El informe del presidente
Saludable tradici¨®n la iniciada el pasado a?o y mantenida ¨¦ste, con la publicaci¨®n del Informe Econ¨®mico del Presidente del Gobierno. En primer lugar, porque constituye un ejercicio de transparencia: una base m¨¢s sobre la que articular el debate econ¨®mico en el pa¨ªs; no menos importante, puede ser un exponente del compromiso del presidente con la pol¨ªtica econ¨®mica. Esto ¨²ltimo es particularmente significativo en momentos como los actuales, en los que la econom¨ªa espa?ola inicia una muy complicada fase, de intensa contracci¨®n en su crecimiento econ¨®mico y del empleo, que no facilitar¨¢ precisamente la esperada transici¨®n a un patr¨®n de crecimiento m¨¢s intensivo en ventajas competitivas propias de las econom¨ªas avanzadas.
"Inspir¨® su creaci¨®n, pero la Oficina Econ¨®mica del Presidente espa?ol no es el CAE de Estados Unidos"
Poco importa que no sea una idea original. La referencia m¨¢s relevante al respecto es el correspondiente informe elaborado desde 1950 por el presidente del Consejo de Asesores Econ¨®micos (CAE) del presidente de Estados Unidos. Fue en 1946 cuando la Administraci¨®n de Truman decidi¨® incorporar esa instituci¨®n en el Gobierno, influido, tal como recuerda ese presidente en sus memorias, por esas dos motivaciones que inspiraron la legislaci¨®n sobre el empleo en el oto?o de 1945: el temor a la depresi¨®n y el convencimiento de que el Gobierno deb¨ªa jugar un papel activo en la dinamizaci¨®n de la econom¨ªa. El predicamento que ese consejo ha conseguido desde entonces no deriva s¨®lo de la muy respetable cualificaci¨®n t¨¦cnica de los miembros que lo han integrado, sino de la manifiesta objetividad que, en general, se refleja en sus diversos informes, incluido el anual (http://www.whitehouse.gov/cea/2008_erp.pdf ).
Aunque inspirara su creaci¨®n, la Oficina Econ¨®mica del Presidente (OEP) espa?ola no es el CAE de EE UU. Comparten, sin embargo, algunas funciones: asistir al presidente mediante la generaci¨®n de an¨¢lisis sobre la situaci¨®n econ¨®mica nacional e internacional a corto, medio y largo plazo, y evaluar las propuestas de pol¨ªtica econ¨®mica, as¨ª como su posterior desarrollo. La experiencia de EE UU nos dice que la eficacia en la satisfacci¨®n de esas funciones depende estrechamente del respeto a la instituci¨®n, dentro y fuera de las instancias gubernamentales, y ¨¦ste de la concreci¨®n, calidad y objetividad de sus trabajos.
El hecho de que el presidente del Gobierno espa?ol anunciara en la presentaci¨®n del ¨²ltimo informe un amplio conjunto de medidas de pol¨ªtica econ¨®mica, no incorporadas en el informe, ha podido desplazar la atenci¨®n de su contenido. De sus cinco cap¨ªtulos, ¨²nicamente el pr¨®logo y parte del primero, centrados en la evoluci¨®n reciente y en la definici¨®n de perspectivas, han quedado superados por una realidad y unas expectativas que d¨ªa tras d¨ªa se revelan mucho m¨¢s adversas que lo que esa parte del informe describe. Los asuntos abordados en el resto del primer cap¨ªtulo (la visi¨®n estructural del crecimiento y de la inflaci¨®n espa?ola y las consideraciones sobre el potencial de crecimiento) y los otros cuatro son oportunos y est¨¢n tratados con rigor. Son del todo consistentes con ese objetivo no por largamente reclamado menos vigente de propiciar el cambio en el patr¨®n de crecimiento de la econom¨ªa espa?ola, hacia uno m¨¢s equilibrado en su composici¨®n, m¨¢s sostenible en el tiempo y basado en la econom¨ªa del conocimiento.
Un prop¨®sito urgente, ya que como el propio informe admite, se han agotado los elementos fundamentales que han impulsado el excepcional crecimiento de los ¨²ltimos a?os. Lo han hecho los est¨ªmulos de diversa naturaleza derivados de la integraci¨®n europea y lo est¨¢n haciendo la utilizaci¨®n masiva y barata de capital y de trabajo de los ¨²ltimos a?os. En consecuencia, la ¨²nica forma de seguir aumentando la renta per c¨¢pita es hacerlo con la productividad del trabajo, la principal responsable de esa todav¨ªa significativa divergencia real con las econom¨ªas de la eurozona. Ello requiere, en primer lugar, una mayor intensidad de capital, no s¨®lo f¨ªsico, donde los avances han sido importantes; en segundo, un mejor comportamiento en la productividad total de los factores, ese residuo en el que se agrupan elementos no poco importantes, desde la calidad de las instituciones, o la adecuaci¨®n del sistema financiero, hasta la propensi¨®n innovadora y emprendedora.
