Hubo toros para cortar orejas
Sin ser un dechado de bravura, a los toros de ayer ten¨ªan que haberles cortado gran profusi¨®n de orejas. Los dos primeros diestros, Antonio Ferrera y el franc¨¦s Juan Bautista, dejaron dos visiones completamente opuestas, aunque coincidentes en alg¨²n punto. El galo despleg¨® una falta de calidad y seguridad en cada uno de sus toros. Exhibi¨® muletazos opacos, insulsos, planos como palos contra un caldero de cobre. Evidenci¨® una falta de confianza en s¨ª mismo. Dudaba en el idioma de Baudelaire. Desaprovech¨® los toros, en especial su segundo, quinto de la tarde.
Antonio Ferrera se apunt¨® al baile de las banderillas. En los dos toros salt¨® con los palos en las manos. Se tom¨® para s¨ª el personaje de El Gato con botas. Salto por aqu¨ª. Brinco por all¨¢. Vuelo de pies, para acabar hecho un saltamontes rubio. Para mayor b¨²squeda del aplauso f¨¢cil, en su segundo -cuarto de la tarde- se fue a brindar al p¨²blico de las pe?as y lo hizo buscando el ¨²ltimo resquicio de sol que quedaba en la plaza. Trataba de buscar el breve rayo que se le escap¨® a la sombra. Sin embargo, a la hora de manejar la muleta como debiera hacerlo, cabalmente, aquello se convirti¨® en una antolog¨ªa de vulgaridades. Pases movidos, sin temple. ?nicamente se ve¨ªa a una persona voluntariosa; sin m¨¢s. Pon¨ªa monedas y monedas -pases y pases- y el tel¨¦fono del ¨¦xito no sonaba. Desaprovech¨® un triunfo. En su lugar, nos ofreci¨® el consabido y malhadado frufr¨² muletero de siempre.
El Ventorrillo / Ferrera, Juan Bautista, Cort¨¦s
Toros de El Ventorrillo: bien presentados, manejables, sobresaliendo el 6?.
Antonio Ferrera: bajonazo <>(ovaci¨®n); estocada corta y dos descabellos (petici¨®n y vuelta).
Juan Bautista: estocada ca¨ªda (silencio); pinchazo y estocada (silencio).
Salvador Cort¨¦s: pinchazo, estocada y dos descabellos (ovaci¨®n); estocada (oreja).
Plaza de Toros de Pamplona, 10 de julio. 6? de abono. Lleno
A Salvador Cort¨¦s le tocaron en suerte los dos mejores toros de la corrida. En especial el sexto. Le premiaron con una oreja. No obstante, debi¨® esforzarse m¨¢s para llegar a meter en el zurr¨®n las orejas de ese toro. La virtud esencial de su actuaci¨®n residi¨® en el saber buscar la distancia que ped¨ªa cada toro. Les dio mucha distancia. Cit¨® con la mano derecha en cuatro ocasiones en su primer toro y ah¨ª residi¨® lo m¨¢s enjundioso de la tarde. En el ¨²ltimo, volvi¨® a citar con la mano derecha de lejos y de nuevo consigui¨® que el toro fuera embebi¨¦ndose en los rizos de la muleta para llegar a completar unos pases ligados, templados y largos. Ah¨ª estuvo una de las pocas ocasiones en las que el torero se sinti¨® poderoso. Quiz¨¢ le falt¨® llegar a tomar conciencia de que es mejor ser cristal y romperse que continuar entero como una teja en el tejado.
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