Barriles de sangre
El petr¨®leo es uno de los elementos centrales de nuestra forma de vida. Gracias a ¨¦l, disfrutamos de unos niveles de bienestar in¨¦ditos en la historia de la humanidad. Teniendo en cuenta el rendimiento que obtenemos de cada barril de crudo, y dado el enorme poder adquisitivo de nuestras sociedades, a¨²n a los precios actuales, el litro de gasolina sigue siendo un buen negocio para Occidente.
Pero el petr¨®leo, que para nosotros es una bendici¨®n por la que estamos dispuestos a pagar casi cualquier precio, es a menudo para sus productores una maldici¨®n. Los economistas tienen identificados desde hace tiempo el sinn¨²mero de perjuicios que van asociados al descubrimiento de petr¨®leo en un pa¨ªs: apreciaci¨®n de la moneda, p¨¦rdida de competitividad exportadora, alta inflaci¨®n y despilfarro de recursos p¨²blicos en proyectos tan grandes como in¨²tiles. Como consecuencia de este conjunto de factores (conocidos como "enfermedad holandesa"), la mitad de los pa¨ªses productores de petr¨®leo miembros de la OPEP son hoy m¨¢s pobres que hace 30 a?os. Ejemplos como Canad¨¢ o Noruega, donde el petr¨®leo se ha gestionado de manera eficaz, son la excepci¨®n a una desgraciada norma.
La mitad de los pa¨ªses de la OPEP son m¨¢s pobres que hace 30 a?os
Para los pa¨ªses pobres o en v¨ªas de desarrollo, el oro negro puede suponer un drama a¨²n mayor. Un reciente art¨ªculo de Michael L. Ross en la revista Foreign Affairs arroja un balance estremecedor: el petr¨®leo tiende a reforzar las dictaduras; debilitar las democracias; incentivar la corrupci¨®n; alentar el separatismo y fomentar las guerras civiles. Casos como el de Guinea Ecuatorial ofrecen un buen ejemplo de hasta qu¨¦ punto una tiran¨ªa pobre puede convertirse s¨²bitamente en una cleptocracia inmune a la presi¨®n internacional.
Significativamente, hoy en d¨ªa, un tercio de los conflictos b¨¦licos del mundo tienen lugar en pa¨ªses productores de crudo. En ese sentido, el petr¨®leo no se diferencia mucho de lo que significaron los diamantes en los a?os ochenta, cuando los seis grandes productores de ?frica se vieron asolados por unos conflictos de inusitada crueldad. Por ello, el consumidor europeo, adem¨¢s de quejarse al llenar su dep¨®sito de combustible, har¨¢ bien en pensar en lo que se esconde detr¨¢s de cada preciado litro de gasolina.
?Qu¨¦ hacer para lograr que esa fortuna que dejamos en el surtidor al menos redunde en beneficio de la democracia, los derechos humanos y el bienestar de la poblaci¨®n de los pa¨ªses productores? Ante todo, debemos exigir transparencia tanto a los Gobiernos productores como a las multinacionales del petr¨®leo. Gracias a la presi¨®n de la opini¨®n p¨²blica y de ONG como Global Witness, los productores de diamantes firmaron ya hace algunos a?os los llamados Acuerdos de Kimberley, por los que se compromet¨ªan a eliminar del mercado los llamados diamantes de sangre con los que financiaban guerras civiles como las de Sierra Leona o Liberia.
El ¨¦xito de esta experiencia ha servido para poner en marcha una iniciativa con un objetivo similar: la EITI (Iniciativa para la Transparencia en las Industrias Extractivas, en sus siglas en ingl¨¦s), que busca comprometer a Gobiernos y empresas, tanto en pa¨ªses productores como consumidores, para que hagan p¨²blicos los ingresos derivados del petr¨®leo y acuerden un c¨®digo de conducta que sirva para poner fin a la corrupci¨®n. Como se puso de manifiesto en la reuni¨®n de los promotores de la EITI, celebrada recientemente en Madrid, la transparencia y la rendici¨®n de cuentas en lo relativo a la gesti¨®n de los recursos naturales ofrecen un campo de acci¨®n donde Espa?a puede desempe?ar un papel importante. Parte de la tarea, que debe llevarse a cabo en Europa, ser¨¢ la de convencer a China y Rusia para que se adhieran a la iniciativa ya que, sin ellas, la EITI no podr¨¢ prosperar. Internamente, como se se?ala en un documento de trabajo de Fundaci¨®n FRIDE, ser¨ªa crucial que el Gobierno espa?ol profundizara a¨²n m¨¢s en su compromiso con esta iniciativa (lo que incluir¨ªa una reforma de la Ley del Mercado de Valores) e hiciera de ¨¦sta un pilar central de su nueva pol¨ªtica africana.
Pero la transparencia es s¨®lo un primer paso: economistas como Paul Collier han propuesto a Naciones Unidas que impulse la firma de una Carta de los recursos naturales que establezca la obligaci¨®n de los Gobiernos de los pa¨ªses productores a repartir de forma equitativa e invertir responsablemente los beneficios de dichos recursos.
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