El Manifiesto
Con el respaldo inicial de un grupo de destacados intelectuales y el posterior de cientos de miles de firmas, Fernando Savater ha hecho p¨²blico un manifiesto sobre la parad¨®jica situaci¨®n en que se encuentra el espa?ol (o el castellano) ante la presi¨®n desarrollada desde hace una d¨¦cada sobre su presencia institucional en las "nacionalidades hist¨®ricas". Am¨¦n de su vocaci¨®n de incidir sobre el legislador, el escrito, como todos los del fil¨®sofo, presenta argumentos y conclusiones con voluntad de rigor, y por consiguiente debiera servir para poner en marcha un debate ilustrado sobre un problema que est¨¢ ah¨ª. Pero a la vista de lo sucedido, existen pocas posibilidades de que ello tenga lugar. De un lado, un nutrido grupo de entusiastas, individuos, medios y organizaciones, ha optado por servirse del manifiesto a modo de ariete para la en¨¦sima descalificaci¨®n del Gobierno, ofreciendo as¨ª un estupendo pretexto para que en respuesta el alegato sea satanizado en cuanto instrumento de la derecha. As¨ª, en estas mismas p¨¢ginas, un columnista ha aludido a su papel de "versi¨®n castiza de los Protocolos de Si¨®n". En c¨ªrculos culturales pr¨®ximos al Gobierno, la consigna fue no entrar en el fondo, alabar de pasada las pol¨ªticas ling¨¹¨ªsticas seg¨²n el patr¨®n catal¨¢n y, como conclusi¨®n, denunciar sin m¨¢s "la endeblez" o "los errores" del manifiesto. Zapatero y la vicepresidenta pusieron la guinda, con su habitual receptividad ante las cr¨ªticas: el manifiesto de defensa de la lengua es la Constituci¨®n y plantear ahora el problema del espa?ol equivale -en sentido reaccionario, claro- a la pasada exaltaci¨®n popular de la bandera.
La pol¨ªtica ling¨¹¨ªstica se ha convertido en instrumento de la pol¨ªtica sin m¨¢s de signo nacionalista
Acierta el presidente al mencionar la Constituci¨®n, porque en una manipulaci¨®n torticera de las referencias en la ley fundamental a "la lengua oficial del Estado" y a las otras lenguas se encuentra la ra¨ªz del proceso mediante el cual la primac¨ªa legal de la primera ha sido subvertida desde los nacionalismos, colocando por delante "la lengua propia". La pol¨ªtica ling¨¹¨ªstica se ha convertido, con creciente intensidad, en instrumento de la pol¨ªtica sin m¨¢s de signo nacionalista. Y para comprobarlo, dej¨¦monos de falacias sobre las virtudes de un biling¨¹ismo asim¨¦trico en el cual ni sus propagandistas creen. En ning¨²n pa¨ªs europeo la promoci¨®n de una lengua regional o nacional minoritaria tiene lugar partiendo de la "inmersi¨®n" en zonas donde la ¨²nica lengua hablada hasta entonces era la nacional de Estado. En ning¨²n pa¨ªs europeo son promulgadas normas que, hasta ahora en Catalu?a, pronto en Euskadi, llevan a multar con reiteraci¨®n y eficacia a quien prefiera rotular su negocio en la lengua "oficial", si no incluye la "propia". En ning¨²n pa¨ªs europeo, si yo soy ciudadano residente en Madrid, y como tal trato con una Administraci¨®n (ejemplo Baleares) que tiene en vigor el biling¨¹ismo, recibo las comunicaciones exclusivamente en catal¨¢n. Si lo entiendo, que es el caso, bien; si no, busquemos el traductor. Absurdo.
Todo esto no responde a la voluntad de consolidar sociedades biling¨¹es, sino a relegar el castellano a una posici¨®n subalterna, paso previo para proceder en los discursos independentistas a su exclusi¨®n de la esfera oficial, como debieran saber el Gobierno y sus intelectuales si hacen el esfuerzo de leer la prensa, y reflexionar luego sin someterse a las consignas tan miopes como autoritarias de ZP. ?Es ello deseable, salvo para garantizar al PSOE una franja de votos nacionalistas? Dudoso. Como en el caso de las selecciones deportivas, se trata de utilizar aspectos culturales y simb¨®licos para generar, unos conscientemente, otros, los socialistas, por seguidismo, una quiebra en los equilibrios trabajosamente conseguidos durante la Transici¨®n. La normalizaci¨®n ling¨¹¨ªstica en Catalu?a es hoy un hecho, y basta para constatarlo recorrer el pa¨ªs y leer las estad¨ªsticas. En Euskadi, el obst¨¢culo es end¨®geno, el imposible euskera, y en Galicia, la recuperaci¨®n del gallego avanza. El espa?ol gozar¨¢ de buena salud en el mundo, pero no en las universidades catalanas. ?Por qu¨¦ renunciar a la v¨ªa de la promoci¨®n en vez de potenciar de forma larvada la lucha de idiomas, que no otra cosa muestra la resistencia numantina a la tercera hora del castellano? Claro que no se ha conseguido que los catalanes prefieran leer Avui a La Vanguardia: aqu¨ª y en otros sectores, cuesti¨®n de calidad y de libertad de elecci¨®n a respetar.
?Por qu¨¦ no pensar en una Espa?a plural donde se hable y escriba en catal¨¢n, gallego y euskera, al mismo tiempo que en castellano, en papel de denominador com¨²n, sin hacer del idioma a costa de los ciudadanos el as en la manga al servicio de los independentismos o de oportunistas en busca de votos? En el marco de la Constituci¨®n, el tema merece un tratamiento t¨¦cnico, no pol¨ªtico, ni de pol¨ªticos disfrazados de ling¨¹istas.
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