La especulaci¨®n en la crisis alimentaria
A los biocombustibles se los acusa de ser los culpables de la crisis alimentaria mundial. Es injusto y malintencionado: su influencia es peque?a. Por el contrario, pesa, y mucho, la especulaci¨®n financiera
La crisis alimentaria mundial refleja el fin de la ilusi¨®n de abundancia en la que hemos vivido desde hace 20 a?os. Los factores que la han originado son m¨²ltiples y complejos: un desequilibrio estructural creciente entre oferta y demanda producido por pol¨ªticas equivocadas y por la demanda de los pa¨ªses emergentes, agravado por malas condiciones clim¨¢ticas y por el precio del petr¨®leo, que tiene un gran impacto en los costes agr¨ªcolas desde los fertilizantes al transporte, y amplificado por la especulaci¨®n ante la escasez creada por las restricciones a la exportaci¨®n y la debilidad de los stocks.
Otro de los factores causantes de la crisis, se?alado con frases lapidarias, se atribuye al papel de los biocombustibles. Aunque habr¨ªa que distinguir entre bioetanol y biodi¨¦sel, su impacto ha sido, en mi opini¨®n, menor del que se les adjudica mientras que el de la especulaci¨®n ha sido mayor del que se quiere reconocer.
El arroz, el cereal que m¨¢s ha subido de precio, no se utiliza en la producci¨®n de bioetanol
El az¨²car ha bajado a pesar de que la ca?a que lo produce es la materia prima del etanol brasile?o
En efecto, un 77% de aumento del ¨ªndice de precios FAO en el 2007, no puede explicarse por los 20 millones de toneladas adicionales de cereales dedicados al bioetanol sobre una producci¨®n mundial de 2.100 millones. Debe haber otras causas m¨¢s importantes, como las malas cosechas.
Por ejemplo, en Europa dedicamos a la producci¨®n de bioetanol 2 millones de toneladas, menos del 2% del total de la cosecha, pero ¨¦sta disminuy¨® 33 millones en el 2005, 11 en el 2006 y no se recuper¨® en el 2007.
Por ello la Comisi¨®n Europea insiste en mantener el objetivo del 10% de participaci¨®n de los biocombustibles, basado en criterios estrictos de sostenibilidad y teniendo en cuenta los de segunda generaci¨®n que no interfieren en la producci¨®n alimentaria. Y el Parlamento Europeo ha rechazado todas las enmiendas destinadas a suprimir o reducir este objetivo.
El cereal que m¨¢s ha subido de precio es el arroz, que no se utiliza en la producci¨®n de bioetanol. El trigo se utiliza muy poco pero tambi¨¦n ha subido mucho. Y, por el contrario, el az¨²car ha bajado a pesar de que la ca?a que lo produce es la materia prima del etanol brasile?o en plena expansi¨®n. Pero, como explic¨® el presidente Lula en Roma, la ca?a de az¨²car de Brasil ocupa el 2% de las tierras agr¨ªcolas y s¨®lo la mitad se dedica al etanol. Los datos de la producci¨®n de cereales desmienten que la expansi¨®n del etanol se haya hecho en detrimento de la producci¨®n de alimentos.
Es cierto que un 25/30% de la cosecha de ma¨ªz americano se dedica a la producci¨®n de bioetanol y ello ha influido, de forma dif¨ªcil de cuantificar, en el aumento de su precio. Pero, aun as¨ª, el ma¨ªz es el cereal que menos ha subido en t¨¦rminos relativos.
El 99% de la producci¨®n es ma¨ªz amarillo, que no se usa para la alimentaci¨®n humana. Y las exportaciones americanas de ma¨ªz no han disminuido porque la producci¨®n tambi¨¦n ha aumentado. Si no se hubiese dedicado al bioetanol lo m¨¢s probable es que no se hubiese producido y la oferta alimentaria no habr¨ªa sido mayor.
No se puede estar en misa y repicando. Si se suprimen los subsidios a la exportaci¨®n agr¨ªcola, parte de la producci¨®n buscar¨¢ otra finalidad. Lo mismo ocurre en Europa: no se puede acusar a las exportaciones europeas de destruir las agriculturas de otros pa¨ªses y tambi¨¦n de causar el hambre cuando ya no se exportan y se dedican a producir energ¨ªa.
Por ello los biocombustibles no deber¨ªan ser el chivo expiatorio de los problemas alimentarios mundiales. Con las debidas precauciones pueden contribuir decisivamente a la descarbonificaci¨®n del transporte y a generar recursos para los pa¨ªses en desarrollo, mientras se impulsan los de segunda generaci¨®n.