En esa direcci¨®n de aumento del capital por trabajador o por hora de trabajo, la inversi¨®n en capital humano y tecnol¨®gico es crucial. Dos aspectos esenciales al respecto son el sistema de formaci¨®n profesional (FP) y la inversi¨®n empresarial en Investigaci¨®n y Desarrollo (I+D). Las insuficiencias en ambos, cuando se contrasta con el resto de la UE y de la OCDE, son destacadas: en Espa?a s¨®lo un 28% de los j¨®venes son graduados en FP, frente al 45% de la UE; los menores salarios frente a otros tipos de formaci¨®n equivalente son una de las causas de esa diferencia. Junto a ello, las disparidades regionales que se observan en Espa?a son atribuibles en gran medida, seg¨²n el informe, a las diferencias en la oferta educativa y en tasa de desempleo. Las reformas propuestas est¨¢n en la direcci¨®n correcta: tratar de involucrar mucho m¨¢s a las empresas en la definici¨®n del modelo de FP y en el propio proceso educativo, con el fin de garantizar la necesaria adecuaci¨®n a las exigencias de los tejidos productivos. Y en esto, la ampliaci¨®n del tiempo de formaci¨®n en la empresa es esencial.
Pertinentes son tambi¨¦n las consideraciones en torno a la manifiesta asimetr¨ªa entre esfuerzo p¨²blico y privado en la asignaci¨®n de recursos a I+D+i. La inversi¨®n p¨²blica espa?ola en ese concepto es hoy de las m¨¢s elevadas de la UE, as¨ª como la cuant¨ªa de las ayudas en concepto de subvenciones y deducciones fiscales; resultan insuficientes, en todo caso, para que el gasto total en Espa?a, del 1,20% en 2006, alcance la media comunitaria, a pesar del crecimiento d¨¦bil del europeo en los ¨²ltimos a?os. La estructura tecnol¨®gica de nuestro tejido productivo ayuda a entender ese reducido esfuerzo inversor privado (la I+D ejecutada por las empresas fue del 0,67% del PIB, frente al 1,10% en la UE27 en 2006), pero en ¨²ltima instancia la raz¨®n m¨¢s importante que ayuda a explicar esa diferencia no hay que localizarla en los servicios, sino en la baja intensidad inversora de las grandes empresas industriales de tecnolog¨ªa alta y medio-alta.
Complementarias con esas necesidades de mayor esfuerzo tecnol¨®gico son las exigencias de sostenibilidad ambiental y la lucha contra el cambio clim¨¢tico, abordados en otro de los cap¨ªtulos. La pretensi¨®n de compatibilidad tambi¨¦n emerge en el cap¨ªtulo final, que analiza el papel que han de jugar las pol¨ªticas sociales y asistenciales en ese cambio de modelo econ¨®mico que preside el conjunto del informe. Se nos recuerda que el gasto social por habitante se encuentra en Espa?a un 34% por debajo del promedio de los 18 pa¨ªses europeos m¨¢s pr¨®speros, un conjunto en el que es suficientemente expl¨ªcita la positiva correlaci¨®n que existe entre el gasto social per c¨¢pita y el nivel de renta.
Modernizaci¨®n, bases m¨¢s competitivas en las que asentar el crecimiento de la renta per c¨¢pita, y mejor distribuci¨®n siguen siendo las principales asignaturas pendientes de la econom¨ªa espa?ola. Los diagn¨®sticos de las ¨¢reas de que se ocupa el informe fundamentan las pol¨ªticas sugeridas que, en todo caso, deber¨ªan ser objeto de amplia discusi¨®n, dentro y fuera del Parlamento, y de evaluaci¨®n de su aplicaci¨®n en las ediciones futuras del informe. Claro que hay ¨¢mbitos relevantes no abordados, que hay que confiar lo sean en pr¨®ximas ediciones, pero los incluidos en ¨¦sta merecen una atenta lectura y su empleo como referencias b¨¢sicas de las decisiones que ha de impulsar el propio presidente del Gobierno. Estas mejoras de la capacidad competitiva de la econom¨ªa no son precisamente incompatibles con las mucho m¨¢s urgentes tendentes a minimizar el impacto de esas dos crisis internacionales, la de cr¨¦dito y la de materias primas, que constituyen la m¨¢s seria amenaza de las ¨²ltimas d¨¦cadas al bienestar de los espa?oles. -
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