La dif¨ªcil hora de Converg¨¨ncia
El m¨¢s dif¨ªcil de todos los congresos que se llevan a cabo en este ciclo poselectoral es, aunque parezca muy pl¨¢cido, el convocado por Converg¨¨ncia para este fin de semana. El partido de Artur Mas afronta el reto de llevar al gobierno a una fuerza de centro derecha en un pa¨ªs que est¨¢ claramente inclinado al centro izquierda. Al PP le sucede casi lo mismo a escala espa?ola. Pero hay una diferencia muy importante. El PP puede aspirar a tener aliados, la propia CiU entre ellos, para lograr su objetivo. En cambio, el problema de Artur Mas es que ha perdido los posibles aliados en Catalu?a, y el ¨²nico que se le ofrece, el PP, ni le gusta ni le basta.
Mariano Rajoy puso de su parte lo que pudo en el congreso del PP para evitar que le ocurra en el futuro lo que a Artur Mas ya le ha sucedido dos veces en el pasado: que siendo el candidato de la fuerza m¨¢s votada, no tenga aliados para obtener en el Parlamento la investidura como presidente del Gobierno. Decidi¨® abrir el abanico para eventuales pactos en la ¨²nica direcci¨®n posible, hacia los otros partidos del centro derecha presentes en las Cortes, CiU, el Partido Nacionalista Vasco (PNV) y Coalici¨®n Canaria (CC).
Es una opci¨®n de un realismo absolutamente necesario, aunque el gesto haya sido considerado insuficiente por CiU y el PNV, no sin razones. Sucede que lo que el PP abre por una parte, lo cierra por otra al enfatizar la concepci¨®n uninacional de Espa?a y la consiguiente deriva centralista. Y esto le aleja de estas dos fuerzas tanto como le acercan sus afinidades socioecon¨®micas.
Est¨¢ sin embargo en la l¨®gica de la din¨¢mica electoral espa?ola que Rajoy quiera volver a la situaci¨®n de 1996, cuando Aznar, Pujol y Arzalluz pusieron cada uno de su parte todo lo que hizo falta para dar viabilidad a una mayor¨ªa y un gobierno de centro derecha en las Cortes. El argumento, poderoso argumento, fue la gobernabilidad de Espa?a, ?recuerdan?
Pero el pasado no se repite y, previsiblemente, 2012 no ser¨¢ como 1996. Para que se parecieran har¨ªa falta, por lo menos, que Rajoy pudiera ofrecer tambi¨¦n a CiU la contrapartida de apoyar en el Parlamento catal¨¢n a un Gobierno de Artur Mas como Aznar hizo hasta 2003 con los ¨²ltimos de Jordi Pujol. Mientras se apuntan estas orientaciones en el campo del centro derecha, el congreso de Esquerra Republicana (ERC) ha ratificado el anclaje del partido en el ¨¢mbito de la izquierda y la consiguiente prioridad a la hora de las alianzas. La relativamente buena noticia que representa para CiU ser una de las novias pretendidas por el PP, no tuvo su correspondiente en el congreso de Esquerra. Artur Mas pod¨ªa haber resultado el gran beneficiario del congreso de ERC, pero no lo ha sido. El ruido precongresual en el partido independentista magnific¨® una incertidumbre respecto a la pol¨ªtica de alianzas que a la hora de la verdad result¨® exagerada. La perspectiva poscongresual es que, salvo imprevistos, el tripartito de la izquierda agote la legislatura.
Ante esta situaci¨®n ?qu¨¦ puede aportar el congreso de Converg¨¨ncia? CiU se halla ante una angustiosa necesidad de ganar aliados. Se le ha ofrecido ya el PP, que es la opci¨®n menos deseada, y mantiene contraindicaciones muy serias. Pero Esquerra la rechaza una y otra vez, a pesar de la presi¨®n de los sectores de opini¨®n agitados por CiU que claman por una mayor¨ªa nacionalista en el Parlamento catal¨¢n. Y, claro est¨¢, el Partit dels Socialistes (PSC) tampoco quiere ayudar a que finalice la traves¨ªa del desierto de los herederos de Jordi Pujol.
Artur Mas ha hecho desde 2003 dos cosas para recuperar el poder. Primero intent¨® poner fin al tripartito de la izquierda utilizando la poderosa palanca que le proporcion¨® su privilegiada posici¨®n de fuerza imprescindible para aprobar el nuevo Estatuto de autonom¨ªa. Crey¨® que el agente para la operaci¨®n pod¨ªa ser el l¨ªder del PSOE, Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, desde su influyente condici¨®n de presidente del Gobierno, pero result¨® que no. La segunda operaci¨®n ha sido un acercamiento a las posiciones de Esquerra mediante la transformaci¨®n del nacionalismo indefinido y pragm¨¢tico de Jordi Pujol en soberanismo. Pero el canto de sirena no ha sido suficientemente atractivo para el congreso de Esquerra, como se acaba de ver.
Entonces ?qu¨¦ hacer? ?Reforzar el perfil de fuerza de orden, contrapuesta a una izquierda que dista mucho de ser revolucionaria? ?Acentuar a¨²n m¨¢s el discurso soberanista, apunt¨¢ndose a la causa del derecho a decidir, al modo de Ibarretxe o en versi¨®n Carod-2014? ?Pegarse al PSOE, para ver si Rodr¨ªguez Zapatero tiene m¨¢s suerte en un segundo intento de colocar a Mas al frente de un gobierno con el PSC? Lo dicho, un congreso muy dif¨ªcil.
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