En cambio, parece claro que la especulaci¨®n en los mercados financieros de futuros ha actuado como acelerador de los precios. Un aumento de 400 a 1.000 d¨®lares la tonelada de arroz en cinco semanas, no se puede atribuir a ninguna variable f¨ªsica y mucho menos a la producci¨®n de biocarburantes, que no lo consumen.
En plena escalada de precios, el capital de los fondos de inversi¨®n en productos agr¨ªcolas europeos se multiplic¨® por 5 y por 7 en los americanos. Lo mismo ocurri¨® con el n¨²mero de contratos de futuros. El desplazamiento de las inversiones especulativas quedaba bien reflejado en los imp¨²dicos anuncios de algunos bancos europeos invitando a sus clientes a invertir para "sacar provecho de los efectos del cambio clim¨¢tico y del encarecimiento de los alimentos". Ante la protesta del Parlamento Europeo esos anuncios fueron r¨¢pidamente retirados.
En el caso de las tortillas mexicanas, producidas con ma¨ªz blanco, el propio gobernador del Banco Central reconoc¨ªa que su carest¨ªa no se pod¨ªa imputar a la producci¨®n de bioetanol americano a partir de ma¨ªz amarillo, sino al acaparamiento especulativo de los tres grupos agroindustriales que se reparten el mercado.
La crisis mexicana tiene mucho que ver con la disminuci¨®n de su capacidad agr¨ªcola. Desde 1994 M¨¦xico ha triplicado su importaci¨®n de cereales mientras 2 millones de hect¨¢reas han ido al barbecho y 2 millones de empleos agrarios perdidos emigran a EE UU. Lo mismo ha ocurrido en muchos pa¨ªses en desarrollo. Se impuls¨® la agricultura de exportaci¨®n aprovechando los bajos costes laborales en detrimento de la producci¨®n de alimentos para la poblaci¨®n, destruyendo el equilibrio territorial y provocando la dependencia alimentaria, confiando en que los precios a la importaci¨®n ser¨ªan siempre bajos.
Hoy el 75% de los 3.000 millones de pobres son rurales y malviven de la agricultura. Pero ¨¦sta s¨®lo recibe el 4% de la ayuda al desarrollo. Como se dice y repite, esta crisis es una oportunidad para impulsar el desarrollo agr¨ªcola, especialmente en ?frica. Para aprovecharla hay que aumentar su productividad aportando insumos en vez de una ayuda alimentar¨ªa que no resuelve el problema de fondo y cuya disponibilidad depende de la cuant¨ªa de nuestros excedentes.
Pero no repitamos los errores del pasado. No bastar¨¢ dotar de semillas y abonos a los peque?os agricultores africanos si siguen enfrentados a importaciones con las que no pueden competir. Y la producci¨®n no aumentar¨¢, m¨¢s bien disminuir¨¢, sin un enorme esfuerzo para adaptarse a las consecuencias, ya inevitables, del cambio clim¨¢tico en ?frica. Ni servir¨¢ de nada aumentarla sin infraestructuras que permitan trasladarla a los mercados. A ello se refiri¨® claramente el presidente Zapatero en Roma.
La situaci¨®n es grave y no tiene soluci¨®n ¨²nica ni r¨¢pida. Casi todos los protagonistas de la reuni¨®n de Madrid, encuentro organizado por el Partido Socialista despu¨¦s de la Conferencia de la FAO en Roma, hab¨ªan alertado a la Comisi¨®n de Desarrollo del Parlamento Europeo de la nueva cara del hambre provocada por el incremento de los precios agr¨ªcolas. Y el Programa Alimentario Mundial nos acaba de pedir 100 millones de d¨®lares adicionales para alimentar a la poblaci¨®n palestina en Gaza y Cisjordania.
Los biocarburantes pueden contribuir a este nuevo desarrollo agr¨ªcola aumentando la inversi¨®n y generando precios rentables sin los cuales no hay desarrollo agr¨ªcola posible.
Forman parte de una respuesta a la crisis alimentaria que debe ser tan multidimensional y compleja como sus causas. Y sin olvidar que necesitamos alimentar a un 50% m¨¢s de seres humanos y, a la vez, reducir un 50% las emisiones de CO2 de aqu¨ª al 2050.
Jos¨¦ Borrell Fontelles es presidente de la Comisi¨®n de Desarrollo del Parlamento Europeo.
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