El fuego pol¨ªtico de Betancourt
Los que la conocen ven a la ex reh¨¦n como candidata presidencial en 2010
L¨²cida; como si en los seis largos a?os que estuvo cautiva hubiera ensayado respuestas para todas las preguntas. As¨ª regres¨® el pasado mi¨¦rcoles a la libertad la ex candidata presidencial y ciudadana franco-colombiana Ingrid Betancourt. Fue uno de los 15 rehenes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) que volvieron a la vida tras un impecable operativo del Ej¨¦rcito colombiano.
"Soy una so?adora; eso no se me quit¨®", ha declarado Betancourt
"Ingrid vino con toda su agenda pol¨ªtica", dice un ex alcalde de Bogot¨¢
El ministro que dirigi¨® el rescate podr¨ªa ser su rival en las urnas
Ingrid, doctorada en Ciencias Pol¨ªticas en Par¨ªs, no se avergonzaba al decir que "la mano de la Virgen" estuvo all¨ª para lograr el "milagro" de su libertad. Igual que tant¨ªsimos rehenes, ella se aferr¨® a Dios como tabla salvadora. Pero junto a la Ingrid casi m¨ªstica, volvi¨® la rebelde; la que promet¨ªa a sus electores acabar con los privilegios que gozan unos pocos en este pa¨ªs; la misma que se llevaron las FARC el 23 de febrero de 2002 cuando trataba de adentrarse -en medio de voces que le advert¨ªan el alto riesgo- en la zona donde d¨ªas antes hab¨ªa terminado el ¨²ltimo intento de paz con esta guerrilla comunista.
Fue secuestrada junto a su amiga Clara Rojas, su mano derecha en la campa?a pol¨ªtica. Ten¨ªa 40 a?os y pocas opciones de ganar; contaba apenas con un 24% de apoyo; otro candidato a¨²n con menos seguidores, ?lvaro Uribe, triunf¨® con su compromiso de derrotar a la insurgencia.
Hoy, en las encuestas, s¨®lo ¨¦l la aventaja en popularidad. Uribe ha ascendido hasta un 91% en los ¨²ltimos sondeos; ella est¨¢ 20 puntos abajo. Su entereza para afrontar la brutalidad la convirtieron en el s¨ªmbolo del horror del secuestro. Quienes compartieron con ella esta pesadilla hablan de su dignidad ante los que a diario trataban de ultrajarla. Intent¨® fugarse cuatro veces; no le importaba el castigo: 24 horas con cadenas al cuello, meses enteros. En todos estos a?os dej¨® muchas huellas de su entereza.
Antes de conocer que iba a ser liberada, pensando como todos que iban rumbo a otro campamento, Ingrid subi¨® al helic¨®ptero con la cabeza agachada. As¨ª hab¨ªa aparecido tambi¨¦n en el ¨²ltimo v¨ªdeo de supervivencia, en octubre pasado: cabizbaja, muda, extremadamente delgada, con la piel pegada a los huesos. Con esta desgarradora imagen lleg¨® tambi¨¦n la carta, escrita a su madre, cargada de ternura, coraje y dignidad. Conmovi¨® al mundo entero: "Aqu¨ª la vida no es vida sino un desperdicio l¨²gubre de tiempo".
Ra¨²l Reyes, el n¨²mero dos de las FARC muerto en Ecuador el pasado marzo, hab¨ªa escrito sobre Ingrid en una misiva dirigida a la c¨²pula de la guerrilla: "Hasta donde conozco, esta se?ora es de temperamento volc¨¢nico, es grosera y provocadora con los guerrilleros encargados de cuidarla. Adem¨¢s, como sabe de imagen y semiolog¨ªa, las utiliza en impactar en contra de las FARC".
En Colombia flota en el aire la idea de que Ingrid se presentar¨¢ a las elecciones presidenciales de 2010. Poco importa que haya afirmado: "Hablar de presidencia, por ahora, suena algo muy lejano para m¨ª". Algunos creen que se convertir¨¢ en una rival de peso para un presidente que pareciera so?ar con un tercer mandato (aunque la Constituci¨®n s¨®lo permite dos); o para el ministro de Defensa, Juan Manuel Santos, de quien la ¨²nica inc¨®gnita por dilucidar es la del d¨ªa en que anunciar¨¢ su candidatura. Podr¨ªa darse el caso de que rescatador y rescatada compitan en las urnas. "Ingrid vino con toda la agenda pol¨ªtica. Va a jugar de primera, yo la conozco, y de segunda nunca juega", dijo Luis Eduardo Garz¨®n, ex alcalde de Bogot¨¢.
