El pelma ante los plastas
El peligro de escribir un art¨ªculo cuyo tema ya le aburre a uno es que probablemente aburrir¨¢ a los lectores tambi¨¦n, as¨ª que les ruego que me disculpen, de antemano. Pero la insistencia es tal, y la cerrilidad, y el no estar dispuesto a entender, que se hace obligado salir al paso una y otra vez. Lo peor de los feministas profesionales -y digo "los" a conciencia, porque cada vez hay m¨¢s varones cobistas, que razonan con a¨²n mayor simpleza que las polic¨ªas de la feminidad- es que nunca responden a los argumentos que se les oponen. Tienen decidido que la lengua es machista y sexista -cuando s¨®lo puede serlo el uso que se haga de ella-, que la mujer resulta "invisible" en el habla -ser¨ªa m¨¢s bien "inaudible"-, y las quieren cambiar por decreto, ya est¨¢. Exigen que se diga esto y lo otro, que se suprima del Diccionario aquello, y que sus ocurrencias adquieran rango de norma general. A menudo son de una ignorancia tan descomunal que, cuando se les se?ala, hacen como si no se hubieran enterado y a las pocas semanas vuelven a la carga con un nuevo engendro o arbitrariedad. O bien se enfurecen, e insultan a quienes hemos tratado de hacerles ver lo absurdo de sus propuestas. Eso los encorajina m¨¢s, como suele ocurrirles a cuantos se dan cuenta tarde de que no llevan raz¨®n.
La pen¨²ltima pataleta ha sido la del "lapsus", seg¨²n ella, de la Ministra de Igualdad. Antes de que me hubiera enterado, ya me estaban llamando de agencias para que opinara sobre las "miembras" de la se?ora A¨ªdo. Aburrido como estoy de estas cuestiones, no cog¨ª el tel¨¦fono ni una vez. Pero a los pocos d¨ªas, en una rueda de prensa con motivo de la aparici¨®n de un libro, me cay¨® la inevitable pregunta, a la que respond¨ª que decir "miembra" me parec¨ªa tan est¨²pido como si los varones empez¨¢ramos a decir ahora -y a¨²n m¨¢s grave, a exigir que se diga- "v¨ªctimo" cuando se hable de uno de nosotros, o "colego", o "persono" o "pelmo". Esto es, hay vocablos que son invariables y cuya terminaci¨®n en a o en o no indica g¨¦nero. Si yo escribo que Carrero Blanco fue v¨ªctima de ETA, he de seguir empleando el femenino -por ejemplo en la frase "y ha sido la de mayor rango de todas ellas"-, por mucho que las exageradas cejas de aquel Almirante no admitieran dudas sobre su sexo. Lo mismo que si afirmo que John Wayne era una persona afable, debo a?adir "y querida por cuantos la conocieron", por mucho que Wayne se erigiera en uno de los s¨ªmbolos de la virilidad (pese a llamarse Marion, por cierto, en la vida real). ?Tan dif¨ªcil de entender es esto, Santa Virgen?
Una momia del feminismo (a prop¨®sito, al decir "momia" tampoco indico si me refiero a una mujer o a un var¨®n, es otra palabra invariable que sirve para los dos sexos, ?o preferir¨ªan sus se?or¨ªas que escribiera "momio" y "se?or¨ªos"?) aprovecha para condenar el empleo de "homicidio" en todos los casos, aunque el v¨ªctimo sea mujer, y aboga por la imposici¨®n de "feminicidio". He ah¨ª una nueva muestra de ignorancia brutal. La etimolog¨ªa de "hombre" es "humus", sustantivo femenino que significaba "tierra" o "suelo", lo cual m¨¢s neutro no puede ser (de ah¨ª "inhumar" o "exhumar"); y por eso, al decir "el hombre" en general, se est¨¢ diciendo exactamente lo mismo que al decir "el ser humano" o "la humanidad", que a los feministas a ultranza les parecen contradictoriamente bien, pues tanto "humano" como "humanidad" derivan de "hombre". As¨ª, "homicidio" engloba la muerte a manos de otro de cualquier miembro de nuestra especie, lo mismo que "elefanticidio" o "canicidio" englobar¨ªa la de cualquier elefante o perro, sin necesidad de precisar en cada ocasi¨®n si se trata de un elefante o un perro macho o hembra. Se habla de "el hombre" -"el terroso", en origen- como se dice que "el le¨®n es carn¨ªvoro" o "la rata frecuenta las alcantarillas" o "el tigre es muy peligroso" o "la jirafa tiene el cuello largo" o "la cebra es rayada". Seg¨²n estos plastas, tendr¨ªamos que hablar siempre de "la jirafa y el jirafo", "la rata y el rato", "el tigre y la tigresa" y "la cebra y el cebro". Desean hacer de la lengua algo odioso, inservible y sopor¨ªfero.
Por lo dem¨¢s, hace muchos a?os ya sostuve que cuantos sueltan la coletilla de "los espa?oles y las espa?olas", "los ciudadanos y las ciudadanas" y dem¨¢s, son sin excepci¨®n farsantes y demagogos de los que nadie se deber¨ªa fiar. (Ahora hay tambi¨¦n traductores que falsean los originales, y donde en ingl¨¦s pone "the workers", ellos colocan "los trabajadores y trabajadoras", y todo as¨ª.) Porque lo cierto es que jam¨¢s siguen como estar¨ªan obligados a hacer. Nunca a?aden: "Los vascos y las vascas est¨¢n cansados y cansadas, hartos y hartas de que los y las enga?en, los y las amenacen, y de ver c¨®mo sus hijos e hijas quedan privados y privadas de futuro". Saben que espantar¨ªan a sus oyentes y que no hace falta. Saben que en realidad, al decir "los vascos", ya se est¨¢n refiriendo a los de ambos sexos, y saben que quienes los escuchan lo saben tambi¨¦n.
S¨ª, es muy aburrido, todo esto. Se explican las cosas una y otra vez, pero de nada sirve, as¨ª que hay que volver a explicarlo y a argumentar. La ¨²nica conclusi¨®n a la que se llega es que este pa¨ªs tan plomizo est¨¢ lleno de desocupados (y desocupadas), y que poco a poco lo acaban por convertir a uno en un pelma (y en una pelmo, por si las moscas).
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