sujetar por la camiseta en un partido ante el Mallorca. La vehemencia se ha ido atemperando con el paso de los a?os y ahora est¨¢ m¨¢s sereno. Tambi¨¦n han quedado atr¨¢s los problemas de orden psicol¨®gico que sufri¨® a lo largo de los a?os ochenta, los que le hicieron abandonar al Betis en plena pretemporada en 1981, descolgarse del Atleti en el a?o 86, o apartarse durante seis d¨ªas del Bar?a en 1988, v¨ªctima del estr¨¦s. Pasa por periodos de silencio que, dicen, son debidos a la tensi¨®n de la competici¨®n. Lo que se mantiene, a?o tras a?o, es su timidez, esa que le lleva a rascarse cada vez que le hacen una pregunta con las c¨¢maras encendidas, la que le mantiene alejado de los focos, la que le empuja a retirarse a una segunda l¨ªnea en cuanto puede. "Es un gran t¨ªmido", subraya su manager, San Rom¨¢n. "Pero es un hombre muy fuerte: f¨ªsicamente y mentalmente".
Duerme poco y lee revistas, sobre todo cient¨ªficas. De lo ¨²nico que no habla es de pol¨ªtica. S¨®lo admite su admiraci¨®n por el Rey: "Somos de la misma quinta". En las tertulias, con la gente que conoce, es muy agradable. Le encanta el mundo de la far¨¢ndula y contar an¨¦cdotas. Es muy amigo de Los Morancos y de la gente del flamenco, g¨¦nero del que es todo un entendido. Camar¨®n es su ¨ªdolo.
Cuando no conoce a su interlocutor, se vuelve brusco e incluso mal educado. Le trae sin cuidado la imagen que d¨¦. Solo se ha puesto chaqueta y corbata con la selecci¨®n para la recepci¨®n en el palacio de La Zarzuela, el pasado martes. Cuando lleg¨® a La Moncloa ya se hab¨ªa aflojado el nudo de la corbata. "Los deportistas trabajamos en ropa de deporte, yo por eso voy en ch¨¢ndal", explica. Su imagen contrast¨® con la de Donadoni, el impecable seleccionador italiano, con su impecable traje gris hecho a medida, su camisa blanca. Y Luis, con el mono de trabajo, es decir, el ch¨¢ndal.
Su vida personal est¨¢ blindada. Est¨¢ casado con Pepa, de quien se declara profundamente enamorado, y tienen cinco hijos y 11 nietos. Pepa es una persona que tiene mucho peso en todas las decisiones que toma Luis, como la de irse ahora a Turqu¨ªa. De sus hijos no habla, pero s¨ª de sus nietos. "Me mandaban mensajes al m¨®vil. Y, me emocionaron m¨¢s de una vez". Todos estuvieron en la grada el d¨ªa de la final con Alemania.
-Despu¨¦s de haberlo ganado todo, ?c¨®mo tiene ganas todav¨ªa de emprender otra aventura en Turqu¨ªa?
-Es mi trabajo y tambi¨¦n mi vida. Mi vida es el f¨²tbol. Y mientras haya un equipo que me quiera, all¨ª estar¨¦. Llegar¨¢ el tiempo para el retiro, pero todav¨ªa no.
En el avi¨®n de regreso a Madrid con la Eurocopa, ?ngel Mar¨ªa Villar, presidente de la federaci¨®n, escuch¨® impasible durante dos horas los c¨¢nticos de los jugadores. Reclamaban la continuidad de Aragon¨¦s. No hubo respuesta. Luis se hart¨® una y otra vez de decir que se ir¨ªa, ganara o perdiera. A veces sus prontos le pierden y le juegan malas pasadas. Esta vez la federaci¨®n le tom¨® la palabra y, hace meses, se puso a buscar seleccionador. Vicente del Bosque dirigir¨¢ a partir de ahora la mejor selecci¨®n de Europa.
El jueves por la tarde, Luis despegaba hacia Estambul, rumbo a una nueva vida. No tendr¨¢ vacaciones. Es lo que le gusta. Le gusta trabajar. Y ganar.
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