John Pinchao, suboficial de la polic¨ªa que logr¨® fugarse el a?o pasado de las c¨¢rceles de las FARC, cont¨® que Ingrid llenaba sus horas vac¨ªas elaborando en detalle su plan de gobierno. Redact¨® 190 puntos que quedaron olvidados en un cuaderno que le confisc¨® la guerrilla junto a un escapulario y a las fotos de sus hijos, M¨¦lanie y Lorenzo, de 21 y 19 a?os, nacidos en su primer matrimonio con el diplom¨¢tico franc¨¦s Fabrice Delloye.
Ingrid disfrut¨® de una infancia privilegiada. Creci¨® en Par¨ªs, junto a su hermana Astrid, como hija de Gabriel Betancourt, ex ministro de educaci¨®n y consultor de la UNESCO. Para ella resultaba rutinario ver pasar por su casa a toda la intelectualidad latinoamericana: Pablo Neruda, Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez, Miguel ?ngel Asturias, Fernando Botero. No todo, sin embargo, fue color de rosa. Le toc¨® soportar la separaci¨®n traum¨¢tica de sus padres. Y no fue por su madre, Yolanda Pulecio, ex congresista y ex embajadora, conocida por su labor a favor de la infancia, por quien empez¨® a cuestionarse su vida de ni?a burguesa. Fue por su padre, que le repet¨ªa: "Ingrid, le debes mucho a tu pa¨ªs, nunca olvides tu obligaci¨®n de devolverle todo lo que te ha dado".
En 1989 su vida dio un giro: se encontraba en la regi¨®n francesa de Loira, con su primer esposo y sus hijos; una corazonada no la dejaba dormir y llam¨® a su madre a Colombia. "Mataron a Gal¨¢n, mataron a Gal¨¢n", fue lo que escuch¨® de su madre, entre llantos. Lu¨ªs Carlos Gal¨¢n, un abogado del Partido Liberal era la persona con mayores opciones de conseguir la presidencia en las elecciones de 1990, muy por delante del resto de candidatos. Pero Gal¨¢n muri¨® acribillado en un mitin en agosto de 1989 por personas vinculadas al capo de la mafia Pablo Escobar. Ingrid record¨® entonces las palabras de su padre. Dej¨® la vida sin sobresaltos que disfrutaba en Par¨ªs y se march¨® a Colombia a luchar contra la corrupci¨®n, el clientelismo y el narcotr¨¢fico.
Lleg¨® al Congreso por primera vez en 1994, repartiendo preservativos en las calles de Bogot¨¢, invitando a "frenar el sida de la corrupci¨®n". Pronto empez¨® a ser vista como la "ni?a terrible" de la pol¨ªtica colombiana.
No le tembl¨® la voz a la hora de acusar a sus compa?eros de ser amigos de narcotraficantes. Atac¨®, duramente, al ex presidente Ernesto Samper (1994-1998), a quien acus¨® de financiar su campa?a con dinero de la mafia. En 1998 cre¨® su propio partido, Ox¨ªgeno Verde, se present¨® al Senado y fue la m¨¢s votada.
Detr¨¢s de sus campa?as creativas, estaba su segundo marido, Juan Carlos Lecomte, publicista. Se conocieron cuando ella acaba de llegar a Colombia. ?l le contagi¨® su pasi¨®n por las motocicletas; ella le ense?¨® a amar los caballos y la pol¨ªtica.
Hicieron un equipo para lograr que lo que ella dijera o hiciera tuviera impacto. Su estilo no gust¨® a todos; la criticaron por su ego, por su af¨¢n de figurar, por arrogante...
Poco despu¨¦s public¨® en Francia el libro La rage au coeur (La rabia en el coraz¨®n), su autobiograf¨ªa. En Francia, fue un ¨¦xito en ventas; la compararon con Juana de Arco. En Colombia, no cay¨® bien que no dejara t¨ªtere con cabeza, que apareciera como ¨²nica hero¨ªna en un mundo de corruptos. Las amenazas, que hab¨ªan empezado en 1996, la hab¨ªan obligado a separarse de sus hijos, que se fueron con su padre a Francia.
Ingrid, tras ser liberada, reconoci¨®: "En un secuestro uno deja muchas plumas". Pero no dej¨® la frase en el aire, sin m¨¢s explicaciones: "Como la soberbia, la terquedad; llegu¨¦ [al cautiverio] con una cantidad de necedades pero termina uno zaf¨¢ndose de eso, liber¨¢ndose". Regres¨®, eso s¨ª, con muchos retazos de su personalidad intactos: "Soy una so?adora; eso no se me quit¨®".
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